
Viajes y pedidos: del deme dos al traeme tres
13 de septiembre de 2009

Basta que uno diga me voy de viaje a... para que empiecen a llover los pedidos. Ah, Túnez, qué bueno, si podés traeme una alfombra, me han llegado a pedir, por ejemplo, como si se tratara de un pañuelo o una lapicera. Pero nada como pronunciar la palabrita mágica Miami, para activar el chip consumista de buena parte de los argentinos.
Como si fuera la última oportunidad de sus vidas para tener eso que ahora resulta imprescindible, los encargos arrasan y no conocen límites: computadoras -primeras en el ranking-, zapatillas, la última Play Station, cámaras de fotos, el Wii o jeans de tal o cual marca y modelo son algunos de los clásicos.
Claro, siempre vienen acompañados del si llegás a pasar y lo ves, ¿eh?, no te compliques. O si preferís te lo mando al hotel. Pero resulta que a último momento la tarjeta de crédito argentina no funciona, o la compra no va a llegar a tiempo, o lo que sea, y uno termina -listita en mano- corriendo de local en local para cumplir con los encargos de familia, colegas de trabajo, amigos, amigos de amigos, hijos de amigos, amigos de los hijos?
Lo comprobé en carne propia en mi último viaje a Miami, y no tanto por lo que padecí (aclaro: siento un inmenso placer en regalar, pero si tengo ganas, tiempo y lugar en la valija), sino cada uno de mis otros diez compañeros de aventura. Veamos algunos -y sólo algunos- de los pedidos con que tuvimos que lidiar en media mañana libre.
-Ya lo dijimos: las notebooks no fallan. Pero lo terrible es que quienes se prestaron a semejante acto de generosidad tuvieron que cumplir con todavía otro pedido, esta vez directamente comprometedor: tratar de zafar los impuestos en Ezeiza.
-Una caña de pescar.
-Trajes de princesa Disney (ojo, tenían que ser de Bella, no de Cenicienta ni Sirenita ni las otras princesas).
-Pijamas y una colcha para la abuela de M.
-Cochecito para bebe.
-Un juego interactivo de Indiana Jones que un compañero buscó hasta el cansancio y jamás encontró.
-Revistas de novias.
-¡Aceite de hígado de bacalao en cápsulas!
-Blanqueador de dientes.
-Un GPS.
-Un bolso DKNY.
-Polvo blanco de Chanel.
-Bolsitas esterilizadas para mamaderas.
-Palos de golf.
-Jean Gap modelo 1969 talle 33/30 Low rise straight feet .
-Un robot de Lego de aproximadamente un metro.
-Un dog tag o marbete con el nombre de un perro, grabado en una chapita con la cara de Mickey Mouse.
En el ínterin iban y venían las llamadas y los mensajes de texto del tipo si no está la remera con la inscripción en azul comprame la del firulete verde, pero verde clarito o no gastes más de US$ 50 en los tres pares de zapatillas. De más está decir que todos -sin excepción- volvimos cargados como equecos. Al final de cuentas parecería que, a veces, lo más sabio es callar a la hora de hacer un viaje (sobre todo a Miami). En todo caso decir estuve en en lugar de voy a. Y si alguno nos llega a retrucar con el previsible uh, de haber sabido te encargaba..., sonreír y contestar con un inocente qué lástima, la próxima vez será.
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