
Recorrida por... Cambridge
La semana pasada viajé a Boston para hacerle una entrevista a un artista. Fue una visita de un día. Me levanté a las seis de la madrugada para tomarme el tren y volví a las tres de la mañana a casa. El tren tardó un poco más de ocho horas entre la ida y la vuelta. La distancia entre Nueva York y Boston es de casi 300 kilómetros. Yo disfruto mucho de este tipo de viajes: uno puede trabajar y cada tanto levantar la mirada para observar el paisaje por la ventana, que cambia a causa del continuo desplazamiento sobre los carriles. El tren tiene una cafetería en uno de los vagones y además cuenta con acceso a WiFi durante toda la travesía.
Antes de emprender la vuelta, me tomé el subte hasta Harvard Square, centro de la ciudad de Cambridge. Ahí visité la Universidad de Harvard, fundada en 1636, que además de su trayectoria académica, tiene un campus de más de 85 hectáreas que deja a cualquiera boquiabierto. La universidad tiene una colección de edificios históricos que comprime trescientos años de diversos estilos arquitectónicos. Algunos de los arquitectos que participaron en la construcción de este sitio fueron: James Stirling Charles Bulfinch y Josep Lluís Sert.





Una de las estatuas más conocidas del campus es la de John Harvard (que tiene una placa que dice que él fue el fundador de la universidad. Sin embargo esto es incorrecto: fue solamente su benefactor). La bota de la escultura está gastada porque todos los turistas la tocan. Dicen que trae buena suerte. Pero un amigo me contó que hay un mito que dice que los universitarios hacen pis sobre la escultura de noche para burlarse de los turistas. No sé si creer lo de la buena suerte o lo del mito, pero elegí no tocar nada…






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