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Vivir, trabajar y viajar en el país del kiwi




Nueva Zelanda ofrece, desde 2003, cuando sólo se abrían 300 cupos por año, el programa de vacaciones y trabajo Work & Holiday Visa. Se trata de un visado que se otorga una vez en la vida, para jóvenes de entre 18 y 35 años (el tope eran los 30 hasta 2010).
Las posibilidades que ofrece son vivir la experiencia de recorrer el país y autofinanciarse en trabajos temporarios, con una estada nunca mayor a tres meses en cada empleo. Lo más divertido es que el empleo puede variar desde ser mozo, mucama o jardinero en un hotel hasta trabajar en agricultura y cosechar o podar plantas de kiwi, o bien participar de la vendimia en viñedos, recolectar manzanas o convertirse en peón en un tambo en medio del campo. Todo es posible. Con el dinero ahorrado se puede seguir recorriendo el país e incluso continuar la aventura por el mundo.
"Otorgamos mil cupos anuales y se agotan en sólo dos horas –explica Angela Polglase, Consular Officer de la embajada de Nueva Zelanda en Buenos Aires–. La solicitud de la visa se completa sólo online. En agosto avisamos qué día y a qué hora de octubre se abrirá la inscripción", amplía, en referencia al formulario que puede llenarse en www.immigration.govt.nz. Para obtener la visa hay que hacerse una placa torácica en los centros médicos autorizados por la embajada, presentar un seguro médico válido por doce meses y evidencia de fondos bancarios –propios o de los padres– por aproximadamente US$ 3000. El trámite cuesta 520 pesos argentinos y se abona online con tarjeta de crédito. Los aplicantes son muchos y los que tienen suerte, sólo mil: "Mi mejor consejo es avisar al banco que se hará una transacción a Nueva Zelanda. Muchos chicos quedan afuera porque los pagos rebotan y a veces, hasta el sistema puede saturarse", cierra Polglase.

HISTORIAS EN PRIMERA PERSONA

  • Augusto Maida viajó a Nueva Zelanda en enero de 2010, motivado por el recuerdo de un intercambio cultural que había hecho de chico en Estados Unidos. "Ni bien llegué me compré un auto, algo que allá es muy barato y conveniente para viajar, pero se fundió a la semana", recuerda, ahora, con humor. Se quedó casi el año completo y para diciembre, al regresar a la Argentina, había trabajado en Hastings cosechando manzanas, en la isla Sur, en un tambo administrado por japoneses y también haciendo wwoofing (willing workers on organic farms o trabajadores voluntarios en granjas orgánicas). "Es una modalidad muy usada allá en la que, por trabajar unas cuatro horas al día, te dan alojamiento y en algunos casos, comida", agrega Augusto, que así pasó de changarín en un hostel de Christchurch a jardinero en la mansión de un millonario
  • Stephanie Petresky tenía 18 años en 2008 cuando decidió aplicar a la visa."Curiosamente después de haber hecho todos los trámites, fue gracias a una nota en la revista de La Nacion que conseguí mi primer trabajo. Me contacté con un hotel en Taupo y me ofrecieron casa y trabajo como mucama." Le siguió un puesto en el aeropuerto de Wellington y mucho ahorro para concretar otros viajes, que incluyeron recorrer las dos islas, parte de Australia y el sudeste asiático.
  • Natalia Gasquez, licenciada en Turismo, vivió en Nueva Zelanda durante 2010. Trabajó en un lodge en Rotorua y en un hotel en Christchurch. "Este viaje fue como leer un libro de la colección Elige tu propia aventura; a cada paso había una ruta distinta por tomar, un nuevo pueblo por conocer, algún mochilero con alguna anécdota para compartir. De cada uno depende cuál será la experiencia final", afirma, satisfecha.
  • Julio Amico viajó con un amigo, entre 2007 y 2008: "Lo primero que hicimos fue abrir una cuenta bancaria y dar de alta el IRD, un número que es una especie de CUIT, indispensable para cualquier trabajo y garantía de que estás legal en el país". La época del año los llevó directo a las plantaciones de kiwis, cosechando, empaquetando y podando en las huertas. Con una van Toyota acondicionada como casa rodante recorrieron la isla Sur por cinco semanas. Julio trabajó también en un tambo y, con los ahorros, visitó Australia.
  • El joven matrimonio de Ariadna Hernández y Martín Battagliesse partió el 16 de febrero con destino a Auckland. "Compramos un Nissan Bluebird 94 por poco más de mil dólares y nos dirigimos hacia el Norte, rumbo a Kerikeri, donde hoy vivimos dentro de un viñedo", cuenta Martín, vía correo electrónico, desde un colectivo equipado y convertido en su nuevo hogar, en Bay of Islands, al nordeste de la isla Norte. "Hemos trabajado en recolección de uvas, de kiwis, produciendo vinos y actualmente empaquetando kiwis; hay mucho trabajo y se hace dinero fácilmente. Por un año dejamos atrás departamento, trabajo, amigos, familia, plan de salud. ¿En busca de qué? Quién sabe… Experiencia. ¿Por qué estar quieto? Tenemos mucho por caminar, el mundo es grande y gracias a Dios tenemos tiempo y mucho más por vivir."

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