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 • HISTORICO

Vladimir Vissotski, el Dylan ruso

Este cantante popular denunció los problemas de su país con claridad y humor




En 1980, dos hechos marcaron a los rusos. El mundo entero recuerda los Juegos Olímpicos organizados en Moscú, pero los rusos se acuerdan tanto de eso como del día de ese mismo año en que despidieron a Vladimir Vissotski.
Con él despedían a uno de los artistas más importantes de la Rusia de entonces, que se confundía con la Unión Soviética y, sin embargo, era también uno de los menos comprometidos con el régimen político.
Lejos de los artistas oficiales, como Igor Nikolaiev o Iuri Martinov, promovidos por el sello oficial Melodya, Vissotski era un bardo como los de la tradición musical de la Rusia eterna: voz y memoria del pueblo, de su cultura oral y sus tradiciones musicales, cantando en fiestas populares y en los cafés.
Por su repertorio, más que por este estado de cosas, Vissotski era apenas tolerado por las autoridades soviéticas. En realidad, podía ejercer más o menos libremente su arte gracias a la cobertura que le daba su oficial profesión de actor en el no menos oficial Teatro Taganka de Moscú.
Sus canciones pintaban los problemas de la sociedad soviética con mucho humor y clarividencia. Aunque llegó a tener un repertorio de más de un millar de canciones (casi todas de su autoría), sólo una ínfima parte se editó en discos en Rusia después de su muerte). En realidad, hubo que esperar a los años de la perestroika, durante la era Gorbachov, para que el sello Melodya publicara algunos discos.
Esta posición tan ambigua de cantante muy popular y artista oficial en un mundo no menos ambiguo le valió un interés muy tardío de parte de la escena rock rusa.
En los años 80, después de su muerte, algunos de sus textos fueron rescatados por rockeros como Boris Grebenchikov (del grupo Aquarium, que probó suerte en Occidente a fines de los años 80, con la batuta de Dave Stewart, de Eurythmics) o Viktor Tsoi (el líder del grupo Kino, el más importante conjunto de la recién liberada escena rock en la Rusia de la perestroika y el glasnot).
Tampoco consiguió ecos fuera de Rusia, por cantar sólo en ruso, y por no poder disponer de grabaciones que reflejen su obra.

Para escuchar

  • "Le vol arrêté" , Le Chant du Monde, 1981. A pesar de este título en francés, puesto por el sello, este CD viene con 22 temas entre los más representativos de su obra, elegidos por Marina Vlady. En el libreto se publican las traducciones de los textos de las canciones y una introducción a su obra, escrita por la propia actriz.
Pierre Dumas

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