
Volar en caída libre, pero sin saltar al vacío
26 de mayo de 2013

Volé, como si me estuviera tirando con un paracaídas, en posición horizontal, con los brazos adelante, con la sensación de estar en caída libre, pero sin pasar por el desagradable momento de tener que dar un salto al vacío desde un avión, algo que dudo pueda animarme.
Estaba en un simulador, en el mundo mágico de Orlando, una de esas atracciones que suele pasar inadvertida entre los grandes parques de Disney y los shoppings, pero que vale la pena darse una vuelta y probar, apenas demanda un par de horas (y 60 dólares).
iFly Orlando desde afuera se ve como un cohete apunto de despegar al espacio. Adentro se ingresa en una especie de gran tubo transparente con un piso enrejado. Funciona así: los ventiladores del túnel vertical de viento de iFLY, de 5200 caballos de fuerza, crean un colchón de viento sobre el que se flota en forma segura, sin ningún equipo extra.
Uno puede suspenderse en el aire, subir y bajar, y hacer todas las piruetas imaginadas, aunque claro, reservadas para los expertos.
Pueden participar niños desde los 3 años y hasta recuerdan que se animó una señora de casi 90 (y lo más grave que sucedió fue que un nene, por la emoción, se hizo pis encima).
Al verlo, parece de lo más sencillo, pero una vez adentro controlar los movimientos en posición horizontal, donde el centro de gravedad está en la cadera, es complicado, muy complicado.
Primero, a vestirse con el traje de paracaidista, con casco y antiparras. Después una clase teórica para aprender la posición correcta del cuerpo y el lenguaje de señas de la actividad: entender cuando el instructor indica que giremos, que levantemos la cabeza, por ejemplo (y qué hacer también si uno quiere salir corriendo ya mismo del lugar). Después sí, junto con el resto de los participantes en fila india y de a uno por vez, es el turno de volar... apenas dos minutos, pero volar al fin.
Con ayuda del instructor, enseguida se logra la posición horizontal. El viento en la cara es tan fuerte que hace olvidar por completo que uno está en un tubo y no a dos mil metros. Mal movimiento. Pierdo altura y aterrizo suavemente en el piso. El segundo intento, unos minutos más tarde, será mejor.
Existen 24 iFly repartidos por el mundo, la mayoría en Estados Unidos. El primero fue justamente este, el de Orlando, pero se usaba exclusivamente para entrenamiento con fines militares. Hasta que se dieron cuenta de que era una actividad de lo más divertida y la abrieron al público.
Y seguramente el año próximo será una atracción bastante mediática. Se instalará un tubo de iFly en el nuevo crucero Quantum of the Seas, que botará Royal Caribbean. Se sabe que los cruceros siempre buscan alguna actividad extravagante para sus pasajeros, así que también se podrá volar en paracaídas en altamar.
Llegó la segunda vuelta. Esta vez logré ganar un poco más de altura, hasta que el instructor me tomó de un brazo y una pierna y me hizo girar muchas veces en círculo, casi como un lavarropas en centrifugado rápido. Suficiente para mí. Confirmé que nunca me tiraría de un paracaídas.
ENTRETENIMIENTODE A BORDO
- Verona en busca de enamorados. En la ciudad italiana de Romeo & Julieta planean hacer del mítico balcón (aunque nunca fue real) una suite para lunamieleros.
- Como el hombre araña. En La Paz, Bolivia, la nueva atracción es el rap-jumping, que propone descender por las paredes de un edificio de 17 pisos. Se bajan 50 metros, los últimos 20, en caída libre, todo a 3600 metros.
- Hotel de peluche. En China abrieron el Haoduo Panda Hotel, en Sichuan, dedicado exclusivamente a los osos: además de la decoración, hasta los empleados se visten de pandas.
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