

TRELEW.- El río Chubut nace en la cordillera de los Andes y atraviesa el territorio de la provincia que recibe su nombre hasta llegar al Atlántico, en el puerto de Rawson.
El último tramo, o valle inferior, es la zona que colonizaron los galeses un tiempo después de su desembarco en 1865 en las costas del Golfo Nuevo.
El agua del río fue el elemento vital para transformar la árida estepa patagónica, y de él surgieron los cultivos, las primeras colonias y, finalmente, Trelew, hoy centro de esta gran comarca de diversa geografía: hacia el Este, la costa con su importante fauna marítima y sus playas, hacia el Oeste, el valle inferior del río con su cultura galesa, la riqueza paleontológica y las rutas solitarias hacia la aventura.
El marco del lago
Recorriendo desde Trelew 120 kilómetros hacia Esquel por la ruta 25, llegamos al dique Florentino Ameghino.
En medio de la estepa vemos surgir en la planicie una gran formación rocosa de color rojizo: son las mismas piedras que podemos ver en los acantilados costeros, pero que aquí se alzan como inmensas paredes enmarcando el lago.
La altura llama la atención ya que, desde la costa atlántica hasta aquí, el declive es tan leve que, antes de la construcción del dique, el río dibujaba continuos meandros y provocaba graves inundaciones; los galeses por eso le llamaban Camwy (río sinuoso).
Desde fines de la década del 60, cuando se terminó el dique y el embalse apaciguó las aguas, el río sigue un rumbo más directo hasta su desembocadura y, obstinado, conserva el nombre que le dieron los tehuelches en alusión a la transparencia de las aguas en el caudal superior: Chubut.
Antes de bajar al lago, hay un mirador desde donde se observan las pequeñas cuevas que hay entre las rocas. El guía llama a silencio y, luego de una corta espera, vemos aparecer una pareja de animalitos que buscan comida entre las matas. Uno es gris, el otro un poco más rojizo, se los llama pilquines, y son pequeños roedores que viven entre las piedras y habitan en las regiones montañosas de la provincia.
Luego de atravesar el túnel llegamos al murallón, un buen lugar para ver el gran embalse y, hacia el otro lado, el río bajando escondido entre los álamos de la pequeña aldea.
La Villa Florentino Ameghino es agradable por el río que transcurre apacible bajo las altas puntas montañosas. Se ven sitios para acampar y otros para la pesca con mosca, truchas principalmente.
Enfrente, en la montaña, un grupo de hombres y mujeres muy jóvenes prepara el equipamiento para hacer rapel, tirolesa, puente tibetano, jumar y escalada; la altura es considerable, el temor y la emoción también.
Trekking y arte
Antes de comenzar, cuentan que existen también actividades para las almas más tranquilas como, por ejemplo, el trekking por el cerro Los Lingotes y la Cueva de las Pinturas donde se aprecia el arte rupestre de los primeros habitantes.
El pueblo tiene atractivos para disfrutar y se lo nota ávido de nuevos visitantes. Después de la aventura, la hostería de los Siete Robles puede ser un buen refugio con su chimenea encendida y su agradable jardín; éste, además del hospedaje La Media Luna, es uno de los principales sitios para alojarse, además del camping junto al río.
Asombro
El Museo Egidio Feruglio está en el centro de Trelew y guarda restos de dinosaurios desaparecidos hace 65 millones de años. Exhibe réplicas asombrosas y llama la atención el diseño didáctico, un viaje imaginario hacia el pasado, con paisajes desde 10.000 años atrás hasta 60 o 70 millones, cuando los dinosaurios eran dueños y señores. El paseo termina con un documental que desarrolla la teoría del Big Bang.
Guía para caminar por la historia
Desde lejos se advierte cómo el color de la barda sur del valle inferior del río Chubut varía de tono en estratos identificables, que muestran las diferentes etapas geológicas desde hace 40 millones de años. Tanto, que la ladera de esta barda fue aprovechada para crear un museo a cielo abierto en el que, por un sendero que lleva a la cima, uno puede caminar la historia.
El complejo se llama Parque Paleontológico o Geoparque Bryn Gwyn (Loma Blanca, en galés) y está a 23 km de Trelew, por la ruta 25, cerca de Gaiman. En una caminata de una hora y media se sube la loma para observar fósiles de cada época, acomodados y protegidos por una pirámide de vidrio en el mismo sitio donde se encontraron.
El edentado fósil, un antepasado del peludo que existió hace 25 millones de años, el oso melero, los pingüinos y ballenas, el cangrejo fósil... los restos de cada animal prehistórico yacen en la montaña, testimonios de esta evolución que se sintetiza en cuatro etapas básicas: la formación Sarmiento (40 millones de años), cuando el mar cubrió una sabana arbolada, habitada por mamíferos terrestres; la formación Gaiman (23 millones de años), donde el mar era bombardeado por lluvias de ceniza de los volcanes andinos y donde quedan restos de tiburones, pingüinos y ballenas; la formación Puerto Madryn (10 millones de años), correspondiente al último mar que cubrió toda la región, y guarda vestigios de ostras y peces. Por último, los Rodados Patagónicos o Tehuelches, que llegaron hasta aquí hace unos 100.000 años transportados por vía glaciaria y fluvial.
Javier Martínez Zuviría
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