

WHITBY (The New York Times).- Por generaciones, la costa peñascosa de Yorkshire ha mantenido muy ocupada a la lancha de salvamento de Whitby. Según cuentan, en 1861 batió todos los récords cuando, en un mismo día, 9 barcos se estrellaron contra las rocas. Los hombres de Whitby vivieron del mar y, muchas veces, murieron en él.
Los naturales de Yorkshire tienen fama de testarudos. En el año 657, Santa Hilda inscribió a Whitby en el mapa al fundar un monasterio en su costa peligrosa. Seis años después, presidió el sínodo local en que el rey de Northumbria decidió abandonar los ritos y el calendario de la Iglesia céltica para adoptar los de la romana.
Hoy, este pequeño puerto se arrebuja a orillas del río Esk, que sale de los Páramos de North Yorkshire y desemboca en el Mar del Norte. Sus calles trepan hasta los acantilados, flanqueadas por viejas cabañas de pescadores -algunas con tres sótanos superpuestos, muchas sólo accesibles de a pie- y atravesadas por pasajes estrechos (ghauts) que bajan al puerto. El casco antiguo, con su pasado tabernario, sus riñas de marineros y las míseras casuchas del puerto bajo -que las autoridades seguían demoliendo alegremente en los años 50- es un imán turístico lleno de chocolaterías, joyerías y librerías de viejo.
Church St., la arteria principal, ahora peatonal, es una callecita empedrada que, en la práctica, termina en una subida casi vertical hasta la iglesia que tiene un púlpito provisto de trompetas acústicas para beneficio de la esposa sorda de un pastor victoriano.
Un pedazo de cielo
La abadía alza sus esbeltos muros de caliza castigados por los vientos; su tracería gótica sólo enmarca un pedazo de cielo. Los vikingos la destruyeron una vez; Enrique VIII acabó con ella en el siglo XVI, cuando saqueó a la Iglesia y vendió sus bienes al mejor postor. La familia Cholmley utilizó parte de sus sillares para construir, en sus cercanías, un hermoso salón de banquetes de estilo carolingio. Una tempestad lo arrasó, en 1776, dejando tan sólo su fachada.
Antaño era común que un fragmento del acantilado se desprendiera súbitamente, arrastrando al mar casas y lápidas sepulcrales. Nada tiene, pues, de sorprendente que el Drácula de Bram Stoker haya arribado a Inglaterra en un barco de Whitby, escondiéndose en una tumba de su cementerio, en lo alto del farallón. Stoker escribió aquí gran parte de su novela.
La gente local prefiere las mandíbulas de ballena dispuestas en arco sobre el Acantilado Oeste, cerca del monumento al capitán Cook, que le recuerda el siglo XVIII, cuando los balleneros salvaron económicamente a Whitby. La ballena fue la columna vertebral de la revolución industrial: con su aceite se lubricaron las primeras máquinas y se fabricó un buen jabón.
James Cook descubrió Australia capitaneando un buque carbonero de Whitby. Las lecciones aprendidas en el tráfico marítimo hicieron de él uno de los más grandes navegantes del mundo.
Datos útiles
Cómo llegar
- Por British Airways, ida y vuelta a Londres cuesta alrededor de 670 dólares. Whitby está a 451 kilómetros. La estación de trenes de King´s Cross ofrece tres frecuencias diarias y el pasaje en clase estándar cuesta entre 30 y 40. En ómnibus, desde Victoria Coach Sation, la compañía National Express ofrece un servicio por 12.
Hospedaje
- White Horse and Griffin es la posada más antigua de Whitby; estuvo abandonada por 56 años, su propietario actual la restauró; alojamiento y desayuno para dos personas, 75 dólares.
- En un hotel 3 estrellas, una habitación doble cuesta alrededor de 50 y 130, en un 4 estrellas.
Más información
- El horario del Centro Turístico de Whitby (0044-1947-602674) es de 10 a 16.30, entre octubre y abril.
Jason Goodwin
(Traducción de Zoraida Valcárcel)
(Traducción de Zoraida Valcárcel)
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