
Mucha gente se queja de las fiestas. Se acuerda de los problemas familiares y de la indigestiones.
Maldicen el gastadero desbordado de plata y la cantidad de gente en los shoppings.
Nada de eso me quita el sueño. Soy previsora y siempre tengo pavaditas para los más lejanos.
A mamá siempre le compro ropa en el mismo lugar y a papá, libros.
Con mis hermanas con regalamos plata (qué románticas las chicas) y a Nicolás me sale fácil.
Ahora, los niños.
Oh, los niños!
¿Qué es esa moda de regalar cosas millonarias a los críos?
Cuando nosotras éramos chicas, en navidad ligabas, no sé, una muñeca y ya. Un bebote, una tipo Barbie (la Cindy, creo) o, a lo sumo, y por única vez en la vida, una bici.
Aunque los rodados eran casi exclusividad de los reyes magos.
Ahora no. Ahora los niños de 10, reciben un MP3 player, un celular con chirimbolos o una notebook pequeña.
Dejan de creer en Papá Noel a los 4, y van a comprar su regalo junto con los padres,
Cualquiera
Y no adhiero.
Ayer hice mi xmas shopping
Luján: una muñeca con una cunita.
Marcos: un Barco de Playmobil
Lucas: un backyardigan que canta.
No sé.
Es mi pequeña colaboración para que los adultos del mañana, sean lo menos abominables posible.
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