

YQ no es la abreviatura de "¿Y, qué pasa?" de los mensajes de texto, sino algo que mete verdadero miedo. Porque esa doble inicial que figuraba en los pasajes de avión y ahora en los tickets electrónicos significa el recargo que se suma al costo del boleto. Hasta hace poco, en el lenguaje criptográfico de las aerolíneas, allí incluían las tasas por aeropuerto y los impuestos. Hoy, al compás de los récords del petróleo, es el plus por combustible que puede representar hasta 400 dólares en un viaje a Estados Unidos o Europa.
Por eso resulta tan difícil, entre legos y aun expertos, comprender los números de una oferta en los avisos de los diarios. A veces se habla del bruto, incluyendo el recargo y otras por separado.
La diferencia está en el monto, una tercera parte o más de los precios anteriores y que cada empresa calcula de manera diferente según avión, distancia y política comercial para no caerse del mercado.
Las compañías tradicionales están en jaque y persiguen la reducción de los costos de operación y también subsidios oficiales para seguir volando. Las protestas en Europa fueron seguidas por reducción en las frecuencias o eliminación de escalas no redituables, mientras que en Estados Unidos se acentúa la decisión popular de apretarse el cinturón consumiendo menos.
También afectó dramáticamente a las llamadas aerolíneas de bajo costo (low cost), a las que, en algunos casos, les resultaría más simple regalar el pasaje que afrontar el precio del combustible cuatro o cinco veces mayor que el boleto.
Por eso, en varios casos, se mudan para actuar desde pistas alejadas, baratas o que buscan desarrollos inmobiliarios y pueden estar a 100 kilómetros de las ciudades de destino.
Ningún transporte es ajeno a esta situación porque todos necesitan energía. Incluso en algunas líneas de cruceros, que venden promociones con anticipación, agregan un plus de 10 dólares por día de navegación. Los que menos sufren en esta ecuación son los trenes, por su rendimiento superior ya que llevan un volumen muy grande de gente con menos combustible optimizando el uso de la electricidad. El patito feo, que algunos consideraban anacrónico frente al automotor, se convirtió en el cisne de moda en la generación YQ.
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