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Estudió economía y creó el Uber para la venta de alimentos

Después de irse a la ciudad, Fernanda Bonesso notó la dificultad de los pequeños productores de acercarse a los consumidores. Así nació Agrojusto.


María Fernanda Bonesso, fundadora de Agrojusto, creció en la finca de su padre en Mendoza.

María Fernanda Bonesso, fundadora de Agrojusto, creció en la finca de su padre en Mendoza.



María Fernanda Bonesso creció entre los frutales, almendros y olivos que cultivaba su padre en Maipú, Mendoza. "Con mis hermanos, los fines de semana nos tocaba ir a plantar, cosechar, comprar insumos. De chica la gente me preguntaba cuál es la época del tomate y yo obvio que lo sabía", recuerda. Su mamá trabajaba en un banco y su papá era agricultor, y algo de esas diferentes realidades la llevó siempre a preguntarse cómo podría innovar en el sector.

Ver a su padre luchar por la venta de sus productos era otra de las cosas que la inquietaba. Todos los noviembres, había que vender los damascos. "Mi papá tiene hectáreas, no maneja el precio del damasco ni abastece, es uno más de un montón. Entonces su opinión se diluye, se va con otros miles de productores que les pasa lo mismo. En aquel momento yo no entendía por qué no se le daba valor y por qué era tan difícil encontrar estos mercados", cuenta. Con la idea de asumir desafíos y encontrar alguna solución, María Fernanda decidió estudiar Economía. Aunque esto la llevó a alejarse de la finca. 

Dejar el campo

Las dificultades que veía año a año en la actividad familiar la llevaron a no querer continuar ese camino. "Más adelante me pregunté muchas veces por qué, si nosotros disfrutábamos de ir a la finca, de compartir con la gente, por qué nos expulsábamos, como que intuitivamente no nos veíamos ahí", se pregunta. Se recibió de economista en la Universidad de Cuyo y luego ganó una beca para estudiar en España. 

Años después, mientras cursaba una maestría en Buenos Aires, un llamado familiar la hizo volver a conectar con el mundo de la agricultura. "Era 2017, empezaba de las economías de plataformas como Uber. En ese momento estaba estudiando en la biblioteca y ya tenía un poco decidido que me volvía a Mendoza, pero daba mucho temor qué vida profesional iba a tener. Mi mamá me llama desesperada que había parado la cosecha, porque lo que le iban a pagar no le alcanzaba ni para pagarle a los trabajadores. La cosecha estaba a la mitad y con miles de kilos tirados. Ahí pensé en el esfuerzo de todo un año de mi papá y tantas necesidades. No podía pasar eso", relata.

Los nuevos modelos de negocios que impulsaban las plataformas digitales le dieron una idea. No podía ser que con semejantes desarrollos tecnológicos, nada de eso llegara a los pequeños productores y la cosecha se terminara tirando. Así surgió la idea de humanizar la intermediación entre productores y consumidores. Pero romper con la cadena tradicional no era tarea fácil y fueron dos años de trabajo hasta crear los primeros prototipos. 

María Fernanda Bonesso fue distinguida por la ONU por la creación de Agrojusto.

María Fernanda Bonesso fue distinguida por la ONU por la creación de Agrojusto.

Conectar a los pequeños productores

"Hablar de tecnología y alimentos era como estar loca. Los productores no querían tecnología, pero no pensaban en las próximas generaciones. Mi papá tuvo siempre la convicción de no dejar la actividad, por más de que año tras año tuviera pérdida. Pero si él lo vendía- como hicieron otros, porque tiene mayor valor inmobiliario que valor la producción- ¿qué pasaba con esa comida?, ¿qué va a pasar si todos hacemos esto?,¿qué vamos a comer en 20 años?", cuestiona Fernanda. 

En busca de ayudar a los pequeños productores y de aportar algún atisbo de solución a la crisis alimentaria mundial, Fernanda creó Agrojusto. Comenzaron con una prueba piloto, junto con una cooperativa de pequeños agricultores, en un e-commerce. "Era revolucionario en ese momento y la gente de Mendoza lo re aceptaba. La gente nos quería comprar físicamente y les explicábamos que era todo digital, querían ver el producto pero no se podía", señala. Al año siguiente, con la cuarentena obligatoria debido a la pandemia, tener todos sus procesos digitalizados les permitió potenciarse y expandirse.

El objetivo de Agrojusto es construir un mercado de alimentos más justo y eficiente, a través del desarrollo de soluciones tecnológicas para el sector de alimentos y agricultura familiar. Hoy en la plataforma trabajan 12 profesionales, participan más de 100 productores de alimentos de todo el país (Misiones, Jujuy, Río Negro, Mendoza, entre otras provincias) y más de 340 comercios minoristas, que interactúan y compran en línea. Asimismo realizan capacitaciones digitales a los agricultores para que sepan manejarse dentro de la web. "Acá pude canalizar todas las ganas que tenía y también motivar a un montón de gente a que haga lo mismo, así que es una de las mayores satisfacciones que he tenido", asegura. 

Agrojusto ayuda a conectar a productores de alimentos de todo el país.

Agrojusto ayuda a conectar a productores de alimentos de todo el país.

Innovación en alimentos

La disrupción de la empresa fue entender que no es solo el productor, sino la cadena. El productor no está aislado, porque le tiene que vender a un sistema. "Ahí entendimos que había que incluir a los otros actores y empezar a hacer eficiencia, porque el romanticismo del productor directo al mercado y a la familia no va a suceder, es imposible, al menos por ahora. Hay que buscar actores que miren al productor como un aliado, no como proveedor de insumos", explica. Así, Agrojusto se propone ser el aliado que conecta, los partners tecnológicos para dar eficiencia a esa cadena que seguía vendiendo alimentos como hace 100 años.

En 2021, la ONU nombró a Agrojusto como una de las 50 pequeñas empresas más inspiradoras del mundo para poder revolucionar los sistemas alimentarios. Eran la única startup argentina y el encuentro, del que participaron empresas y líderes mundiales, fortaleció la convicción en Fernanda de que estaba en el camino correcto. "Para nosotros fue un granito de arena más. Había un montón de actores que estaban entendiendo lo mismo que nosotros, desde cooperativas hasta emprendedores privados, que no tienen la estructura pero tienen el concepto de cooperación. Si a mí me va bien, a vos también te tiene que ir bien, de manera recíproca. Dejamos de hablar de intermediarios, para pensar en gestores de mercado. Hoy de manera orgullosa le puedo decir a mí papá: 'No te preocupes, tengo a alguien que quiere tu damasco'".

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