Honestidad brutal: “¡No tengo filtro!”
Dicen que el que calla otorga. Pero la que no sabe callarse nunca... a veces puede sufrir las consecuencias. ¿Te pasó alguna vez?
22 de abril de 2015
Decir lo que pensamos, ser transparentes y auténticas, tiene, por estos días, mucha buena prensa. Observá a tu alrededor: lo hacen las celebridades y los políticos, lo festejan los panelistas de TV e incluso lo recomiendan algunos terapeutas cuando dicen que no está bueno quedarse con "cosas atragantadas". Hoy pareciera que vale decir todo. Que está bueno exorcizar los pensamientos transformándolos en palabras, sin importar del todo el "cómo" esas palabras estén dichas. Es sanador, dicen. Pero si vos te sumaste a las filas de las 100% honestas y espontáneas, también te habrás dado cuenta de que las opiniones no solicitadas también pueden fácilmente decodificarse como agresiones –"¿y a esta quién le preguntó lo que pensaba?"–, y tu encantadora desfachatez puede ser percibida como franca mala educación. Ya sabemos que comunicarse bien no es tarea fácil, y aunque dicen que una aprende equivocándose, a veces no entendemos por qué siempre volvemos a meter la pata, quedando en offside en algunas situaciones y advirtiendo, a la milésima de segundo después, que ese comentario estuvo de más. ¿No queremos reprimirnos o a veces se nos va la mano con la inmadurez? Acá, algunas de las razones frecuentes por las que te puede fallar el filtro y... –¡prestá atención!– algunas claves para reactivarlo.
POR INDISCRETA
Créditos: Elda Broglio
Te descargás con una compañera de la ofi acerca de la inutilidad de tu jefe. Te desahogás, haciendo un análisis de las pruebas que tenés para asegurar que él nunca hace nada. Y apenas terminás, él sale del baño. Por supuesto, escuchó TODO.
¿Qué hacer?
En general, lo que se siente después de la descarga del impulso no es satisfacción sino vergüenza y un fuerte deseo de que nos trague la tierra. Esa es la señal que nos pide recalcular. Aunque tal vez estés buscando decirle al otro lo que pensás, tener decisión sobre el modo en que vas a hacerlo es mucho más astuto y, definitivamente, menos riesgoso.
POR LIBERAL
Créditos: Elda Broglio
Estás tomando un café con tus compañeros de trabajo cuando le preguntás a uno de ellos si, ahora que existe el matrimonio gay, se piensa casar. Él te mira desconcertado y se hace un silencio sepulcral. Ups..., ¡él jamás había blanqueado nada!
¿Qué hacer?
No todo el mundo está dispuesto a hablar de ciertos temas –anotá: sexo, dinero, muerte, religión y política–. A veces, lo que para vos es un aspecto más de la vida, para otra persona puede ser todo un tema. La regla de oro en situaciones sociales es nivelar para abajo: siempre decí menos de lo que dirías naturalmente.
POR INTUITIVA
Créditos: Elda Broglio
En una cena con amigos, hacés chistes acerca de la buena pareja que harían una de tus amigas con el novio de otra, porque tienen personalidades muy parecidas. A la semana, te enterás de que estaban teniendo un romance secreto desde hacía meses. ¡Y todos piensan que vos ya lo sabías!
¿Qué hacer?
Muchas personas tienen la capacidad, sin saberlo, de captar esas cosas que flotan en el aire. Es difícil evitar estos exabruptos, pero, si no es la primera vez que te pasa, decodificá esas sensaciones intuitivas de otra manera y tratá de frenarlas a tiempo.
POR COLGADA
Créditos: Elda Broglio
En una cena con amigas, comentás los chistes que hacían en el grupo de WhatsApp que formaron hace unos días. Pero notás cierta incomodidad. Ahí caés en la cuenta de que, al formar el grupo, dejaron afuera a una que se pone muy densa con los mensajitos a toda hora. ¡Auch!
¿Qué hacer?
El "soy colgada" pareciera que desliga de la responsabilidad de hacer algo con eso. Hacé el esfuerzo, pero si no podés manejarlo, pedí que te dejen fuera de las "aventurillas" en las que corras el riesgo de exponer al resto. Porque si no, tarde o temprano, van a hacerlo de todos modos.
POR ESPONTÁNEA
Créditos: Elda Broglio
Invitás a tu mejor amiga a almorzar el sábado y, cuando la ves llegar..., ¡está irreconocible! Y te sale del alma: "¿Qué te hiciste en el pelooo, por Dios?". Ella no entiende, y enseguida empezás a atajarte: "¡No, es que me sorprendiste mucho!", para disimular. Sin éxito, por supuesto.
¿Qué hacer?
La espontaneidad es fenomenal en ciertos contextos, pero una verdadera pesadilla en otros. Es ahí donde hay que controlarse más que nunca y activar tu filtro. Especialmente cuando el problema –¡encima!– se lo creás a otro. Controlar los impulsos es parte de la definición de madurar.
POR APASIONADA
Créditos: Elda Broglio
Te considerás muy feminista y, cuando en un cumpleaños salió el tema de agrandarse las lolas, hiciste un descargo sobre "lo débiles mentales" que te parecen las mujeres que se operan. Pero cuando una de las chicas se levantó, vos solita te diste cuenta de que las tenía hechas.
¿Qué hacer?
Tener convicciones está genial, pero la clave está en no juzgar agresivamente a quienes no piensan como nosotras. Si sos tan temperamental, hacete cargo y sabé que no solo podés lastimar a alguien, sino que te perdés la oportunidad de un debate más enriquecedor.
#Nofilter
Por Dalia Gutman
"Te lo digo, pero porrr favor no digas nada, que quede acá". Y ahí arrancás a contar una catarata de cosas de las que seguramente te arrepientas al ratito: "¿Por qué conté eso?". Vivís hablando de más: contando cosas que no tenías que contar, opinando sobre asuntos que no te incumben, diagnosticando gente, haciendo comentarios en voz alta que, apenas terminás de decirlos, pensás: "¿Lo dije o lo pensé? Ay, creo que lo dije, no lo puedo creer, ¡no puedo ser tan desubicada!".
Tal vez los nervios te ganaron o el entusiasmo por agregarle un poco de sal a la charla te envalentonó... (en pleno ataque de chusmerío, tu bocadillo pudo haber sido un golazo, pero después, cuando repasás lo que dijiste..., ¡TE QUERÉS MATAR!). Y siempre puede empeorar. Y terminar llamando a gente para explicarle: "En realidad, lo que quise decir es que…" o "no creas que... Imaginate si yo voy a pensar eso de vos...".
¿A vos no te pasa? (¡Sí, a vos te hablo, lectora!). Ay, ella es re madura y controla TO-DO. ¡Pará! ¡No te enojes, es un chiste! Todo esto es TAN habitual en mi vida que mi objetivo era que un día todos dijeran: "¡Dejala, dice cualquier cosa, es HUMORISTA!". Por eso, a las que no nos funciona el filtro, sepan que la fama de "graciosita" ¡nos viene genial!
¿Alguna vez te traicionó tu honestidad brutal? Contanos algún papelón. Además: ¡Basta de llegar tarde! y No te enrosques.
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