
Balance de fin de año: por qué puede ser un error hacerlo en diciembre
La directora de OHLALÁ! Agus Vissani propone dejar de lado la autoexigencia de fin de año y abandonar los balances en un diciembre agotador para enfocarse en lo que realmente importa.
1 de diciembre de 2025 • 10:46

Por qué no hacer balances en diciembre puede ser lo más sano - Créditos: Getty
Creo que el mundo se divide entre los que hacen balance a fin de año y los que no. Y aunque todo indicaría lo contrario, yo me encuentro entre los que prefieren no hacerlo. Y acá rápidamente aclaro que no es porque no crea en los balances o porque, de hecho, no los haga. Porque los hago y quizá demasiado. Lo que no creo es que diciembre sea un mes fértil para hacer balances. Tenemos la agenda colapsada, estamos agotadas y hace demasiado calor. ¿Además tenemos que ponernos a pensar en todo lo que conseguimos (o no conseguimos) los últimos 12 meses? Parece una pesadilla.
Aunque este año, no voy a negarlo, estoy un poco más fresca. Me tomé vacaciones en octubre –lo recomiendo fuertemente si podés hacerlo— y llegué a una Buenos Aires zombi en la que los chats del cole son puras quejas, la gente está iracunda en las calles y en el laburo están todos con la lengua afuera. Diciembre ya no es una pesadilla, pero sí es una peli de terror que veo desde afuera. Entonces, si sobran las exigencias entre los cierres laborales, las muestras infantiles y los brindis en continuado, ¿podemos hacer un pacto con nosotras mismas y no exigirnos de más?
Eso pensé cuando hablaba con mi coach a la vuelta de las vacaciones y me preguntó: “¿Qué querés que pase de acá a fin de año?”. “No necesito que pase nada más, estoy contenta, mi 2025 ya recontra cumplió”, fue mi respuesta. Puedo surfear la ola de diciembre y atajar exigencias externas pero ser compasiva con mi propia check list.
Diciembre es un mes sensible, el cansancio hace que las emociones estén a flor de piel y las efemérides traen recuerdos y nostalgia. Diciembre pide abrazos sin razón y pasa de página de balances concienzudos. Los balances los hago en marzo, en enero, en agosto, en cualquier momento. Los últimos días del año, prefiero descansar la cabeza y dejar que el corazón solito comparta el presente con los que más quiero.
Levantemos las copas y celebrémonos, celebremos lo que somos. No importa en este momento lo que conseguiste o lo que quedó pendiente. Como dice nuestra nota de tapa, “hiciste lo mejor que pudiste con lo que tenías”. Y eso solo ya amerita un brindis.
Por un 2026 con más amor.
¡Felicidades, ohlalera!
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