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#JusticiaPorYami: "Un parto respetado no debería costarnos la vida"

Debbie Maniowicz, periodista y doula, reflexiona sobre el caso de Yamila que murió en su casa dando a luz a su tercera hija. "Nadie en nombre de la militancia contra la violencia obstétrica debería ejercer un rol para el que no está preparado".


Parto respetado: una experiencia necesaria a la hora de parir.

Parto respetado: una experiencia necesaria a la hora de parir. - Créditos: Getty



En los últimos días se viralizó el caso de Yamila, una mujer de 37 años, que murió el 31 de octubre de 2022 luego de parir a su tercera hija en la casa. Hace una semana, su compañero Diego, dio a conocer el relato.

Yamila había tenido dos cesáreas muy feas, había sido víctima de violencia obstétrica y tenía la ilusión de darle un nacimiento diferente a su tercera hija. Así cayó en manos de dos mujeres que habían hecho un curso de partería online, obviamente no contaban con matrícula y le prometían una experiencia segura y cuidada.

Yamila tenía acretismo placentario pero no lo sabía. La placenta accreta es aquella que se adhiere de manera anormal a la pared uterina, pudiendo provocar una hemorragia masiva durante el alumbramiento. En semana cuarenta una obstetra le había recomendado a Yamila hacerse un eco-dopler para ver si la placenta tenía adherencias a la cicatriz de la cesárea pero las supuestas parteras respondieron según el relato de Diego “qué ganas de asustarte, esto pasa una en un millón” y desestimaron el estudio. De haberlo hecho quizás el desenlace sería otro.

A partir de que se conoció el caso arrancó una cacería de brujas y las redes se llenaron de mensajes de odio. Se escrachó con fotos a todos los involucrados, se acusó a Yamila de irresponsable  repitamos: la víctima nunca es la culpable, al parto domiciliario de peligroso y a las instituciones de obsoletas.

No creo que el tema sea tan lineal. Opinamos sin información suficiente, sin acceso al expediente y sin haber estado ahí. Creo que este caso podría servir para que todas las personas que trabajamos en el área perinatal doulas, parteras, obstetras, neonatólogos, psicólogos, etc. reflexionemos sobre por qué tantas mujeres se sienten invalidadas e infantilizadas.

En muchos países del primer mundo, en condiciones de salud adecuadas y con obstétricas siempre presentes, el parto domiciliario es una realidad. Incluso, el parto domiciliario y el parto en institución están totalmente integrados. En Argentina, si bien es legal, no está regulado por el Estado ni es un servicio que ofrecen los prestadores de salud. Creo que hoy en el país todavía no están dadas las condiciones para poder ofrecerle a las mujeres un parto seguro en casa.

Muchas mujeres que deciden parir en sus casas lo hacen huyendo del sistema. Entonces creo que es momento de preguntarnos qué sucede puertas adentro de las instituciones que tantas mujeres se sienten violentadas e invisibilizadas. ¿Por qué existe una Ley de Parto Humanizado que tantos ignoran?

Conozco muchísimas mujeres empoderadas e informadas que deciden parir en sus casas porque no quieren volver a vivir episodios de violencia, porque tuvieron cesáreas innecesarias, porque les dicen que tienen que parir acostadas, que la episiotomía es de rutina, que la peridural es obligatoria, la bolsa se rompe, los controles del recién nacido se hacen de forma inmediata, no hay tiempo de esperar que el cordón deje de latir, “si pesa más de 4 kilos, cesárea", “si tiene una cesárea previa, cesárea”, “si no está encajado en la semana 39, cesárea”. Es decir: en muchos casos el sistema convierte un hecho fisiológico en uno patológico.

Lamento que el caso de Yamilia se use para infantilizar los deseos de una familia. Toda persona merece respeto y cuidado y nadie en nombre de la militancia contra la violencia obstétrica debería ejercer un rol para el que no está preparado, aprovechándose del deseo y la ilusión de una mujer que ya sufrió violencia.

Otro tema a destacar es que contratar un equipo por privado cuesta mucha plata: un parto domiciliario está entre 350 y 600 mil pesos según el equipo y un parto privado en institución puede llegar hasta 3 mil dólares, resultando una opción prohibitiva para la mayoría de las mujeres.

Descreo del binomio parto-cesárea como descreo del binomio casa-institución. Lamentablemente la violencia obstétrica se ejerce en ambos lugares, lo único que cambia es el escenario. Sin embargo no hay que generalizar ya existen muchísimas obstetras y parteras respetuosas que acompañan con amor y ponen a la familia y sus derechos en el centro de la escena tanto en el ámbito domiciliario como institucional.

Yamila nos duele a todas. Nos duele en el útero y en la propia historia. Los nacimientos respetuosos deberían ser la norma, no deberían costar un dineral y  sobre todo no deberían costarnos la vida.

Siendo doula y teniendo un rol activo en el acompañamiento de embarazos, nacimientos y puerperios, creo fervientemente que estamos haciendo historia y que de un tiempo a esta parte la forma de nacer va a cambiar para mejor. Sin embargo todavía falta mucho camino por recorrer.

¿Qué podemos hacer en el “mientras tanto”? Cambiar la forma en la que nos tratamos. Ser sororas y allanarle el camino a las otras. Para eso podemos arrancar por desarmar y desromantizar un poco el relato del parto ideal y abrazar los nacimientos y experiencias de todas.

 

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