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 • Opinión

“Llegué”: qué hay detrás del mensaje que todas nos mandamos por WhatsApp

Es la frase de sororidad por excelencia. La noche recién termina, y comienza el descanso, cuando el último “llegué” completa el chat.


"Llegué, el mensaje de sororidad de esta época.

"Llegué, el mensaje de sororidad de esta época. - Créditos: Getty



Después de una cena con amigas de toda la vida, en un sitio concurrido al que fuimos mil veces y en una zona céntrica, sabemos que la noche no termina cuando volvemos a casa, nos quitamos el maquillaje y nos acostamos. La noche recién termina, y comienza el descanso, cuando el último “llegué” completa el chat.

Ya ni lo pensamos. No importa quién nos espera, si volvemos en nuestro auto, en uber o en transporte público ni en qué zona vivimos. Forma parte de la salida.

Por eso cuando vi la ilustración de @lapibaflora justo en el mes de la mujer, no dudé en compartirla en mi cuenta de Instagram. Es que cuando lo del otro nos refleja, casi siempre nos interpela porque no nos sentimos solas. Además, sumé una encuesta en donde les pedía a las seguidoras que me confirmen si ellas también se sentían identificadas.

El resultado de la encuesta no me sorprendió, no esperaba que lo hiciera, pero lo que sí me sorprendió fue una serie de mensajes privados que comencé a recibir, todos de mujeres, y que repetían, cada una con sus palabras, dos ideas: “La inseguridad es para todos, no solo para las mujeres” y “Yo también le pido a mis hijos varones que me avisen que llegaron”.

Por supuesto que estoy de acuerdo con los dos postulados, pero insisto que una cosa es la “inseguridad” general y otra cosa son la infinidad de “peligros” adicionales que nos alertan a las mujeres. Sobran números, estadísticas y tristezas. Alcanza con googlearlos.

Sin embargo, me interesó mucho entender, porque las redes son conversación y me encanta, qué había disparado esas respuestas en este contexto y, como para empezar me gusta cuestionarme a mí misma, redoblé la apuesta.

Quiero retruco

Le propuse entonces a mi comunidad que les pregunten a sus varones cercanos (amigos, parejas, hijos, alumnos, etc) si cuando se encontraban con otros amigos, también varones, se “avisaban” cuando volvían a su casa. Les comparto el resultado.

No lo hice para demostrar un punto, esto es apenas una encuesta en una cuenta de una red social, pero siempre me resulta mucho más interesante cuestionar e indagar que tener razón.

Me intriga comprender por qué no nos vemos claramente cuando nos miramos.

Incluso siendo cuidadoras, porque muchas veces no nos queda otra, y dando por sentado que para nosotras el mundo es, aún, más peligroso que para ellos, aunque podamos ser, en nuestras individualidades, aguerridas, intrépidas y feroces.

Volver a mirarnos

Volver a mirarnos. A eso me invito en estas conversaciones multicanal, hoy acá.

Es que sospecho que nosotras también tenemos que revisar esa mirada sesgada que nos pide, tal vez como una forma de sobrevivir al horror, justificar lo que no debería ser.

Porque hay algo muy propio del universo femenino en ese aviso de llegada a salvo.

Porque sabemos exactamente de qué hablamos cuando se lo decimos a nuestras amigas.

Estoy a resguardo, estás a resguardo, zafamos de lo que tantas otras no pudieron.

Y porque lo que no se nombra no se puede combatir y al final lo que importa es hacer todo lo necesario para que alguna vez podamos terminar la noche con el último brindis sin esperar, con los temores que ya tenemos incorporados, el último “llegué”.

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