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Salud mental en niños: cómo saber si mi hijo tiene que hacer terapia

Cuáles son los motivos principales para realizar una consulta, qué síntomas debemos atender. Es importante acompañar el proceso en familia y explicar con claridad por qué se recurre a terapia.


La terapia en las infancias puede resultar importante para destrabar conflictos

La terapia en las infancias puede resultar importante para destrabar conflictos - Créditos: Getty



Por estas horas se conoció que se triplicaron las consultas en hospitales de Santa Fe por crisis de salud mental en niños. El dato surge de un informe del ministerio de Salud de esa provincia que compara los ingresos a las guardias durante 2022 con los de 2019, previo a la pandemia. El dato nos dejó pensando en el tema de los chicos y la salud mental.

Reconocer cuándo tenemos que llevar a nuestros hijos al pediatra es muy fácil: en los primeros meses de vida, las consultas son programadas y buscan hacer un seguimiento del desarrollo y detectar en forma temprana cualquier problema que pudiera aparecer en la salud física. Cuando son más grandes, consultamos cuando vemos síntomas  claros: dolor de garganta, fiebre, tos, diarrea…

Pero cuando se trata de la salud mental no nos resulta tan fácil monitorear si todo está bien o hay algún aspecto que amerite una consulta profesional.   

“Generalmente, quienes suelen darse cuenta primero son las personas externas”, explica la psicóloga y orientadora educacional Romina Torrilla. “Los motivos principales por los que un niño llega a una consulta son por derivación de la escuela (cuando lo sugiere el equipo de orientación educacional o los docentes) o porque el pediatra observa que algunas cuestiones orgánicas no tienen que ver con ello”.

Cómo saber si mi hijo tiene que hacer terapia: síntomas

Los síntomas y motivos son muchísimos. Algunos de los más frecuentes son: mal comportamiento en la escuela, dificultades para aprender, problemas alimenticios, angustia al separarse de los padres, entre otros. La escuela es el ámbito donde mejor aparecen estos signos de alarma.

Otras veces, son los pediatras los primeros en detectarlos, cuando parecen tener un origen del orden médico. “Por ejemplo, un nene que no te escuche, que no hable o que tenga un retraso en su lenguaje puede tener dificultades auditivas”, explica la especialista y aclara que no siempre se deben atribuir estos problemas a cuestiones psicológicas: “Hay que descartar en primer lugar las situaciones de origen orgánico para darnos cuenta si esto es de orden psicológico”.

En menor proporción, los síntomas aparecen en casa. Como cuando tienen enuresis o encopresis (incontinencia urinaria y fecal). En estos casos, suelen ser los padres los primeros en detectarlos. Pero muchos no consultan, tienden a normalizar la situación y encontrar formas de sortearla; como dejar de llevarlos a una pijamada, por ejemplo.

“Lo primero a tener en cuenta por parte de una mamá o un papá son las variantes de conducta: que el nene esté más callado, más caprichoso, irritable, que se enoje fácilmente son signos”, señala Torrilla.

Y da cuenta de lo difícil que es medir y cuantificar la salud mental, ya que somos seres individuales que tenemos tiempos diferentes. Por eso, la recomendación es observar lo que sucede día a día y estar atentos a sus cambios de conducta: si era un niño que tenía muchos amigos y de pronto deja de ser tan sociable; si era una persona extremadamente divertida y de forma repentina deja de serlo; si le gustaba hacer deportes o leer y deja de hacerlo de un día para el otro, por ejemplo.

Cómo elegir el terapeuta más adecuado para un chico

A la hora de elegir el profesional más adecuado, generalmente es el pediatra quien ofrece una sugerencia. En otros casos, se busca un psicólogo especializado. La recomendación de Torrilla es elegir el profesional que nos genere confianza y ver si nuestro hijo sale contento de la consulta.

Al ser menores, los papás deben y necesitan estar acompañando de alguna forma a sus hijos. Por eso asisten no solamente a la entrevista inicial, sino a todas las que se necesiten para hacer un trabajo en conjunto con el profesional. “La idea es que el psicólogo cuente con los padres y viceversa, para poder alojar la demanda”, explica la profesional, quien destaca que genera mucha angustia en los papás que a sus hijos les esté pasando algo; por eso es imprescindible que sepan que no están solos y sus hijos van a salir adelante.

Para la especialista es importante que los chicos sepan la verdad, que el psicólogo es una persona con la que se va a compartir y se van a realizar entrevistas que no siempre serán a través del diálogo, sino a través de la forma en la que ellos encuentren su libertad de expresión (a través de una lectura, del dibujo o de los juegos, que pueden ser simbólicos o reglados): “Suelo explicarles que somos como médicos de los afectos y que ellos tienen la posibilidad de expresar lo que sienten (enojos, alegrías o tristezas) de la manera que quieran”.

El tratamiento depende de la sintomatología. Y su finalización también es individual: se pueden dar pausas y después seguir. También destaca que hay chicos que inician y encuentran su propio espacio para dialogar; entonces es difícil a veces realizar un corte. Lo mejor es terminar cuando los papás y los niños logran tener herramientas para poder sobrellevar la situación.

Experta consultada: Romina Torrilla, Lic. y Prof. en Psicología (UNLP). Orientadora educacional en el colegio Ceferino Namuncurá de City Bell. IG: @lic.torrillaromi

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