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Sexo: reconectá con el placer de tus tetas

El mundo las fetichiza, pero... ¿nosotras qué hacemos con ellas? En esta nota, te damos un posible GPS para reconectarnos con su poder, disfrutarlas y cuidarlas más.




Nuestras tetas tienen un poder peculiar. No tanto por su poder de cerrar cuentas de Instagram, atraer hombres de cualquier edad y clase social, representar gestos activistas, lanzar carreras de artistas y hacer que un bebe se mantenga vivo y crezca fuerte. Olvidate de esto. Nuestras tetas tienen un poder suave que va mucho más allá de lo que hacen por –y en– otros. Es el poder de conectarnos con el mundo sensorial y despertar emociones profundas y especiales en nosotras... si tan solo nos dejaran experimentar tranquilas. 

Mirá tus tetas bajo una nueva luz: la luz del día. Buscá aquella claridad que las saca de la censura, pero no de las redes sociales o de los medios de comunicación, sino de la censura profunda y sutil que implica el propio desconocimiento. Acá te damos algunas ideas para explorar una de las zonas más sensibles de esa enorme antena sensorial llamada cuerpo.

CONECTATE CON LAS SENSACIONES

Si tuviste la chance de retozar en la playa con tu torso liberado o de sentir el mar o el río acariciándote suavemente, entonces es probable que te hayas sentido como reestrenando tu cuerpo. Reestrenamos el cuerpo cuando descubrimos que somos capaces de sentir emociones y sensaciones que no sabíamos que existían. Aunque ciertos contextos culturales no ayudan, con un poco de maña siempre podemos encontrar rincones en los que ser libres: olvidar la mirada del afuera para concentrarnos en sentir. Vale la pena buscarlos.

DESINHIBITE UN POCO

¿Qué tan necesario es usar corpiño? ¿O darte vuelta en el vestuario para que tus compañeras no te las vean? ¿Usar remera para dormir? Cuando te ponés a pensar en la cantidad de veces que las tapamos en vano, encontrás infinitas posibilidades de trabajar la desinhibición. La libertad de tus pechos comienza con tu creatividad para buscar formas de vivir con naturalidad tu torso desnudo en situaciones no sexuales. Acomodar cosas en tu casa, mirar una serie, leer un libro en cuero, es algo que raramente contemplamos en el menú de posibilidades liberadoras, pero está ahí.

REGISTRÁ SUS CICLOS

El placer que te dan cuando entran en contacto con la piel de tu amante, la forma en que tus pezones se ponen en alerta ante las sensaciones y la manera en que se transforman a través de tu ciclo menstrual son algunos de los procesos que resulta interesante registrar en nosotras. Descubrir lo que las activa e, incluso, los ejercicios físicos que afectan los músculos que están debajo de ellas. El poder de reconocer tu cuerpo te permite no ser tan vulnerable a los discursos externos que te llegan sobre lo que representan y cómo deberías “usarlas”. 

CUIDATE Y MIMALAS

Enjabonar tus tetas, dedicarles un tiempito con una esponja suave o hidratarlas, es algo que rara vez hacemos a conciencia. Hábitos como untar tus pezones con aceites naturales son algo que no solemos incorporar a la rutina y que, sin embargo, representan un gesto que nos permite registrar cotidianamente una parte del cuerpo más asociada a la polémica que al placer. 

EXPLORALAS EN LA CAMA

Una tarea exploratoria es jugar, sola o con un amante, a estimular únicamente tus pechos. Olvidate del uso de los genitales. Probá ejercer distintos niveles de presión y de roce, matizá muy bien las caricias, rozá casi sin tocar. Si estás con alguien, pedile que te haga sentir su respiración en la zona, sus pestañas, que haga contacto con los labios cerrados y con las yemas de los dedos.

Si querés subir un poco los decibeles, algunas personas disfrutan juegos fuertes en los pezones. Los apretones y ciertos retorcimientos también pueden funcionar para la exploración. Si querés probar sensaciones raras, pero no tan extremas, aplicá lubricantes fríos o calurosos, hielo y atrevete a los masajes sostenidos en forma circular. 
 

COQUETEÁ CON EL NIPPLEGASM

Sí, llegar al orgasmo a través de los pezones es factible. La mayoría de nosotras lo descubrimos por accidente. La explicación de esto es que la estimulación de los pezones crea respuestas en las mismas zonas del cerebro que la estimulación de los genitales. Si no sabes cómo encarar un nipplegasm, hacé un ejercicio interesante: imaginate que tu pezón es tu clítoris y jugá tal como lo harías con él. Luego, simplemente andá mirando tus respuestas y siguiendo la ruta del placer.

Experta consultada: Silvina Valente. Ginecóloga, obstetra, sexóloga y autora de El superpoder de la educación sexual.

Amores

Cuatro notas para entrar en el mundo de las relaciones.

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