Sexo tántrico: por qué nos ayuda a mejorar nuestra autoestima

En el segundo episodio de Revolución sexual, Sole Simond y Euge Castagnino charlaron con Francesca Gnecchi sobre sexo tántrico.

por

Euge Castagnino

Soledad Simond

1 de marzo de 2023

Sexo tántrico, el tema que aborda el podcast Revolución sexual, con Francesca Gnecchi. - Créditos: Getty

Francesca Gnecchi es periodista especializada en sexualidad. Está convencida que la sexualidad es holística: o sea, no solo tiene que ver con nuestros cuerpos, sino también con nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestra energía y nuestro espíritu. A partir de esa mirada es que llegó al sexo tántrico, una propuesta que nos puede ayudar a mejorar nuestra autoestima.

Este es uno de los temas que Sole Simond y Euge Castagnino charlaron con Francesca Gnecchi en el segundo episodio de Revolución sexual, en donde hablaron sobre el cambio de paradigma que implica el sexo tántrico.

Fran también es una revolucionaria: fue la primera mujer en fundar una boutique erótica en Buenos Aires. Sí, nada de sex shops oscuros y misteriosos, sino todo lo contrario... en su tienda busca romper con una industria del placer dominada por los hombres. Con ella, exploramos el mundo de la sexualidad tántrica, para permitirnos gozar en otros niveles.

“El tantra es mucho más abarcativo, pero tiene una parte que es la sexualidad”, aclara. Explica que nosotros tenemos una línea de energía sexual que podemos ir despertando a través de la meditación, respiraciones, distintas prácticas del tantra. Una de esas energías que podemos despertar es la sexual, la más poderosa y creativa.

A esa energía se la puede destinar al acto sexual con otros o con una -dice-, pero también nos da herramientas para usar en la vida en general.

Para ella, la sexualidad holística, abarcativa permite ir desafiando guiones preestablecidos. Aquellos que, por ejemplo, vinculaban la sexualidad con la reproducción. Es un cambio de paradigma.

“El tantra es romper con esos guiones establecidos y cada una arme sus propios guiones. Buscamos empezar a tramar mente, cuerpo y alma. Vivir los encuentros desde otro lugar, salir de los lugares donde fuimos educados”, comenta en el podcast de OHLALÁ!

Posiciones sexuales que buscan potenciar el placer.

Sexo. 3 posiciones sexuales para potenciar el placer

Salirse de esos guiones nos permite vivir la sexualidad más libremente. Y nos mejora la vida en distintos aspectos. Uno de los que destaca Francesca es que el tantra nos ayuda con la autoestima. “Por eso empieza con personas desnudas bailando”, escenifica. El cuerpo no está siendo juzgado, sino que es un espacio de goce.

El tantra al salirse del guion hace que no busquemos ese final que es el orgasmo, sí el placer, el descubrirnos, poner el foco en lo que podemos ser con nuestro cuerpo en todo su trayecto. Todo eso mejora nuestro goce, nuestro placer con lo que somos en el aquí y ahora, y nos mejora nuestra autoestima.

Y recomienda que, aunque alguien no practique el tantra, puede sacar de esta perspectiva herramientas para usar en la vida en general.

Lo que aprendí del tantra

Que nuestros cuerpos son un templo sagrado: por lo que debemos respetarlos y cuidarlos con amorosidad.
Que no es una búsqueda solo sexual: el tantra puede cambiarte la percepción de la sexualidad y de tu cuerpo, pero también puede ayudarte a sanar traumas, a abrirte, a relacionarte, a despertar desde un nuevo lugar.
A cambiar la mirada sobre la desnudez: en estos encuentros la desnudez es tan natural que una puede sentir la necesidad de liberarse y dejarse llevar. Acá lo genital no es visto desde el mismo lugar desde el que solemos verlo en la sexualidad occidental, donde, por lo general, recortamos el cuerpo y los genitales son el foco, dejando que otras áreas de mucha sensibilidad se vayan durmiendo. Con este masaje les devolvemos la vida.
A soltar las presiones que tenía con mi cuerpo: antes de comenzar con estas prácticas, a veces lo juzgaba y no lograba soltarme. En ocasiones, ocultaba partes que no me gustaban y me miraba al espejo algunas veces con cierto desprecio, pero hoy lo veo como un templo al que debo cuidar.