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Vacaciones: identificá cuál es tu tipo de cansancio y cómo podés relajar en el verano

Llega el mes del relax para muchas de nosotras. Pero si no, también es una oportunidad de que este 2023 sea menos exigido y con más pausas.




Llegó enero: el mes que suena a descanso con tan solo pronunciar su nombre. Si te tomás vacaciones, tu mente ya está planeándolas o saboreándolas. Y si no te las tomás todavía, es inevitable, igualmente, entrar en mood bajar un cambio y buscar la forma de regalarte pequeños respiros en lo cotidiano. Encarar un año nuevo nos enfrenta con el cansancio que traemos en la mochila de los meses que pasaron y, sobre todo, de diciembre, que es, por excelencia, una época de la que salimos agotadas. Por eso, te invitamos a indagar dónde se juega tu cansancio hoy para ayudarte a entrar en tu modo relax, enero, verano. 
 

¿Qué es el cansancio?

El cansancio suele sentirse como una fatiga que tiene un principio, pero parece no tener un final. Quizá dormiste un montón y seguís teniendo sueño. O te desconectaste un día entero, pero seguís sin pilas para encarar una conversación. Tal vez te tomaste dos o tres jornadas sin trabajar, y cuando tuviste que volver a la oficina te diste cuenta de que no fue suficiente. Y la lista sigue.   

Podemos estar cansadas de todo, literalmente. Por lo general, el cansancio físico es el que más rápido sentimos, pero el emocional pesa un montón y el social otro tanto. ¿Qué es lo complicado? Cuándo vas tachando los casilleros y se van sumando todos. ¿Te miraste de reojo en el espejo y más allá de las ojeras ves un (casi) monstruito irritable? Bueno, frená un toque y hacete la pregunta: ¿de qué estoy tan cansada? Es fundamental que te escuches a vos misma para poder identificar lo que te está irritando y ponerle un fin aunque sea por unos días. Casi como una intoxicación que te hace mal a la panza, las cosas que nos agotan llegan a un límite en el que tenemos que decir stop
 

DIME TU CANSANCIO Y TE DIRÉ CÓMO RELAJAR

El de las demandas: “No quiero escuchar un solo más ‘maaá, maaá...’”

Es el más difícil de asumir porque suele darnos culpa, pero ¿no estás harta del “ma..., maaaaaá”? Es muy natural que, si tenés hijos (chicos o grandes, no es una cuestión de edad), necesites un recreo de tu rol panóptico que todo lo ve, soluciona y resuelve. Y si no los tenés, igual sabés perfectamente de qué hablamos: demandas ajenas de todos los wines que nunca cesan. ¿No era la época de descansar? Pues no: hay que armar las viandas de la colonia, los planes de los más chicos, las valijas de toda la familia, los trajes de baño del año pasado que les quedan chicos a todos y las infinitas preguntas de “¿dónde está?” porque parece que solo vos conocés la ubicación de las cosas del resto.  

¿Cómo lo identificás? Posiblemente, estés tan agotada que te cueste hasta contestar “sí” o “no”. Tal vez revolees los ojos a la primera y te irrites por pedidos que en otro momento no te molestarían, incluso cosas que te encantan se pueden tornar un fastidio. Si estás en esta, es porque estás un poco pasada de demandas ajenas.

Una clave para relajar: agendá tiempo 100% para vos. Sí, es hora de un tiempo para vos. Un tiempo de calma, de que nadie requiera el 100% de tu atención. Puede ser que le avises al resto que vas a tomarte una hora (o un par, mucho mejor) para desconectarte, porque necesitás –profundamente– silencio. ¿Lo mejor? Agendarte unas horas de caminata, salir de tu casa o irte con un libro a tomar un café pueden ser planazos.

El de las movidas familiares: “Cortemos con el clan un ratito”

Después de atravesar diciembre airosas, de haber preparado el vitel toné y las ensaladas con peras, de abrir los regalos y de llevar de acá para allá las sobras que parecen no terminarse jamás, suena el teléfono para proponer otro almuerzo familiar. ¿Cómo no vas a estar agotada? Un límite, te pido.

¿Cómo lo identificás? Cualquier plan con menos de tres personas y que no requiera un menú te parece mejor que un asado en familia.

Una clave para relajar: aprender a decir que no. Tenemos que superar el miedo a hacer sentir mal al resto y poder decir “no, gracias, esta vez paso porque necesito descansar” o “este año preferimos irnos de vacaciones solos”. La familia es la familia y que priorices tu paz mental no va a romper el amor ni los lazos sanguíneos. 

El de los eventos sociales: “No me inviten... si saben cómo me pongo”

Te vas a la playa, a la montaña o al medio del campo y siempre hay alguien con buenas intenciones que quiere juntarse y hacer alguna. Si te quedaste en la ciudad, todos los días recibís un mensajito de algún amigo o amiga que te invita a tomar algo antes de que llegue la noche. ¿No terminan nunca los encuentros sociales? Todo bien con las nochecitas de verano que invitan a salir... pero ¿no está bueno también quedarte en casa con una serie, el ventilador y un cuarto de helado?

¿Cómo lo identificás? Cuando alguien propone un plan, te quedás en blanco pensando: “¿De verdad esto es un buen plan?”, y dudás: no te sale el sí de movida. Amiga, eso ya es una re señal de que podés dejarlo pasar.

Una clave para relajar: dejá de lado el FOMO. Siempre hay tiempo para compartir otra situación entre amigos. Si no es hoy, puede ser mañana o la semana que viene. Si necesitás un poquito de soledad, entonces regalátela.

El eterno “no doy más”: el cuerpo pide pista

La necesidad física de parar aun cuando los días están divinos, la ciudad está vacía y todo está preparado para que encares cualquier cosa con buena voluntad hace que sientas que hasta la bicicleta te está reclamando algo. Pero hay algo que suena más fuerte: el cuerpo simplemente te grita “dale, amiga, necesito quietud y que pares un cachito”. Y es muy simple la ecuación: cuando no sabés cuándo parar el cuerpo, él mismo genera algún mecanismo de defensa para que pares.

¿Cómo lo identificás? Literalmente, el cuerpo te pide que pares y cualquier actividad extra que le sumás te cuesta el triple. Volvés de trabajar pensando que una caminata cuando baje el sol sería estupenda, pero no: él quiere tirarse en la cama. ¿Qué tal hacerle un poco de caso?

Una clave para relajar: escuchar lo que tu cuerpo te dice. Si tu cuerpo no da más, solamente tenés que darle el respiro que necesita. Y si podés, aprovechá y pegate una vuelta por el médico para un chequeo a ver si realmente es agotamiento físico o hay algún indicador de salud que está medio desfasado.

El del enrosque mental: “La cabeza no me para... y la lista de pendientes tampoco”

Enero suele ser un puente entre el final de un ciclo y el comienzo de otro que parece no empezar hasta fines de febrero o incluso marzo. Sin embargo, apenas conseguimos la agenda 2023 nos llenamos de listas nuevas de cuestiones pendientes que se suman a la del año anterior que todavía no terminó por frustrarnos. Proyectos, objetivos, desafíos, presupuestos: pareciera que todo tiene que ser determinado ya. ¿No te viste alguna vez en la playa, al sol, con un cuadernito en el que anotás todo lo que tenés que hacer en los próximos 365 días? Y entonces, ¿cuándo descansás de tus propias expectativas?

¿Cómo lo identificás? Sos la reina del planning y te sentás a planificar con los pies en el pasto y la sensación no es placentera: en lugar de parar desde un lugar de armonía frente a lo que viene, te parece un panorama desolador. Ojo, quizá sean proyectos espectaculares, pero tu mente no está para proyectar sino para tomarse unos días. 

Una clave para relajar: ¿qué pasa si planificás en febrero? Bajá un cambio. Respirá: no entran 365 días de proyecciones en una tarde. Tal vez enero no sea el mes indicado para planificar con lujo de detalles todo lo que viene porque mucha gente está de vacaciones, no vas a encontrar las respuestas que querés y te vas a frustrar por dejar la lista a la mitad. Andá de a poquito: ponete menos objetivos a corto plazo, quizá para el primer bimestre y que no impliquen ponerles tanta expectativa a los 11 meses que siguen.
 

Una checklist personal

Por Nicole Kogan. Psicóloga. @hoyhayterapia. 

Por alguna razón asociamos entonces enero con comienzos. Como las expectativas muchas veces son altas y nuestros objetivos son muy grandes, con la idea de hacer todo, terminamos estresadas y cansadas. Pero si aprendemos a regular, puede ser distinto. ¿Cómo es esto? Empezando a hacer registros a lo largo del año para evitar llegar tan cansadas al final y entonces empezar diferente el año nuevo. ¿Cómo hacer un registro consciente? 

Escuchar al cuerpo: muchas sabemos nuestro punto débil, qué parte del cuerpo nos grita cuando la mente no se hace cargo o quizá porque sea demasiado. Sin embargo, muchas de nosotras no tenemos idea, o partes del cuerpo que no solían manifestar síntomas ahora son novedad...
Hacerte preguntas: dejalas a la vista en un post it en la heladera o en el espejo. ¿Me sentí con poca o mucha energía? ¿Me enojé fácilmente o estuve tranqui? ¿Hice actividades sociales aunque no tenía ganas o hice lo que quería? ¿Me duele o pesa alguna parte del cuerpo? Si es que me siento cansada..., ¿qué puedo hacer la semana próxima para bajar un cambio? ¿En qué parte del cuerpo estoy sintiendo el cansancio? 

Pedir ayuda: si la carga es mucha y no sabés cómo salir de este estado, siempre podés pedir ayuda a un ser querido o un profesional.

Experta consultada
Nicole Kogan. Psicóloga.
@hoyhayterapia. 

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