5 formas de usar lo que tenés para renovar tu casa sin gastar un peso

El primer paso del challenge: mover. Cambiá de lugar los muebles, aunque sea por un rato. Pasá una silla del living al dormitorio, poné la mesa de luz en el pasillo, llevá una lámpara al baño. A veces, un solo cambio modifica toda la energía del ambiente. Lo mismo con adornos, floreros, libros o cuadros: rotarlos crea una sensación de novedad sin sumar nada nuevo.

Consejo extra: probá dejar espacios más vacíos. Lo que no está también decora.

¿Tenés una alfombra que siempre estuvo en el mismo sentido? Girala. ¿Un mantel que amás y usás poco? Colgalo como fondo decorativo, tipo tapestry. Las telas generan calidez, y cambiar su uso les da una segunda vida.

Bonus track: animate a poner un pareo de verano como cubrecama, o una bufanda tejida sobre el respaldo del sillón. Mirá tus textiles con otros ojos.

¿Esa blusa con estampado divino que ya no usás? Podría ser una funda de almohadón. Un vestido que te encanta pero no te queda más, puede transformarse en un camino de mesa o en una cortina para un estante abierto. Abrí el placard con mirada creativa: no todo lo que está ahí tiene que volver al cuerpo. Puede decorar.

Agrupá objetos por gama cromática y creá una mini exposición en una repisa o rincón. Libros, tazas, velas, frascos, latas, fotos, papeles, caracoles… lo que tengas. Al juntarlos por color, el efecto es armónico y visualmente potente.

¿No sabés por dónde empezar? Elegí un color y recorré tu casa con esa consigna. ¡Vas a sorprenderte con lo que encontrás!

Abrí los cajones. Mirá el fondo de los estantes. Revisá esas cajas que no abrís hace meses. Seguro hay objetos lindos que ya no recordabas, y que podrían ocupar un lugar protagónico. El desafío: rotar lo que está a la vista. Cambiar la decoración no siempre es sumar: a veces es sacar y poner distinto.