Deco: una argentina viviendo en Valencia nos abre las puertas de su casa
Un fotógrafo español y una estilista de moda argentina, amantes de la buena vida, son los dueños de este piso valenciano de los años 30, lleno de arte y objetos con historias.
Producción de : Florencia Vicente Lago
9 de octubre de 2022
Analía y Javier sobre el sillón Coronado del diseñador italiano Tobia Scarpa. Lo compraron de segunda mano y lo retapizaron. “Sigue siendo muy confortable, a pesar de ser de 1966”. Además, alfombra importada de Persia y mesita de mármol hecha por un herrero valenciano. - Créditos: Laura Milazzo.
Él es un valenciano que hace asados y no paella. Ella, una argentina con tonada española que deja escapar sus raíces. Juntos viven en este departamento de 1933 que guarda mucha historia, con sus gemelas, Mina y Fedra, de casi 21 años, y su hijo perruno, Mahler, por el compositor austríaco Gustav Mahler.
Se conocieron trabajando: Javier Ferrer Vidal es fotógrafo y Analía Lanfranco es estilista de moda. Si hay algo que los distingue –y se percibe a la distancia–, es su manera de disfrutar la vida, de vivir el hoy: son viajeros innatos, foodies experimentados y buscadores cosmopolitas. De esos que recorren ciudades para conocer culturas, descubrir sabores y comprar piezas del lugar, que incluyen buen arte, objetos artesanales y muebles vintage, que son parte de este refugio que armaron juntos.“La casa ha evolucionado –dice Javier–. Ahora, nos estamos desprendiendo de lo superfluo para quedarnos con lo esencial”. “Hoy se respira más”, agrega ella. Y es que, además, tiene techos bien altos que dan amplitud y una terraza que regala aire y luz natural, además de muchas “barbacoas”.
Sus pasiones también las llevan a sus emprendimientos. Pusieron una casa de regalos con aires de tradición española y una pastelería que está de moda. “Fuimos pioneros en el concepto de brunch en Valencia”, cuentan. Analía ya tenía expertise: “Me crié en un obrador, rodeada de harinas”. Su familia tenía una pastelería en Villa General Belgrano, en Córdoba, donde pasó su adolescencia. “La cocina nos une mucho –asegura Javier– y Ana es una cocinera alucinante”.
Analía y Javier sobre el sillón Coronado del diseñador italiano Tobia Scarpa. Lo compraron de segunda mano y lo retapizaron. “Sigue siendo muy confortable, a pesar de ser de 1966”. Además, alfombra importada de Persia y mesita de mármol hecha por un herrero valenciano. - Créditos: Laura Milazzo.
Una casa con historia
Javier y Ana cuentan que llegaron a esta vivienda un poco de casualidad y cuando entraron se enamoraron: techos altos, molduras, pisos de baldosa hidráulica y una terraza que no esperaban. Tiraron algunas paredes para ampliar y unificar dos departamentos en uno. Limpiaron los mosaicos y buscaron mantener la historia con objetos de otros tiempos. Porque la construcción tiene mucha historia detrás y muy valiosa: la escalera del edificio aún conserva una grieta que se produjo por el bombardeo a la estación de ferrocarriles, en plena Guerra Civil. “No creemos demasiado en la razón a la hora de elegir. Si cuando entras a un espacio algo te emociona, compra esa vivienda. No le des más vueltas”, les dijo un amigo arquitecto. Y así fue: ya pasaron veinte años y muchas historias más. “Siempre buscamos la esencia de las cosas y que perduren en el tiempo”, dicen. Por eso, eligieron blanco en las paredes, muebles clásicos y objetos bien pensados: “Te hace evitar modas pasajeras para no arrepentirte”.
Javier tomaba mucho té verde cuando descubrió el mate. “Ahora toma más mate que cualquier argentino”, se ríe Ana. - Créditos: Laura Milazzo.
Cocina abierta
El concepto de cocina abierta con barra une. Porque es un espacio que disfrutan mucho, solos o en compañía. “Siempre nos reunimos en torno a la cocina”, cuenta Ana. “A ella le encanta cocinar y a mí, comer”, se ríe Javier, que a veces hace de “Juanita” (la ayudante de cocina de Doña Petrona). A los dos les gusta recibir y mantener esa costumbre bien argentina de invitar amigos a comer y vestir la casa. Siempre con mantelería, cerámica, flores y velas encendidas. Así, el sector social es el que más usan. “Las habitaciones, solo para dormir”, dicen. En la otra página: el cuarto de su hija Fedra con muebles que compraron en Ikea y la joyita es un ángel del Siglo XVIII que compraron en un anticuario de La Puglia, confirmando el amor por el mix entre la historia y lo moderno.
“Somos muy de ir a anticuarios. Constantemente, buscamos mobiliario y hacemos cambios”, comparte Ana. - Créditos: Laura Milazzo.
“En la habitación de Fedra hay una lámpara creada por mí, a partir de una antigua tulipa de cristal”.
cuenta Javier