"En el Barro": charlamos con Valentina Zenere y Ana Garibaldi sobre cómo fue construir el éxito de Netflix

 

Para Valentina Zenere, encarnar a Marina fue un paso natural motivado por su incesante búsqueda de desafíos. "Todo lo que sea un desafío me encanta", confesó, subrayando su deseo de contar historias cada vez más reales. Venía de otro policial -interpretar a Nahir Galarza en Nahir-, y el cambio a Marina representó una inmersión en una realidad muy distinta a su vida cotidiana, un tipo de personaje que siempre anheló interpretar. Su admiración previa por Sebastián Ortega -hoy su actual pareja- y su tranquilidad durante el casting, sin grandes expectativas, resultó en un proceso exitoso. La rapidez con la que todo se concretó —recibir los ocho capítulos y comenzar el rodaje en apenas dos o tres semanas— fue un torbellino que Valentina abrazó con entusiasmo.

Uno de los puntos más impactantes del personaje de Marina es su profunda transformación, que la lleva a incursionar en la generación de contenido para adultos en la cárcel, incluyendo una escena muy hot con María Becerra. Valentina describió la experiencia como "súper divertida" y destacó la profesionalidad con la que se abordaron estos momentos. "Hablamos todo muchísimo antes", enfatizó, resaltando la presencia de la coach de intimidad, una figura clave. Cada detalle fue ensayado y consensuado, asegurando que ambas actrices supieran "por dónde sí, por dónde no", lo que facilitó un rodaje ameno y respetuoso.

Por su parte, Ana Garibaldi se enfrentó al desafío de dar vida a Gladys Borges, un personaje crucial que ya adoramos en "El Marginal" y que funciona como el nexo entre una historia y otra. Para ella, la gran responsabilidad de su rol residía en mostrar "las otras partes de Gladys", una faceta mucho más vulnerable y sensible. A pesar de ser el mismo personaje de otras entregas, Ana destacó el apoyo de un grupo espectacular y un elenco que la ayudó un montón. Lo que más le atrajo de esta transformación fue la posibilidad de exhibir una Gladys más "mamá pata" de este grupo de convictas, donde la contención de la expresión actoral se convirtió en un hermoso trabajo. "Es lindo hacer ese laburo con un mismo personaje en otra situación", comentó, describiendo como ideal la oportunidad de hacer a una Gladys "un poco más buena" y menos sanguinaria que la que construyó en El Marginal.