Más de 2 horas de maquillaje diario: así fue la transformación de Leo Sbaraglia para convertirse en Menem

La serie, que cuenta con ocho episodios y fue producida por Claxson y Yulgok Media, abarca un período clave en la vida política del país: desde la salida de la dictadura y la renovación democrática hasta la crisis económica que pavimentó el camino para que un outsider como Menem llegara al poder. La narrativa se detiene en momentos personales y públicos, mostrando los vínculos políticos, la construcción del personaje y el modo en que la televisión y los medios ayudaron a moldear su imagen.

El guion, basado en hechos reales aunque con licencias dramáticas, intenta explorar los matices del personaje: su carisma, su astucia política, su vínculo con el poder y su manera particular de hacer campaña. Sin caer en la caricatura ni en la idealización, Menem ofrece una mirada ambiciosa sobre una figura polémica que sigue despertando pasiones.

Una de las claves del impacto visual de la serie reside en la caracterización de Leo Sbaraglia, a cargo del equipo encabezado por Loli Giménez y Marcos Cáceres. Según detallaron, la preparación completa del personaje llevaba exactamente 2 horas y 15 minutos cada día de rodaje.

El proceso comenzaba con el afeitado de rostro y cabeza, seguido por la neutralización del tono natural de piel y la posterior aplicación del nuevo color. Luego venía una larga lista de detalles minuciosos: colocación de lentes de contacto para replicar el color de ojos de Menem, aplicación de pegamento en las comisuras externas de los ojos para dar el efecto de párpado caído, delineados específicos, pegado de patillas y peluca (cuya forma redondeada fue clave para lograr el óvalo facial más ancho), peinado, soportes internos para ensanchar la nariz y una prótesis interna en la encía inferior que generaba el característico labio inferior volcado. También se marcaban líneas de expresión en la frente, ojeras y surcos nasogenianos, y se aplicaba color y textura especial en las manos.

“El desafío era lograr una versión creíble y humana de Menem sin caer en la caricatura”, explicaron. Entre los rasgos que definían el rostro del expresidente y que hubo que replicar con precisión estaban los ojos caídos, la nariz ancha, el tono de piel particular, el labio inferior prominente y el característico peinado con el frente redondeado.

El resultado, complementado por el trabajo actoral de Sbaraglia —que también entrenó la voz, los gestos y los modos de caminar del político riojano—, es una transformación integral que ya generó elogios en redes y medios. “Había que lograr que el espectador viera a Menem, pero también que pudiera empatizar con el personaje”, apuntó Cáceres. El equilibrio entre realismo y emoción fue, según el equipo, el verdadero corazón del trabajo.