The Weeknd tocó en Argentina: ¿estuvo su show a la altura del éxito abrumador de Coldplay?

Una puesta en escena teatral. Al llegar al venue una de las cosas que más impresiona es el enorme escenario que se creó para el show: con una plataforma principal (en donde está la banda) y un pasillo que recorre todo el campo delantero para llegar hasta el inicio del campo trasero, existen distintas puestas que funcionan como miniescenarios para cada una de las canciones. En el fondo una ciudad futurista destruida rodeada por una pantalla gigante que va cambiando de mood a lo largo del show, una escultura plateada gigante de una mujer que gira y cambia de color y al final una luna enorme. Junto a un gran grupo de bailarinas que van performando una coreografía más conceptual, el propio Abel se mete en personaje para estar casi el 70% con un casco en mood mandaloriano y un brazo de metal.

Un hit tras otro. Con un recital que arrancó apenas pasadas las 9 de la noche y que terminó cerca de las 11.30, After hours til dawn es un tipo de espectáculo que no para un segundo y quizá uno de los shocks más grandes es ver performar a Abel una canción tras otra sin (casi) tomarse respiro. Mucho más allá de Save Your Tears o Blinding Lights, es en esa maratón de temas que sos realmente conciente de que la discografía del cantante canadiente está -realmente- repleta de hits que cantás con todo el corazón y los pulmones.

Muchísima buena onda. Quizá otra de las cosas divertidas a destacar del show es el mix súper diverso que compone el público fan de The Weeknd en donde nos encontramos con grupos de adolescentes hasta parejas de más de 50 años, todos bailando y disfrutando de la música del cantante. En un mood de buena onda absoluta, After hours til dawn no solo es un show en el que él no frena un segundo, sino también en donde sus fanáticos no dejan de bailar, saltar y abrazarse; lo cual completa la experiencia.

Un Abel Makkonen Tesfaye que sonríe de oreja a oreja. Mucho más allá de que un espectáculo, es muy transparente cuando un artista viene a hacer su trabajo versus cuando realmente está disfrutando de su show y su comunión con el público. Abel fue, sin lugar a dudas, parte de este segundo grupo. En el segundo que se saca su casco futurista, se lo veía sonriendo de manera constante, asombrado por la reacción del público y jugando con la pasión argenta de hypear: promocionando los cantitos de cancha, metiéndole "Argentina" a cada una de las canciones que podía, agradeciéndo por el amor recibido.