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Fue una de las 14 enfermeras en Comodoro Rivadavia durante la Guerra de Malvinas y este año logró que la reconozcan como ex-combatiente

Alicia Mabel Reynoso es una de las 14 enfermeras de la Fuerza Aérea que participaron de la Guerra de Malvinas. Durante años luchó por el reconocimiento de su labor en las Fuerzas Armadas


Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso

Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso



En 1982, Alicia Mabel Reynoso y otras 13 enfermeras estuvieron en el Hospital Reubicable de la Fuerza Aérea Argentina en Comodoro Rivadavia. Ahí atendieron a los heridos que eran evacuados de las Islas Malvinas. Durante años, las enfermeras lucharon por ser reconocidas plenamente como veteranas de guerra. Aunque existe la Ley 23.118 desde los noventa y desde 2014 la reglamentación de que los DNIs de los excombatientes deben llevar una leyenda que lo indique, recién el año pasado Alicia pudo completar sus trámites. “Este 11 de mayo llegó a mis manos el primer documento con la leyenda ‘heroína de la Guerra de Malvinas’. Pero para mí, los héroes son los 649 que quedaron allá. Yo me considero una patriota, una gran luchadora por los derechos de las mujeres”, afirma Alicia.
Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso

Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso

Una vocación irrefrenable

En la escuela de Estación Carbó, en Gualeguaychú, había una caja roja con curitas, algodón, aspirinetas. Cada alumno era responsable de “la Cruz Roja” por una semana. Alicia Mabel Reynoso nunca quería devolverla. Cuando se recibió de la secundaria le dijo a su mamá que quería estudiar enfermería, pero ella le respondió que no. Así que se mudó a Santa Fe, donde vivía su hermana, estudió y se recibió. “No podría hacer otra cosa de mi vida. Si vuelvo a nacer sería nuevamente enfermera. Ser enfermera no es fácil, es mirar con el corazón, tener mucha empatía”, asegura.
“No podría hacer otra cosa de mi vida. Si vuelvo a nacer sería nuevamente enfermera. Ser enfermera no es fácil, es mirar con el corazón, tener mucha empatía” - Alicia Mabel Reynoso
Alicia trabajó en Santa Fe, en Buenos Aires, atendió pacientes tras una gran inundación en Chaco y hasta viajó a Haití con los cascos azules. En plena pandemia y, a punto de jubilarse, estuvo en la primera línea en la campaña de vacunación. Pero lo que marcó su carrera fue su paso por Comodoro Rivadavia.
En enero de 1980, con apenas 22 años ingresó a la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Alicia trabajaba en una clínica privada cuando vio la propaganda que reclutaba mujeres para una prueba piloto. Se presentó, rindió exámenes y entró, junto con otras veinte mujeres. “En el primer desfile de julio nos mandaban a lavar los platos. Nos costó abrir camino, porque era un lugar pensado por y para hombres. Nosotras estábamos tan compenetradas en que teníamos que servir sí o sí. Era un desafío y creo que, en el interior, cada una decía: voy a demostrar que puedo. También eran buenos sueldos, te brindaba estabilidad económica, una obra social buena”, recuerda.
Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso

Foto gentileza de Alicia Mabel Reynoso

Crónicas de un olvido

Alicia primero fue destinada como Jefa de Enfermería y en 1982 la enviaron a Comodoro Rivadavia a atender heridos de guerra.El soldado llegaba y se encontraba con estas mujeres militares, vestidas iguales que ellos, pero con un idioma y un trato diferente. Ellos se animaban a hablar y nosotras nos enteramos de lo que iba pasando en las Islas por ellos. Fuimos un poco madres y contención, a pesar de que solo teníamos algunos años más que ellos”, relata.
Sin embargo, su labor fue ocultada durante muchos años. Durante casi 30 años Alicia se mantuvo en silencio sobre los días de horror que le tocó vivir. Trabajó, se casó, tuvo hijas, nietos, se separó. En 2010, la carga era tan pesada que tuvo un intento de suicidio. “Ser NN entre tus pares vivientes es muy difícil. No puedo entender que nos hayan olvidado así y que nos dijeran que no fuimos. Nos dicen que no cruzamos a Malvinas, que no nos manchamos los borcegos con la turba malvinera. No crucé, no cruzó nadie, porque estaba prohibido cruzar, pero sí nos manchamos borcegos con sangre. Nadie es más o menos veterano porque va a un cajero a cobrar, la veteranía de guerra es otra cosa, ni siquiera con la muerte se pierde”, expresa.
Foto gentileza de Nathalie Jarast

Foto gentileza de Nathalie Jarast

Luego de ese episodio, escribió el libro Crónicas de un olvido, destinado a estudiantes, donde narra su experiencia. Además, su historia y la de Ana Masitto y Stella Morales, dos de sus compañeras, fue retratada en el documental “Nosotras También Estuvimos” del director Federico Strifezzo, que se estrenó en 2021. “Me he codeado varias veces con la muerte, tuve un ACV, estuve en dos guerras (Haití y Malvinas), intenté no vivir más. Pero hoy vivo el día a día. Disfruto de mis hijas, mi casa, mi perro, mis nietos y de este triunfo que me costó mucho. Tuve que soportar burlas y empujones, amenazas, difamación, que aún hoy siguen”, confiesa.
Gracias a su lucha fue reconocida como ex-combatiente y hoy tiene la leyenda correspondiente en su DNI. “Nos han dicho tantas cosas y muchos se olvidaron de pedir disculpas, como si en sus diccionarios esa palabra no estuviera. Pero me quedo con el amor de la gente que me acompañó en todo este tiempo y ahora celebramos entre todos, porque esta lucha, que fue individual, es el triunfo de todos”, sostiene.

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