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“Mi emprendimiento me salvó la vida”. Mientras estudiaba le detectaron un linfoma y así se dio cuenta de qué producto que faltaba en el mercado

Carmela Bustelo es la fundadora detrás de House of Cholas y nos cuenta su historia de vida


Carmela Bustelo. Foto gentileza de Tienda Nube

Carmela Bustelo. Foto gentileza de Tienda Nube



“El peor momento de tu vida puede ser el mejor momento de tu vida”. Al principio esa frase no tenía ningún tipo de connotación positiva para Carmela Bustelo pero, con el paso de los meses y los años, se dio cuenta que -tal vez- su psicóloga había tenido algo de razón en aquella cesión después de su primera ronda de quimio, cuando le recomendó enfocarse en alguna actividad.
Allá por octubre de 2017, Carmela estudiaba arquitectura cuando decidió ir a la guardia tras meses luchando con un broncoespasmo. Después de varios estudios le detectaron un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer en los ganglios linfáticos. Con el apoyo de su familia y amigos comenzó el tratamiento, sabiendo que la caída de su larguísimo pelo era inevitable. Pero no iba a permitir que la enfermedad alterara sus gustos por la moda, los accesorios y los colores. Con su propio cabello se mandó a hacer una peluca, además de varias vinchas y turbantes para sentirse más cómoda, ya que el mercado existente no se adaptaba a sus necesidades.

Rompiendo ese estigma de la enfermedad

Muchos de los pañuelos regulares no son aptos para uso oncológico -entre otras cosas, pueden irritar la piel- y los que sí lo son solo se pueden adquirir en farmacias o centros especializados. El panorama de usar “una media” en la cabeza no entusiasmaba a Carmela que, alentada por sus amigas, decidió dar el salto hacia el mundo emprendedor con House of Cholas.
La filosofía principal detrás de la marca no solo se adapta a las necesidades de aquellos que transitan situaciones parecidas, sino a la idea de poder hacer a un lado el estigma del ‘pañuelo en la cabeza’ como sinónimo del cáncer. En este caso, las vinchas y turbantes para uso oncológico también pueden ser un objeto de diseño y un símbolo de la moda que impone tendencia.
Escéptica ante el panorama de que alguien vaya a querer un turbante -”Mi tía me va a comprar uno de onda y nadie más”-, Carmela igual abrió una cuenta de Instagram para probar suerte, en un principio llamada “Las Cholas” (como le dicen sus amigas cariñosamente), contando lo que estaba atravesando y mostrando esas 10 vinchas y pañuelos que usaba día a día. La historia se viralizó.
“Quiero que los productos lleven un poco mi esencia, la actitud que le puse al tratamiento de ir siempre para adelante y el positivismo” - Carmela Bustelo

Cuando 10 se convirtieron en miles

Ese día, Carmela se fue a dormir súper cansada después de la quimio. A la mañana siguiente seguían lloviendo notificaciones: “Cuando me desperté, teníamos casi dos mil seguidores en Instagram. Me llamaban de todos los medios, me pedían ventas por mayor, me preguntaban si hacía envíos. Yo solo tenía esas 10 vinchas y turbantes [que eran míos] y ya los tenía vendidos. Así empezó toda esta locura”.
Cuando Bustelo comenzó el tratamiento, su mamá le pidió a Pablo -su modisto de cabecera en Bahía Blanca- que la sacara del apuro confeccionando esos ‘modelos exclusivos’ a partir de espaldas de camisas recortadas y otros retazos. Cuando “Las Cholas” explotó, el teléfono de Pablo volvió a sonar, esta vez para cubrir más de 150 pedidos nuevos.
En ese entonces, las ventas se cubrían con viajes al Once para comprar telas y las destrezas ‘costureras’ de mamá, Pablo y la tía de Carmela. Todo muy artesanal. Con el tiempo se expandieron y empezaron a trabajar con un taller de emprendedoras de la Municipalidad de Bahía y hoy en día “estamos trabajando con tres talleres distintos para poder llegar a cumplir toda la demanda que tenemos”, explica la emprendedora.
“Al principio teníamos solo dos modelos: una vincha y un turbante. Y empecé a pensar en base a mis necesidades porque, lo bueno, yo era mi propia clienta ideal”, cuenta Carmela. Así surgió el que lleva su nombre: un turbante con elástico que cubre toda la cabeza e imita a un pañuelo atado “sin necesidad de tutoriales”. Ese fue el verdadero momento del ‘clic’ cuanto creyó que podía diseñar, armar un producto, hacer líneas y colecciones.
“Creo que House of Cholas no es solo el producto, sino también la experiencia, la historia, el acompañamiento. Me encantaría poder llevar todo lo que significa a otros lugares y abrirnos al mundo” - Carmela Bustelo
House of Cholas. Foto gentileza de Tienda Nube

House of Cholas. Foto gentileza de Tienda Nube

Un tropezón que no fue caída

La historia de Carmela es una historia de resiliencia. Para abril de 2018 debía terminar su tratamiento, pero los estudios no mostraron resultados positivos. Por delante le quedaban procedimientos más agresivos, más cesiones de quimio y mucho tiempo de internación. Parecía que el emprendimiento iba a llegar a su fin, ya que los showrooms presenciales no eran una opción para ella. El destino quiso que una amiga que no veía desde hace tiempo le ofreciera regalarle el diseño de una Tiendanube.
Carmela lo pensó -”¿Apenas sé cómo vender y voy a tener una tienda online?”-, lo charló con su mamá y aceptó la propuesta que le daría el impulso definitivo a House of Cholas: “Cada pasito que íbamos dando no lo planeamos. Eran oportunidades que se nos iban presentando en los tropezones. O sea, nosotros pensamos que eran tropezones y, de repente, se presentaba una oportunidad para crecer y para hacer algo más grande”.
Hace un año que Carmela está en remisión, mejor que nunca. La tienda online representa un 90% de las ventas y, además, House of Cholas tiene oficinas en CABA y Bahía Blanca para poder retirar pedidos y que las compradoras tengan la posibilidad de probarse, ampliando su experiencia. No solo aquellas que atraviesan la enfermedad, sino los consumidores en general. “Nos han comprado enfermeras que necesitan cofia y no quieren ponerse una descartable, entonces se ponen una ‘Chola’. Médicas que hacen cirugías, cocineras, masajista, o sea, se abrió todo un abanico de productos”.
“Yo siempre digo que las Cholas me salvaron la vida”, concluye Carmela y nos deja una gran reflexión: “Cuando uno ve todo el caos, esa es también la magia del emprendedor. Correr los escombros y decir: ‘Mira, acá hay una oportunidad, una idea y un proyecto’. Y bueno, de eso pueden salir un montón de cosas.”

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