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Sanación espiritual: qué es la salud y la enfermedad para la kabbalah

La maestra Batsheva Meron nos invita a reflexionar y cambiar nuestra conciencia para mejorar.


Batsheva Meron, maestra de las enseñanzas del Rav y Karen Berg.

Batsheva Meron, maestra de las enseñanzas del Rav y Karen Berg. - Créditos: Batsheva Meron



En términos kabbalísticos, el concepto de sanación tiene que ver con la energía. Una energía que abunda en el cosmos y, por ende, en nuestro interior. Cultivando la conciencia podemos desarrollar la capacidad para sanar el cuerpo y la mente, en pocas palabras, podemos aprender a ser más felices. “Cuando camino la vida con certeza y con apreciación soy feliz”, asegura Batsheva Meron, maestra de las enseñanzas del Rav y Karen Berg, que pasó por el Centro de Kabbalah Argentina para profundizar en estas cuestiones y tantas otras.

Para sanar, primero debemos entender qué es la salud y qué es la enfermedad. Pero para aquellas que no están en tema, también repasamos qué es la kabbalah y qué lugar ocupa la mujer en esta escuela de pensamiento.

¿Qué es la kabbalah?

“Es la sabiduría más antigua que existe, la que nos explica, en una forma profunda, de qué se trata la vida, cómo funciona, cuáles son las leyes cósmicas que rigen el universo”, expone Batsheva y recalca que la kabbalah “es como un manual de vida porque te dice cómo funciona lo que conviene y lo que no conviene”.

La kabbalah enseña que existe el libre albedrío, de modo que no hay nada realmente mandatorio. “Nosotros somos la causa, los responsables absolutos de lo que somos, lo que tenemos, lo que nos pasa, tanto de lo bueno como lo que catalogamos como malo”, continúa Meron, resaltando que la importancia de la kabbalah reside en entender las reglas del juego para tomar mejores decisiones y llevar a cabo mejores acciones.

Todo en este universo funciona bajo el sistema de causa y efecto, acción y reacción. Lo que inyecto al cosmos es lo que retorna a mí. Inyecté positivo, retorna positivo. Inyecté negativo, retorna negativo. No hay tal cosa como víctimas y victimarios, no hay mala suerte o buena suerte, no hay casualidades o coincidencias, y Dios tampoco tiene nada que ver con lo que nos pasa aquí abajo.

Batsheva Meron

Entender que somos la causa es lo mejor que nos puede pasar

¿Por qué? Como dice la maestra, “si yo soy la causa, entonces, yo lo puedo cambiar, no dependo de nadie, de nada, solo del cambio de actitud, del cambio de conciencia, porque todo depende de la conciencia. De la conciencia con la que estoy actuando, la conciencia con la que decido, la conciencia con la que hablo”. Fuimos creados como seres receptores, pero no sabemos recibir en la forma correcta, con la conciencia correcta. Ese es el papel de la kabbalah que, justamente, significa recepción.

La importancia de la energía femenina

Uno de los puntos más importantes en el estudio de la kabbalah es entender cuál es la fuerza y el papel de la mujer. A lo largo de la historia –y la mayoría de las religiones–, el rol femenino fue tomado de manera literal, lo que llevó a un sinfín de malas interpretaciones. “La kabbalah nos explica qué es la mujer, cuál es su papel, cómo fue creada, desde dónde fue creada, por qué fue creada”, una visión totalmente opuesta a los credos que nos suelen dejar de lado.

“Los hombres y las mujeres tenemos papeles muy distintos en este universo físico, papeles que se complementan. Venimos a hacer un trabajo en conjunto. Ellos no pueden tomar nuestro lugar y nosotras no podemos tomar el de ellos”, dice Batsheva. Ambos son importantes. El hombre es el transmisor de energía y nosotras somos las receptoras, encargadas de manifestar o revelar esa energía. “El hombre tiene lo que la kabbalah conoce como la responsabilidad del tikún, la corrección de este mundo físico: corrección personal, corrección colectiva y corrección global. Nosotras somos el motor de ese transmisor, su fuerza de empuje”.

A pesar de que la mujer es una fuerza receptora, tiene muy en claro su rol de dadora, su necesidad de compartir y ayudar. Por eso no es extraño ver una mayoría femenina en profesiones u oficios específicos de servicio como docentes, enfermeras o terapeutas. Además, son las que más abundan en cualquier corriente espiritual, ya que es su naturaleza.

La mujer es considerada una fuerza receptora, una vasija. Nuestra alma es la vasija que contiene la fuerza del Creador, nuestra alma es nuestra verdadera esencia y nuestra alma es una vasija cuya inteligencia es el deseo de recibir para dar y compartir. Es una fuerza positiva, bella, hermosa, poderosa, pura.

Batsheva Meron

“Cuando camino la vida con certeza y con apreciación soy feliz”.

“Cuando camino la vida con certeza y con apreciación soy feliz”. - Créditos: Batsheva Meron

Herramientas para la sanación

Para la kabbalah, la salud es la causa y la enfermedad es el efecto. La luz del Creador es la salud y la desconexión de esa luz es la enfermedad. “Todos somos imperfectos, todos tenemos debilidades y fortalezas. Esas actitudes negativas nos van desconectando de esa fuerza de luz y nos vamos conectando a esa enfermedad, que no es más que un punto oscuro en un órgano específico”. Entonces, ¿cómo recuperamos la salud?

  • “Cambiando nuestra conciencia, cambiando nuestras actitudes, utilizando nuestras fortalezas para transformar nuestras debilidades. Yendo de una conciencia reactiva a una conciencia más proactiva, y volviendo a reconectar todos los circuitos que nos vinculan con la luz del Creador”.

  • Tenemos el Zohar, el texto fundamental de la kabbalah, escrito hace 2000 años en arameo. “Las letras arameas hebreas transmiten energía, transmiten luz del mundo espiritual hacia este mundo físico. Es una herramienta poderosísima, porque cuando lo escaneamos es como enchufarnos a la electricidad para llenar el tanque de luz”.

  • Esto nos ayuda a tener una mejor conciencia, así como el cuidado y el respeto por el planeta, la creación, el reino animal y el reino vegetal. “Es muy importante lo que sale de mi boca, pero también es muy importante lo que entra por mi boca porque es energía”.

  • “El médico es un canal, pero el médico no es el que me cura. Yo me curo conectándome con la luz del Creador, la luz del Creador es la salud. Encontrar al médico correcto es un mérito de la conciencia donde estoy y cómo me manejo dentro de esa enfermedad”. Hay que abandonar la actitud receptora, la conciencia de víctima y aprender a salir nosotros mismos.

¿Cómo se llega a la felicidad plena?

“Cuando aprendes a apreciar todo lo que tienes en la vida, cuando aprendes a agradecer lo que eres y cuando decimos que amamos a Dios, sea la religión que sea”, reflexiona Meron. Claro, siempre puede haber ‘peros’ y contratiempos, pero levantarnos a la mañana y ver el mundo que nos rodea debería ser suficiente para agradecer una nueva oportunidad de vida: “Hay tanto que ver y agradecer en la vida, como no voy a sentir apreciación. Y desde ese punto de apreciar empiezas a conectar con esa felicidad; cuando entiendes y aceptas que los procesos de tu vida, pequeños o grandes, fáciles o muy difíciles, son oportunidades para crecer, aprender y mejorar. Todo depende de cómo enfrentas tú ese proceso, bien o mal”.

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