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Tiene 23 años y acaba de terminar una carrera en el MIT

Cecilia Pérez Gago estudió Ingeniería Aeroespacial en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, dentro de poco, será la primera mujer argentina en completar un posgrado en el departamento de AeroAstro.


cecilia-abre.jpg - Créditos: Gentileza



Una apasionada de la aviación, del conocimiento y de la naturaleza. Se graduó en el Carlos Pellegrini, estudió en Nuevo México dos años y con solo 19 fue aceptada en el MIT, algo que, le decían, era casi imposible. 

Ganó muchísimos premios y da charlas a estudiantes que buscan oportunidades para graduarse en el exterior. Le gusta transmitir este mensaje: todo se puede. Tiene 23 años, pero parece haber vivido toda una vida. 

Creció en Almagro, su terruño, en una familia de tres: su mamá, su papá y ella. Recuerda que lo que más le gustaba era trepar árboles y mirar para arriba, siempre para arriba. Le daba curiosidad ver qué había más allá. ¿Qué buscaba? O, mejor, ¿qué quería alcanzar?

Cecilia viajó a cumplir un sueño.

Cecilia viajó a cumplir un sueño. - Créditos: Gentileza

 

Contanos de tu infancia en Almagro…

Bueno, era una chica muy curiosa. Siempre queriendo conocer más y más. No tenía mucho contacto con la naturaleza, pero era algo que me fascinaba. Por eso trepaba cuanto árbol se me cruzaba por el camino y me quedaba horas mirando para arriba. Creo que de esa forma me sentía cerca de la naturaleza. Me iba bien en el colegio, pero nada que digas wow, o sea, me iba bien, pero hasta ahí. 

Fuiste al Pellegrini, una de las mejores escuelas preuniversitarias que tiene Buenos Aires…

Sí y tuve la suerte de poder mezclarme con muchos pensamientos distintos que me nutrieron. Fue una apertura de cabeza inexplicable. También, al ser hija única, estaba todo el tiempo charlando con adultos. A los 5 años la volví loca a mi mamá para que me lleve a clases de inglés. Había una profe en el edificio que me daba clases una vez por semana, pero yo quería ir más. Entonces no paré hasta conseguir ir tres veces por semana. Así era de chiquita, ávida de conocimiento.

¿Cómo te diste cuenta que lo que te gustaba eran las ciencias duras?

En el 2008 se estrena “21 Blackjack” con Jim Sturgess y Kate Bosworth, una película que me vuela la cabeza. Con esa película dije: “Hay un lugar donde los nerds se juntan a hacer cosas piolas, estudiar y pasarla bien al mismo tiempo”. Los nerds también pueden ser cool jajajja. Lo cierto es que con esa película me di cuenta que mi camino era el de las ciencias duras. Siempre supe que quería hacer algo relacionado con la matemática o con la física, pero no quería ser matemática o física, yo quería hacer algo más. 

cecilia-1.jpeg - Créditos: Gentileza

 

¿Qué era ese “algo más”?

Recuerdo de chica ir a hacia zona norte por la autopista Illia y, cuando pasábamos por aeroparque, yo siempre veía los aviones y decía: “Ay, son re bonitos”. Nunca había tenido ni un avión de juguete. Y en mi familia nadie nunca habló de aviones. Por mirar para arriba, desde un auto o desde un árbol, y enamorarme de esas naves, fue que empecé a investigar sobre ingeniería aeroespacial. 

¿Cómo sigue la historia?

Primero empecé a tomar clases de física. Un día, mi profe Nancy me dice: “Tenés que ir a las Olimpiadas de Física”. Yo no tenía ganas, pero ella intentó convencerme. “Vas a aprender un montón y te vas a divertir, no importa el resultado, la competencia te da mucho más que eso”. No la escuché en ese momento sino dos años después jajajja. Las olimpíadas me abrieron un montón de puertas. Quedarse después del colegio para estudiar ya es un acto nerd que te junta con otros nerds: así fue que empecé a encontrar una comunidad, un espacio y una identidad donde me sentía más cómoda que en otros ámbitos.

¿Y cómo fue que terminaste estudiando afuera?

En el 2018 apliqué para un programa de United Colleges (Colegios del Mundo Unido) y quedé. Me tocó ir a Nuevo México, Estados Unidos. Colegios del Mundo Unido son secundarias internacionales que hay en varios países donde enseñan el bachillerato internacional, como si fuera cuarto y quinto de secundaria. Yo creo que me tocó este lugar porque a mí me encanta la naturaleza y Nuevo México tiene un programa donde te enseñan muchos tipos de cosas de supervivencia en el exterior. Fue una oportunidad muy linda y, si bien no fue beca completa, gracias a mis padres pude pagar el resto. 

cecilia-3.jpeg - Créditos: Gentileza

 

¿Qué pasó después de esa experiencia de dos años en United Colleges?

La secundaria en Estados Unidos sigue un modelo bastante europeo.Te dan un tutor que te ayuda a entender cómo aplicar a universidades, cosa que a mí nunca me había pasado. Tener a alguien que me guíe tan de cerca fue espectacular. Pensé en la carrera que quería, Ingeniería Aeroespacial, nada más y nada menos que en el MIT, y me tiré el lance de aplicar. Mi tutor me sentó y me dijo: “Mirá, nadie entra acá, pero intentalo.” Y lo intenté.

Aplicaste para una de las mejores y más prestigiosas universidades a nivel mundial, con más de 120 años de trayectoria…

Yo sabía que el MIT recibe muchos aplicantes que han hecho cosas brillantes en la vida y yo sentía que no había hecho nada muy brillante. Lo único que yo sabía era que tenía esa sed incontrolable por el conocimiento. Por eso, desde un principio, en las primeras entrevistas, les dije: “No tengo ninguna experiencia, pero tengo muchas ganas de aprender”. 

Wow. ¿Y cómo recibiste la gran noticia?

Era 14 o 15 de marzo de 2020, justo cuando arrancaba la pandemia. Estábamos sentados en el auditorio con la directora del colegio en Nuevo México que nos decía que teníamos que volver a nuestros países porque empezaba algo que era muy complicado -hablaba de la pandemia-. En ese mismo momento me suena el teléfono: tuve que salir corriendo del auditorio para recibir la noticia más linda y emocionante de mi vida. Tenía que ser: me habían aceptado en el Massachusetts Institute of Technology. No lo podía creer. Arranqué la carrera en el 2020 de forma virtual, y desde Argentina, por la pandemia. 

Y acá estás, ¡ya terminaste los 4 años de carrera!

¡Sí! El primer año fue complicado, pero ya en segundo año me dieron un premio por mi desempeño y por el hecho de ser una de las pocas mujeres internacionales en hacer una carrera que, tristemente, está llena de gente que es muy parecida y viene de lugares muy similares. Y bueno, ahí fue que me enteré que para aplicar temprano al posgrado de aeroespacial estando en la carrera tenía que tener el promedio de, como si te dijera, más o menos, 9.80. Me dije a mí misma: “Lo vamos a lograr”. Y hasta poder llegar a ese promedio no paré. En tercer año me di cuenta de que tenía el promedio que quería y que podía aplicar temprano al posgrado.

 

¿Cómo es el tema de la salida laboral?

Para los extranjeros, después del tercer año de carrera es complicado, pero no imposible: estudiar aeroespacial y ser internacional se pone difícil porque muchas compañías en las que uno podría trabajar reciben fondos del gobierno y por eso no se les permite contratar a extranjeros, entonces la oferta laboral es escasa. 

¿Dónde te gustaría trabajar?

Me imagino trabajando en la industria espacial. Soy piloto, pero siempre quise trabajar en la construcción de aviones.

¿Qué tipo de aviones?

Te la debo porque el mercado, lo que es el State of Art, cambia todos los días. Hoy estamos en lo electrónico y con el hidrógeno, pero mañana nunca se sabe. Entonces no sé dónde voy a terminar, pero mi investigación en el posgrado es sobre factores humanos en accidentes. Y cómo diseñar sistemas para ayudar al piloto en situaciones donde hay una falla mecánica. Creo que la cosa va a ir por ahí…

No dejas de ser una chica de 23 años. ¿Cómo equilibras la vida académica con la vida social, dos mundos tan lejanos entre sí?

Los primeros años me costó muchísimo. Creo que eventualmente aprendí que hay que priorizar lo social y las amistades. También aprendí que estar rodeada de gente que está en la misma situación es clave. Salir a cenar o a tomar algo, ir al gimnasio o salir en grupo requiere encontrar a la gente correcta. Yo creo que me costó, pero eventualmente uno encuentra gente que está más o menos en la misma. Tengo muchos amigos acá en Boston, personas que me acompañan todos los días, y estoy agradecida por eso. Tengo amigos que viven acá cerca y nos vamos turnando de casas. Cuando me canso de la mía me voy a la de ellos jajajaj.

¿Qué mensaje te gustaría dejarle a otros jóvenes estudiantes?

Quiero que mi historia le sirva a otros: sueñen en grande que todo se puede. Busquen, investiguen maneras de encontrarle la vuelta si quieren estudiar afuera. Las becas que conseguí no fueron por mérito ni excelencia académica, sino por necesidad económica. La carrera en el MIT fue más complicada de lo que pensaba. Pero nunca paré de estudiar y de luchar, estando lejos de mi familia y de mis amigos. Y de eso se trata, de nunca bajar los brazos y nunca, pero nunca, renunciar a nuestros sueños.

 

El programa que hizo al terminar el Pelle se llama United World College (https://www.uwc.org/). Cada pais tiene un comité, es ahí donde uno aplica para ser considerado. También tienen programas de verano de inmersión cultural súper interesantes. Más info del comité argentino y del movimiento acá: https://ar.uwc.org/

La manera en que la mayoría de la gente aplica al MIT y otras universidades Ivy League (léase Yale, Columbia, Princeton, Harvard, etc.) es a través de un programa llamado EducationUSA (https://educationusa.org.ar/). 

También está la beca para women in aerospace en Argentina. La beca se llama WIATT (Women in Aviation,  Travel and Tourism) que otorgan en Aeropuertos Argentina junto con la Universidad Austral. La beca cubre la carrera completa de ingeniería en la Austral. Es un programa federal y están invitadas las chicas de todo el pais.

Una de las cosas más importantes para Cecilia es que recibió una beca que se llama wings scholarship, que es una beca de distinción académica al nivel Estados Unidos en ingenieria aeroespacial y fue elegida para representar al MIT. Más info acá: https://wingsclub.org/scholarships/.

 

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