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19 de noviembre, Día de la Prevención del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes: ¿por qué la ESI es clave? 

El 19 de noviembre es el Día para la Prevención del Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes. La experta Andrea Aghazarian, autora del libro Después del abuso sexual, explica por qué la ESI es el modo de prevención.


niño contra el abuso sexual

19 de noviembre: día de la prevención del abuso sexual de niños y adolescentes. - Créditos: Getty



Cada 19 de noviembre se conmemora el Día para la Prevención del Abuso Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes, una fecha instaurada para concienciar sobre la protección de menores y promover políticas y acciones para prevenir, detectar y responder al abuso sexual infantil.  

Fue instituido a partir de 2000 por la Fundación de la Cumbre Mundial de la Mujer (WWSF, por sus siglas en inglés), con estatus consultivo de las Naciones Unidas, para promover la lucha contra la pedofilia y la explotación de niños, niñas y adolescentes, en un intento por generar protección efectiva mediante la difusión y la adopción de acciones concretas y sistemáticas.  

La Ley de Educación Sexual Integral (ESI), regulada por la Ley N.º 26.150, sancionada y promulgada hace 18 años, establece el derecho de todos los estudiantes a recibir educación sexual integral en todas las escuelas del país, tanto de gestión pública como privada, y en todos los niveles educativos. Esta es la principal herramienta que existe para prevenir el abuso sexual infantil. Al garantizar una educación sexual que abarque no solo los aspectos biológicos de la sexualidad, sino también los aspectos psicológicos, sociales, afectivos y éticos, promueve el respeto por la diversidad y los derechos humanos. 

 

La licenciada en Psicología Andrea Aghazarian, autora del libro Después del abuso sexual, relatos de tratamientos psicoanalíticos (Ciccus), se manifiesta en esta línea de pensamiento. Acaba de publicar un libro de divulgación que revela testimonios de su trabajo con personas abusadas en el que puede leerse, desde el prólogo de su colega, el licenciado Alejandro Viedma, hasta las conclusiones finales, lo vital de la ESI, una ley aún de implementación dispar y puesta en discusión por el gobierno de Javier Milei. Una de las últimas evidencias de esto es la denuncia por la inclusión de la novela Cometierra, de Dolores Reyes, promovida por los colegios secundarios como parte opcional del plan de educación sexual integral que delinea la ESI. 

"La única prevención contra el abuso sexual es enseñarles a los chicos a cuidarse: cuáles son sus zonas íntimas, qué es lo que no le tiene que pasar, qué tiene que hacer si le pasa algo que no le gusta”, enumera la experta en abuso sexual infantil. 

En su libro, Aghazarian expone ocho historias distintas entre sí que destaca como significativas de personas que atendió en su consultorio y que ayudó a empezar a sanar. Ella hace hincapié en la importancia del proceso terapéutico en víctimas de abuso y en sus entornos. 

 

- ¿Por qué publicar este libro y con estas historias? 

- Creo que los casos en el libro son muy diferentes entre sí en todos los aspectos. Cada caso refleja una situación distinta que impactó mucho en mí desde un sentido clínico. Todos los relatos son representativos de distintas dinámicas en el abuso y en el proceso terapéutico. Algunos pacientes tienen recuerdos claros de lo que les pasó, otros no, y eso cambia la manera en que se desarrolla el tratamiento. Es decir, un paciente que recuerda su experiencia desde niño vive un proceso terapéutico muy distinto a alguien que recién durante la terapia empieza a recordar lo sucedido. También hay personas que, a pesar de saber que fueron abusadas, parecieran haberlo integrado como algo "normal" en sus vidas, lo cual es una situación particular que también muestra el libro. 

Quise quitarle al libro la terminología estrictamente técnica, porque me interesa que sea accesible, que se entienda en una amplia variedad de lectores, desde profesionales de la salud hasta el público en general. Creo que cada quien, según su contexto, podrá encontrar en este texto información relevante: un analista verá ciertos aspectos, mientras que una persona sin conocimientos en psicología verá otros. 

Libro Después del abuso sexual, de Andrea Aghazarian.

Libro Después del abuso sexual, de Andrea Aghazarian. - Créditos: Gentileza Andrea Aghazarian

- ¿Cuál es la importancia de visibilizar el proceso terapéutico? 

- Lo importante del libro es mostrar el proceso terapéutico en sí mismo, lo que pasa dentro de la terapia, y no solo las historias de abuso, ya que estas por sí solas no reflejan el camino hacia la sanación. Estoy compartiendo el proceso que ocurre en el consultorio, no simplemente historias de trauma. Aquí se trata de cómo una persona atraviesa un tratamiento, qué herramientas usamos y cómo se interviene. 

- ¿Considerás que tu libro también puede ayudar a otros terapeutas? 

- Sí, absolutamente. Me parece que podría haber sido un libro académico, en tono clínico, pero decidí que fuera de divulgación, accesible para una audiencia general. Sin embargo, aquellos terapeutas que lo lean podrán encontrar valiosas herramientas y ejemplos de intervención que les ayudarán a abordar el abuso con sus pacientes. Respeté rigurosamente las cuestiones clínicas para que sirva como referencia de estudio. Desde un enfoque de formación para profesionales en esta temática, creo que puede ser una herramienta valiosa para reflexionar y pensar cómo abordamos estos temas tan difíciles en el consultorio. 

 

- ¿Qué creés que puede ocurrirle a una víctima de abuso sexual que lea el libro? 

- Hay víctimas de abuso que ya lo leyeron y recibí sus comentarios. Una víctima puede encontrar en el libro relatos con los que se identifique y le generen esperanza de mejora. Lo fundamental del libro es que muestra que es posible sanar y seguir adelante con lo vivido, que hay maneras de transformar el dolor en una vida más plena. Al leer, puede reconocer emociones o situaciones que ha experimentado, y eso es importante. Sin embargo, cada uno lo lee cuando puede y como puede, porque el tema puede causar angustia y dolor, y se necesita tiempo para procesarlo. 

- ¿Cómo impacta el abuso en la vida adulta y en las relaciones? 

- El abuso impacta profundamente en la vida de una persona, especialmente en su sexualidad y en cómo experimenta el deseo. No me refiero solo al acto sexual, sino a la capacidad de desear, de sentir deseo y de expresar afecto. Muchas víctimas sienten culpa, lo cual es producto de lo traumático de la experiencia y de los abusadores que manipulan psicológicamente a la víctima. Esto puede llevar a problemas en la vida sexual, como anorgasmia o evitación del contacto físico. Es importante que los terapeutas trabajemos para quitar toda culpa de la víctima y colocarla donde corresponde: en el abusador. Hay efectos en otras áreas también, como la autoestima, la autoimagen y la capacidad de confiar en otras personas. Esto puede repercutir en la forma de vestirse o en la dificultad para relacionarse plenamente con los demás. 

- ¿Qué otros síntomas o comportamientos revelan que una persona sufrió abuso? 

- Las víctimas suelen desarrollar síntomas y dificultades en diversas áreas de la vida. Esto puede incluir pesadillas, problemas de imagen corporal o de integración en su historia personal. A menudo, hay vacíos en sus recuerdos y momentos que prefieren no recordar ni compartir, incluso con el entorno cercano. Esto puede llevar a relaciones distantes con otras personas, y sus parejas pueden sentirse confusas o no entender bien su comportamiento.

 

- ¿Cómo creés que el feminismo ayudó a visibilizar estos temas? 

-El feminismo ha sido un motor de cambio en esta área. Un ejemplo emblemático es el caso de Thelma Fardin, quien al hacer su denuncia pública inspiró a muchas personas a hablar por primera vez sobre sus propias experiencias. Antes de esa denuncia, la mayoría de los sobrevivientes se abría solo en el consultorio, mientras que después de ese evento, las personas comenzaron a hablar en redes sociales y entre sus amistades. Esto fue muy importante porque no solo visibilizó el tema, sino que también evidenció las falencias en el sistema de justicia, que es un sistema lento y, muchas veces, revictimizante. 

- ¿Considerás importante que el abuso sexual infantil no prescriba? 

- Totalmente. La prescripción es absurda en casos de abuso, porque las víctimas hablan cuando pueden, y no siempre es en el momento en que ocurrió el abuso. Es importante entender que la capacidad de hablar del tema llega cuando la persona ha tenido tiempo de procesar lo vivido, y eso puede tomar años. Además, el trauma puede quedar latente hasta que algo lo desencadena, y es entonces cuando la persona siente que está lista para hablar. 

- La Organización Mundial de la Salud menciona que uno de cada dos niños atraviesa violencia sexual en algún momento de su vida: ¿cómo leés esta estadística? 

- Esto tiene que ver con una cultura patriarcal, donde tanto mujeres como niños eran, y a veces siguen siendo, percibidos como posesiones del varón. Por mucho tiempo, la sexualidad era un tema privado, y lo que ocurría dentro de los hogares no se hablaba. Hoy en día, el abuso sigue ocurriendo, pero estamos en un proceso de cambio cultural en el que cada vez hay menos tolerancia hacia el abuso, y se le da mayor visibilidad al tema. Sin embargo, aún hay sectores que se resisten a la educación sexual integral (ESI), que es esencial para enseñar a los niños a protegerse. 

- ¿Cuál es el papel de las madres en casos de abuso infantil? 

- La situación de las madres es muy dolorosa y compleja. Muchas veces son las primeras en enterarse y tienen que enfrentarse a la revelación de que la persona que eligieron como pareja es un abusador. Esta resignificación es muy difícil para ellas. Es fundamental que las madres crean en los testimonios de sus hijos, porque no hacerlo puede tener consecuencias devastadoras para la relación y para la sanación de la víctima. Para un niño o niña, la madre es la primera persona que podría haberlo rescatado, y cuando esto no ocurre, puede ser muy difícil que la víctima logre superar la experiencia. 

 

- ¿Cómo se puede prevenir el abuso infantil? 

- La única prevención real es la educación, y aquí la ESI juega un rol fundamental. Es necesario enseñar a los niños sobre sus zonas íntimas, a identificar situaciones que los hagan sentir incómodos y a saber que tienen derecho a decir que no. También es importante que puedan reconocer un abuso y comunicarlo a un adulto. Sin embargo, la educación no solo debe ser en el aula: los padres también deben enseñar a sus hijos a protegerse y hablar abiertamente de estos temas en el hogar. 

- ¿Qué importancia tiene el entorno de la víctima en el proceso de sanación? 

- El entorno juega un papel crucial. Si la víctima se anima a contar su historia, es importante que las personas cercanas comprendan y apoyen. Entender que los efectos del abuso pueden perdurar en el tiempo y que no son una cuestión de voluntad, sino de un proceso de sanación profundo, es esencial. Incluso las parejas de sobrevivientes deben recibir información y apoyo para comprender los cambios en su relación y cómo pueden acompañar en el proceso de recuperación. 

- ¿Qué esperás lograr con este libro? 

- Espero que este libro sirva para dar esperanza a quienes han vivido abuso, para demostrar que es posible reconstruir una vida y encontrar herramientas para sanar. Quiero que los lectores comprendan que la terapia no es solo recordar el trauma, sino un proceso en el que uno va resignificando la historia, aprendiendo a vivir con el dolor de una manera menos devastadora. Cada caso que relato tiene un cierre que deja ver que la recuperación es posible. 

Con Después del abuso sexual, Aghazarian ofrece una perspectiva integral y profundamente humana sobre el abuso y el proceso terapéutico, subrayando que, aunque el camino es difícil, siempre que se encare un tratamiento que involucre la palabra hay una oportunidad de empezar a sanar y a vivir de otra manera. 

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