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Sol Ortiz: “Escribir sobre el abuso fue animarme a alzar la voz con algo muy oculto en la familia"

La joven escritora cuenta en su libro autobiográfico cómo transformó en palabras su historia marcada por el abuso, y cómo la escritura se convirtió en un camino de resiliencia, amor propio y responsabilidad social.


Sol Ortiz: “Escribir sobre el abuso fue animarme a alzar la voz con algo que estuvo muy oculto en la familia"

Sol Ortiz: “Escribir sobre el abuso fue animarme a alzar la voz con algo que estuvo muy oculto en la familia" - Créditos: Gentileza Sol Ortiz



La joven escritora Sol Ortiz acaba de publicar Sucio, salvaje, intenso. Crónicas de un vida resiliente (Editorial El guardíán literario), un libro autobiográfico en el que se sumerge en las luces y sombras de su historia personal. Con valentía, pone en palabras experiencias que marcaron su infancia y adolescencia, entre ellas el abuso, y las resignifica desde la adultez como un acto de sanación y de responsabilidad social.

A lo largo de las páginas, también se permite narrar sus vínculos, la búsqueda del amor y la fuerza de la resiliencia, con un tono íntimo y poético que invita a reflexionar sobre cómo transformar el dolor en potencia vital.

Sol Ortiz: “Escribir sobre el abuso fue animarme a alzar la voz con algo que estuvo muy oculto en la familia"

Sol Ortiz: “Escribir sobre el abuso fue animarme a alzar la voz con algo que estuvo muy oculto en la familia" - Créditos: Gentileza Sol Ortiz

- Sol, ¿por qué te interesó escribir Sucio, salvaje, intenso. Crónicas de un vida resiliente (Editorial El guardían literario)?

- Siento que fue una forma de sanar. Siempre hablo de la importancia de resignificar el dolor, de no quedarnos solamente con la herida, sino transformarla en algo que tenga sentido. Para mí, este libro es un testimonio en primera persona de lo que significa atravesar, mirar de frente y avanzar. En el proceso descubrí que muchas cosas que viví en la infancia y adolescencia, al revisarlas desde la adultez, adquirieron otro valor, otro significado. Fue un camino de cierre, de repensar y también de animarme a compartirlo. Creo que un libro autobiográfico puede inspirar, motivar y hasta me resulta un acto de responsabilidad ciudadana: transmitir lo aprendido para que la experiencia de una persona pueda ser útil a otras.

- ¿Qué trabajo interno hiciste para poder transformar el abuso en un texto literario?

- Fue uno de los últimos relatos que pude escribir en la construcción de la cronología del libro. Al principio avancé con lo más cercano, con escenas de juventud y adultez, y recién al final me animé a volver sobre la infancia. Escribir sobre el abuso significó animarme a alzar la voz sobre algo que estuvo muy oculto en el plano familiar, cargado de dolor y de pesar.

El trabajo interno fue enorme: llevo más de diez años en un proceso profundo de terapia y de acompañamiento de personas que me sostienen. Esa red humana me dio la fuerza para poder ponerlo en palabras. Escribirlo fue, en cierto sentido, el cierre de todo ese recorrido, la forma de integrar y resignificar lo vivido.

Ponerlo en palabras fue liberador. El libro me dio la posibilidad de iluminar eso que había estado oculto en mi historia y de reconocerlo como lo que fue.

 

- ¿Creés que este libro puede ayudar a otras niñas en la prevención del acoso, por ejemplo?

- El libro no está pensado para infancias. Lo que sí siento es que puede ayudar a muchas mujeres —y también a varones— que vivieron experiencias similares y no logran reconocerlas como abuso. A veces, lo que te pasó queda en una zona gris, no lo entendés, no lo nombrás. Leer un testimonio en primera persona puede dar claridad, puede encender una luz en algo que estaba silenciado.

También creo que puede abrir los ojos frente a actitudes naturalizadas en el entorno: situaciones que parecen “pequeñas”, comentarios o gestos que se minimizan, pero que en realidad son abuso cuando se trata de un adulto frente a una niña o adolescente. Ese es el objetivo último: dar luz, ayudar a reconocer lo que muchas veces se disfraza de algo inocuo y en realidad es violencia.

Por eso no es un libro para las niñas, sino para los adultos. Porque son los adultos quienes deben abrir los ojos, quienes tienen la responsabilidad de prevenir y de proteger.

- La segunda parte se vuelve un libro más bien erótico, pero uno no deja de leer la soledad de esa joven. Más allá del repaso de romances que "casi nunca terminan bien", ¿qué intención te movió a exponerlos en un libro?

- Cuando leí esa pregunta, lo primero que pensé fue: ¿qué significa que un romance termine bien o mal? ¿Qué es el bien y qué es el mal? Para mí, las cosas simplemente son. Cada una de las historias que cuento no las veo como fracasos o finales infelices, sino como experiencias que me fueron construyendo, que me convirtieron en la mujer que hoy escribe y sigue escribiendo su historia. Y esa historia tiene todos los matices: a veces colores rosados, a veces oscuros, pero en definitiva son parte de un mismo orgullo.

Incluso en los relatos más eróticos, lo que está en juego es la búsqueda de un vínculo afectivo. Y en ese intento, siempre aparece el otro como un espejo: alguien que refleja mi propia evolución, mis aprendizajes y desaciertos. Desde mis primeros amores hasta los más recientes, cada encuentro fue puliendo ese espejo y mostrándome otra parte de mí.

Si me hubiera negado a sentir por miedo a la soledad o al recuerdo del abuso, me habría privado de la posibilidad de conocerme a través del amor. Por eso creo que es valiente animarse a vivir, aunque a veces duela, porque en ese recorrido una se va transformando.

Libro de Sol Ortiz

El libro autobiográfico de Sol Ortiz - Créditos: Gentileza

- ¿Qué es ser resiliente para la protagonista de este libro?

- Para mí, ser resiliente es abrazarse, sostenerse y seguir adelante una y otra vez. Me gusta pensarlo en términos de regeneración: como cuando algo en apariencia inútil o desagradable se transforma en abono. Lo mismo pasa con el dolor: puede convertirse en la tierra fértil que nos permite renacer. Esa es la resiliencia para mí: tomar lo vivido y transformarlo en fuerza para regenerarse profundamente.

- Ya con este tiempo de publicación y circulación del libro, ¿qué devoluciones te llegaron? ¿Tu familia lo leyó?

- Las devoluciones que recibí fueron muy lindas: “adictivo, fluido, espectacular”. Algunas personas coincidieron en que el libro les resultó dinámico, con un ritmo poético que, a pesar del contenido fuerte, hacía que no pudieran soltarlo. Otras dijeron que era un libro valiente, contado con entereza y no desde un lugar de victimismo. Sobre la segunda parte, que se vuelve más erótica, más de una devolución me hizo sonrojar: lograr estimular a alguien a través de las palabras es un desafío en sí mismo. Tarea cumplida.

En cuanto a mi familia, mi mamá comenzó a leerlo, pero no pudo avanzar demasiado. Me contó que la forma en la que narro las cosas fue para ella como revivirlas y le generó mucho dolor. Pero también fue una oportunidad: me pidió perdón y confesó que, si bien “estaba presente, no veía el daño que te estaba causando”. Leer el libro le dio la posibilidad de asumir esa ausencia.

- Sé que te premiaron por tus trabajos en favor de la diversidad y la inclusión. ¿Cuál fue tu aporte en ese sentido? ¿Por qué te moviliza como ciudadana esa temática?

- La diversidad y la inclusión son temas que me movilizan profundamente porque creo que una sociedad más justa empieza por reconocer todas las voces y dar lugar a quienes históricamente fueron invisibilizados. Como ciudadana, siento que tengo la responsabilidad de aportar desde lo que sé hacer: contar historias, producir, comunicar.

En ese camino tuve la alegría de que algunos proyectos recibieran reconocimientos importantes: fuimos ganadores del Premio Fundación Avon 2023 en la categoría Cultura, Deporte y Recreación por el torneo de vóley femenino para comunidades originarias en el Impenetrable salteño. Y también fuimos distinguidos con el Premio del Consejo Publicitario Argentino y Walt Disney por otra campaña vinculada a la inclusión.

Para mí, más allá de los premios, lo valioso es generar espacios de participación real, donde mujeres y comunidades puedan mostrarse desde su propia potencia. Esa misma convicción atraviesa también mi escritura.

Sol Ortiz con una mujer de una comunidad originaria en Salta.

Sol Ortiz con una mujer de una comunidad originaria en Salta. - Créditos: Gentileza Sol Ortiz

- ¿Qué dirías que es el amor, para vos?

- Hoy me siento enamorada de la vida. Para mí, el amor está en todas partes: en ver a mi perro dormir, en compartir con mis amigas, en disfrutar de algo rico que cocina mi mamá, en un encuentro con un hombre, en el silencio mientras escribo, en mi trabajo con clientes o proveedores. El amor aparece como una forma de mirar y de vincularme con el mundo.

Ya no lo pienso desde un lugar tan romantizado como en otros momentos, sino como la posibilidad de compartir un tramo del camino con alguien más: como amigos, como novios, como socios. Es acompañarnos y respetar los procesos que cada uno está viviendo.

Para mí, amar es querer el bien del otro, respetar su individualidad y cuidarnos amorosamente. Y cuando eso no está, cuando dejamos de cuidar el bien del otro, entonces ya no es amor. Hoy lo entiendo así: como un ejercicio constante de acompañarnos, compartirnos y cuidarnos en todas las formas de vínculo que la vida me regala.

- ¿Con qué escritoras contemporáneas te sentís identificada y por qué?

- Creo que mi referente más grande es la experiencia misma: lo que me pasa, lo que me atraviesa y lo que me transforma. Mi escritura nace más de la vida cotidiana y de los procesos que voy viviendo que de la lectura de autoras contemporáneas en particular.

De hecho, mi segundo libro, el que estoy trabajando ahora, tiene que ver con las mujeres originarias del norte de la Argentina. Para eso he viajado, he compartido tiempo con ellas y próximamente volveré a viajar. Mi inspiración viene de ahí: de poner en palabras esas vivencias y de dejar que esas experiencias me transformen para después poder narrarlas.

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