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Aby María, farmacóloga, habla sobre la vitamina D: el error más común que puede traer complicaciones

La vitamina D cumple un rol clave en la salud ósea, el sistema inmune y el estado de ánimo, pero su suplementación debe ser personalizada y con control médico para evitar riesgos.


vitamina D

Una experta advierte: “La vitamina D es fundamental, pero su uso como suplemento debe ser personalizado, porque mal utilizada puede traer más complicaciones que beneficios”. - Créditos: Getty



En los últimos años la vitamina D ganó protagonismo y se volvió tendencia en el mundo del bienestar. Pero junto con la popularidad también aparecieron dudas: ¿hay que tomarla sí o sí? ¿Más cantidad significa más beneficios? ¿Sirve para todo? La respuesta es más compleja de lo que parece y, como suele pasar cuando algo se pone de moda en temas de salud, lo importante es volver a las bases y entender cuál es realmente su rol.

Para eso hablamos con Aby María, farmacóloga, investigadora y referente en medicina integrativa y suplementación (@abymariaok), quien advierte: “La vitamina D es fundamental, pero su uso como suplemento debe ser personalizado, porque mal utilizada puede traer más complicaciones que beneficios”.

Qué es, en realidad, la vitamina D

Aunque la llamemos vitamina, no lo es en sentido estricto. Se trata de una prohormona: el cuerpo la produce cuando nos exponemos al sol y después la transforma en su forma activa, que participa en múltiples funciones.

Sus principales aportes están relacionados con:

  • La salud ósea
     
  • El sistema inmune
     
  • El metabolismo
     
  • El estado de ánimo
     
  • La salud cardiovascular

¿Por qué hay tanta deficiencia?

Se calcula que entre el 50% y el 80% de la población mundial tiene niveles bajos de vitamina D, y en Argentina también es un problema, especialmente en invierno. “Incluso personas que creen exponerse al sol de forma adecuada no alcanzan niveles óptimos”, explica Aby.

Además de la exposición solar, la vitamina D está presente en algunos alimentos (pescados grasos, yema de huevo, lácteos fortificados), aunque en cantidades muy bajas, insuficientes para cubrir las necesidades diarias.

Suplementación: cuándo sí y cuándo no

Cuando se indica, lo más habitual es la forma D3 (colecalciferol), similar a la que produce el cuerpo. Pero no se recomienda tomarla sin control:
“La vitamina D es liposoluble, se acumula en el organismo y en exceso puede ser tóxica. Además, puede desbalancear otros nutrientes. No se trata de tomar altas dosis ‘por las dudas’, sino de confirmar con estudios si existe una deficiencia real”, señala la especialista.

El combo que potencia sus beneficios

La vitamina D no actúa sola. Para que el organismo pueda utilizarla de forma correcta necesita de cofactores como:

  • Magnesio: clave para su conversión y activación. Muchas veces los niveles no suben pese a suplementar porque falta este mineral.
     
  • Vitamina K2: evita que el calcio se deposite en tejidos blandos y lo dirige hacia los huesos, reduciendo riesgos cardiovasculares cuando se usan dosis más altas de D.

Entonces… ¿hay que tomarla? La respuesta es: depende. Según Aby, hay situaciones en las que la suplementación puede ser muy útil:

  • Deficiencia comprobada en análisis
     
  • Enfermedades autoinmunes
     
  • Problemas óseos
     
  • Falta de exposición solar

En todos los casos, siempre bajo control médico y con un abordaje integral de la salud.

La vitamina D es esencial, pero no mágica ni universal. Como resume Aby María: “Cuidar no es sobresuplementar, es entender. Se trata de conocer, escuchar al cuerpo y tomar decisiones informadas”.

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