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El Juego del Calamar: quiénes tienen luz verde para mirar la serie y a quiénes deberíamos proteger

En Netflix “El Juego del Calamar” está clasificada para +16 porque incluye “violencia, sexo, suicidio”, pero ¿quiénes están viendo realmente la exitosa serie surcoreana?


Qué opinan madres, padres y especialistas sobre El Juego del Calamar y el impacto que tiene en la vida de sus hijos.

Qué opinan madres, padres y especialistas sobre El Juego del Calamar y el impacto que tiene en la vida de sus hijos. - Créditos: Prensa Netflix



En “El juego del Calamar” los participantes visten un conjunto deportivo verde, inspirado en el clásico uniforme de gimnasia de las escuelas coreanas y juegan juegos infantiles como “Luz verde, luz roja” (una variación de “1, 2, 3, cigarrillo 43? o “1, 2, 3, pelo-pelito es”). De igual manera, no hay que dejarse engañar por su estética inocente. La iluminación, las escaleras de colores, el decorado y la plaza infantil que se ve en esta serie de Hwang Dong-hyuk, -la más vista en la historia de Netflix-, nada tienen que ver con una narrativa dirigida a un público infantil.
En la plataforma de streaming la serie “El juego del Calamar” está clasificada para +16 porque incluye “violencia, sexo, suicidio”. Probablemente les faltó agregar en la etiqueta: alta dosis de crueldad, sangre y tratos inhumanos.
Aún así su éxito es innegable, a un mes de su estreno -mediados de septiembre- ya había sido vista en 142 millones de hogares, copado las redes sociales, la agenda de los medios de comunicación y, lo más alarmante, los recreos en diversos colegios del mundo.
Al volverse tan viral, a muchos adultos les resultó difícil proteger a los más pequeños de este contenido. En algunas instituciones se alarmaron al ver menores recrear Squid Game (su nombre en inglés) repitiendo su mecánica de violencia contra los perdedores. En Bélgica, por ejemplo, el jugador eliminado recibía un golpe de puño como reemplazo al asesinato a balazos.
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Testimonios de madres y padres frente a esta situación

En nuestro país la serie abrió una grieta. De un lado los cuidadores que se manifestaron a favor de compartir la ficción con sus hijos o hijas y del otro quienes optaron por prohibirles ver la serie. Hay diversidad de opiniones y formas de proceder.
Lucila, mamá de Macarena (10) comentó a OHLALÁ! que dejó que su hija viera “El Juego del Calamar”, pero salteando algunas escenas. “Ella sabe cuáles son las que no me parece que vea y directamente las pasa”, argumentó y reveló que en el colegio juegan a “luz verde, luz roja” y el que pierde queda eliminado hasta la próxima partida. “A veces, en chiste, hacemos la mímica del disparo, como si matáramos”, respondió la menor.
Rodrigo vive en Belgrano junto a sus hijos, Benjamín (8) y Bautista (11), y para él la saga no significó un tema importante porque sus hijos directamente no mostraron interés en verla. Aunque algunos de sus compañeritos sí lo hicieron, “ellos no quisieron y yo estuve de acuerdo en que no la vean”, remarcó.
Por su parte Lilian de Don Torcuato, mamá de Constantino (9), decidió verla, su hijo también la vio y después recapituló: “La verdad no me pareció contenidos para  chicos”. El pequeño también juega a “luz verde, luz roja” en el recreo pero sin violencia ni peligro.
Trini a su hija Felicitas de 11 años le puso el freno de mano de entrada: “Ni se te ocurra mirarla”, le advirtió cuando su marido sacó el tema en un almuerzo familiar. “Yo no tenía ni idea. Mi marido dijo ‘¿viste eso del juego del calamar?’ y contó que era una serie sangrienta y Feli dijo ‘Sí, yo ya sé’. ‘¿La miraste vos?’, le pregunté y como me dijo que ‘no’ le pedí que no la viera porque acordamos que no era para la edad de ella”, explicó la mujer que vive en Santa Fe, quien pone especial atención al contenido multimedia al que accede su hija.

El Juego del Calamar desde la mirada de una especialista

“La serie definitivamente es contraproducente por el alto contenido de violencia explícita, incluso de género, sexo, suicidio, etc. Son todos contenidos que niños y niñas no están en capacidad de procesar por su inmadurez cognitiva y emocional. Específicamente en la primera infancia (hasta los 7 años) son muy vulnerables frente a lo que ven, pues su pensamiento mayoritariamente es literal, y aunque les expliquemos -y ellos nos digan que no es real-, no les es tan fácil diferenciar la ficción de la realidad, ‘lo viven en el cuerpo’. A partir de esa edad, si bien están en capacidad de distinguir estos dos planos, se encuentran en un período de alta influenciabilidad, de construcción de valores y lo que llamamos ética y moral; en este sentido la serie es una oda al vale todo”, dijo a OHLALÁ! Pilar Ramírez Vásquez, psicóloga especialista en crianza consciente.
Y prosiguió: “Si desafortunadamente, por alguna razón, ya tuvieron acceso a las escenas, no queda otra que sentarnos con ellos a charlar al respecto para ayudarles a digerir lo que les llegó. Si alguien les contó las escenas o de qué se trataba, hay que conversar y preguntarles lo que piensan sobre ello, cómo se sienten. En este punto es importante poder decirles expresamente nuestra posición, que sus creadores la hicieron para adultos porque lo que se muestra no les hace bien a los pequeños y que por eso decidimos que no lo vean; que si algún amiguito les propone verlo, es normal sentir curiosidad, pero que lo mejor es acudir a nosotros si quieren saber algo”.
“Si vieron las escenas, nuestra escucha atenta y la comunicación abierta serán la estrategia. Preguntarles cómo se sienten con lo que vieron, si están impresionados ayudarles a sentirse seguros, o si, por el contrario, identificamos que no hay rechazo hacia lo visto, fomentar la empatía y aquí sí el pensamiento crítico a partir de la pregunta en un lenguaje acorde a su edad: ¿Cómo crees que se siente…? ¿Qué opinas sobre lo que esta persona hizo?”, completó la mujer de 42 años, miembro de la Comisión de Niñez y Primera Infancia del Colegio de Psicólogos de San Isidro.
“Algo muy loable que se está dando espontáneamente desde los docentes, padres e incluso desde los mismos chicos, es que realizan adaptaciones que dejan de lado el componente violento. Cambian el arma por una varita o por un rayo que congela, o quien pierde tiene una prenda o, simplemente, vuelve al inicio del camino. Esto puede ser una excelente alternativa”, explicó la mentora del Instagram @crecemos.juntos
Está clasificada como +16 años, pero “no significa que si tienen esa edad o más no les va a afectar, pues eso va a depender mucho del contexto, la personalidad y la situación de cada chico o chica. De hecho, hay adultos que intentaron verla y no pudieron porque les resultaba muy chocante. Pero digamos que a partir de esa edad, o quizás un poco más, tienen otras herramientas para asimilarla, y sobre todo para tomar una decisión más consciente sobre si quieren consumir ese producto.” afirmó la especialista.
“Respecto a que la vean o no, justamente es una de las cosas que considero más preocupantes actualmente, y es que en muchos casos los padres y madres la están viendo con sus hijos menores de 16. Esto es algo para cuestionarnos. ¿Qué estamos haciendo en nuestro rol de cuidadores si ni siquiera estamos teniendo en cuenta las pautas de sus creadores? Ahora bien, no es indispensable que nosotros la veamos, pero como adultos responsables nos corresponde no sólo protegerlos, sino además estar informados y al tanto de todo lo que los concierne y los temas que les pueden afectar”, completó la psicóloga a este medio.

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