Juego sexual: 3 errores que no deberías cometer

Puede que te resulte el licor más delicioso del mundo y no voy a discutírtelo. Pero pensálo dos veces antes de volcártelo encima.

Tenía unos 22 años y con mi novio de entonces teníamos una sed desmedida de nuevas experiencias. Así que una noche de invierno, entre shots y shots de Baileys adentro del cuarto de la pileta de la casa de sus padres (ay, si ese lugar hablara), pensamos “por qué no involucrar al licor en el juego”.

Nos pusimos creativos: me desplegué sobre el suelo helado totalmente desnuda, para que él me bañara del licor y me chupeteara cual helado de dulce de leche.  

No hubo caso ni lengüetazo que lograra el objetivo de limpiarme totalmente. Así que volví a mi casa muerta de frío, pegoteada, con olor a alcohol y el pelo hecho un nido de abejas, sin posibilidad de meterme en la ducha porque iba a despertar a mis papás, y no quería que vieran mi pinta a las 5 de la mañana.

Moraleja: si van a experimentar con Baileys, asegúrense de que haya una ducha cerca.

Volvía de una clase de gimnasia y decidí tocar el timbre de mi propia casa (ya sabía que ahí me esperaba mi novio, solo), y arrancar un juego de roles, en el que yo era una desconocida en busca de “Pepe”… “Pepe no está”, me respondió, vivo, mi cómplice, desde la puerta. “Pero estoy yo”.

Entré en la casa con el pretexto de esperar a Pepe y mi novio empezó a seducirme y a invitarme a la habitación. La secuencia posterior fue algo así:

- “Vamos que va a llegar mi novia”.

- “¿Tenés novia? No me lo habías dicho. ¿Cómo se llama?”.

- “Paula. Se fue a gimnasia… ahora volvía”.

- “¿Y solés engañarla con otras chicas como yo?”.

- “Sí, todo el tiempo. Es muy difícil conformarse con una”.

- “¡¿Serías capaz de hacerle algo así?!”.

Empecé a levantar temperatura y no exactamente en el buen sentido. Me había compenetrado tanto con la actuación que me enfermé de celos y de dudas: ¿Y si de verdad me era infiel? Ahí nomás murió toda posibilidad de que el encuentro sexual prosperara.

O sea que, si van a cambiar de rol, ¡cuidado con lo que digan!

“¿Probaste con un Halls?”, me preguntó el chico lindo del boliche.

“Nunca más”, le respondí.

Supongo que todos conocerán lo que es un Halls y sus versiones “extra fuertes”. Había escuchado que era una combinación explosiva con el sexo oral y quería comprobarlo. Convencí a mi novio (el del Baileys…), que compró la golosina y se dispuso a hacerme gozar.

El efecto fue inmediato. La menta empezó a quemarme y a producirme tal ardor que me adormeció la zona, así que bien podría haberme mordido que yo no sentía nada más que una picazón insoportable.

Tampoco pude devolverle el favor porque odio la menta y no aguanto esos caramelos más de 5 segundos en la boca.

Moraleja: excepto que seas un fan de la menta fuerte, te recomendaría abstenerte.

¿Alguna vez les pasó que un juego les saliera mal?