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¿Te cuesta conectarte con tu costado más sexual?: descubrí algunos "anabólicos" del deseo

¿Te cuesta conectarte con tu costado más sexual? Te compartimos algunos boosts para fortalecer el deseo.


Una mujer acostada en señal de excitación.

Conocé algunos "boosts" del deseo. - Créditos: Getty Images



¿Hay menos deseo últimamente? Seguro esta pregunta apareció en varias charlas, lo escuchaste en algún pódcast, lo analizaste con tu grupo de amigas y hasta lo pensaste en soledad. ¿Qué está pasando? ¿Tenemos menos sexo hoy? ¿El celular y el estrés se llevaron nuestras ganas de disfrutar de la sexualidad? 

Se dice que, pospandemia, cada vez tenemos menos relaciones sexuales, y a raíz de esta problemática que parece sobrevolarnos, nos embarcamos a conocer qué hay detrás del deseo sexual, de las “ganas”, de la conexión con el otro. Te invitamos a hacer un recorrido por un tema que nos atraviesa a todas con mucha chispa por encender, ¿vamos? La Lic. Cecilia Ce. es quien nos asesora y acompaña en esta nota.

Cuando falta el deseo

La falta de deseo sexual es uno de los principales temas hoy y no se suele abordar adecuadamente. Por lo general, cuando tenés o sentís una baja en tu deseo, te dicen que te compres un lindo conjunto, un juguete o que vayas a un hotel. Pero la realidad es que nada se soluciona tan fácilmente. Quienes experimentan esta situación seguramente tengan un montón de inhibidores activos (que no siempre tienen que ver con lo sexual) que los están condicionando, y no se trata de tener una noche 100% hot, sino de identificar esos frenos para así poder trabajar para destrabarlos.  

Hay muchísimos mitos que nos hacen sentir que la falta de deseo es un tema grave y preocupante. Lo primero que hay que saber es que no es una necesidad fisiológica básica, que la frecuencia no es determinante de nada, que no es cierto que el varón tiene que desear y la mujer no y, principalmente, no es verdad que si no deseás, tenés un problema.

Los villanos: el estrés y el celular

Podés estar atravesando un periodo de tu vida en el que tenés muchas condiciones que hacen que estés desconectada de tu sexualidad. Hablamos de inhibidores. Por ejemplo, estar con otra persona y pensar que te está mirando el cuerpo y que no le gusta, creer que lo estás haciendo mal, que se está aburriendo, que tu cuerpo huele raro... 

Todas esas cosas que pueden estar en tu cabeza son barreras que hacen que te metas cada vez más para adentro. La mayoría de las veces, las causas están en el estrés, en el puerperio, en la lactancia, en las hormonas, en las preocupaciones..., porque no nos olvidemos de que la sexualidad depende del contexto social y que necesitamos espacios seguros para poder entregarnos al sexo. 

 

Sigue muy instalada en lo popular la idea de que el deseo es puramente biológico. Como si se tratara de algo 100% físico que solo encuentra solución mediante fármacos o estimulantes. Pero la realidad es que el deseo es multivariable: es psicológico, social, emocional, vincular, etc. Todas estas variables nos atraviesan e impactan de lleno en nuestra sexualidad y nuestras ganas.

Por otro lado, tenemos Instragram, TikTok, los mensajes de WhatsApp, las plataformas, YouTube..., todas distracciones que viven 24/7 con nosotras. El celular ya es una extensión de nuestro cuerpo y su irrupción generó una ola de ansiedad y desconexión, porque vivimos conectadas, pero al teléfono, no a las personas.

Y esta inmediatez y esta liquidez que hay en la sociedad también se están traduciendo a lo sexual: lo que genera tanta dopamina tan inmediata es falta de voluntad. Tenemos un cerebro adicto a esta dopamina, que, como efecto rebote, provoca desmotivación. A la hora de ir a la cama, entonces, agarramos el celular para mirar videítos rápidos y graciosos y no nos damos el espacio de conectarnos con quien tenemos al lado.

¿Qué podemos hacer?

La idea de que el deseo es espontáneo, de que es natural, no va más. Así que si pensabas que tenías algún problema porque no te pasaba, cambiá el chip, porque no es así. El deseo, como vimos, incluye un montón de factores.

Lo más probable, hoy, es que tengas un montón de obstáculos que no te permiten llegar a tener esas ganas: es querer y no poder, por más voluntad que le pongas. Seguramente estás vivenciando un montón de cosas profundas que no te permiten acelerar y esto no es porque estás rota, sino porque tenés el freno de mano puesto. 

Lo que hay que trabajar en primera instancia es la carga que no te deja disfrutar, no la falta de deseo. También alivia validar que el deseo fluctúa y que después de tener hijos, por ejemplo, pueden pasar años hasta que vuelvas a sentir esas ganas. ¡Y está bien! Hay que borrar esos mandatos que tenemos tan arraigados. Ocupate de vos, de tu bienestar, liberá tu cabeza de los fantasmas que puedan aparecer, activá los anabólicos del deseo y creá tu mapa del placer. 

"Anabólicos" del deseo

Hay cosas que levantan el deseo y no necesariamente tienen que ver con prácticas sexuales. Te dejamos algunas ideas para que hackees tu mente y vuelvas a encender la llama del placer. ¿Lista para prender el fueguito?

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    Pensá en lo que te enciende

    El deseo siempre responde a estímulos reconocibles, lo importante es que sean de calidad y dentro del contexto de cada persona. La actividad sexual satisfactoria refuerza la motivación hacia el sexo, pero es clave saber que también encontramos sexualidad en la cercanía, en el contacto, la intimidad, la relajación, etc.

    Todas tenemos aceleradores y frenos. La sensibilidad varía en cada uno y construye un esquema dinámico. No sirve forzar la situación, pero si sentís que algo no te permite avanzar, hay muchas herramientas para alcanzar ese bienestar que necesitás para construir tu deseo. 

    Trabajá en esa carga que no te deja disfrutar sabiendo que el deseo fluctúa, no es siempre igual ni tiene la misma intensidad toda tu vida. Aliviá tu mochila y no te obligues a crear necesidades. 

    Por ejemplo, algo tan simple como la actividad física puede ser un gran aliado. Porque te baja el estrés, te conecta con tu cuerpo, te permite vivir en el aquí y ahora, y esto es lo primero que necesitás equilibrar para poder conectarte con tu sexualidad. Es importantísimo soltar un poco la cabeza y dejar que el cuerpo viva. 

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    Conectate con el presente

    Estar presentes en el momento, tener conexión, comunicación y empatía te pueden ayudar a lograr encuentros increíbles.

    Para ello, podemos recurrir a ejercicios para conectarse con el aquí y el ahora. Puede ser ir al gimnasio, empezar un taller de escritura sobre sexualidad, mirar alguna película sensual o leer un libro horny. Hay muchísimos disparadores que pueden ser tu puente para trabajar el deseo desde la creatividad. 

    Pensalo como cualquier tarea, que lleva planificación. El tema es que con el sexo creemos que si hay que ocuparse, es porque hay un problema. Esto nace de uno de los grandes mitos con el deseo: la creencia de que es espontáneo. Gran error.

    Si el sexo te hace bien y lo querés “trabajar”, preguntate qué hábito podés incorporar, cómo lo podés entrenar mejor. Ponele atención e intención y siempre tené presente que el deseo no es un impulso irrefrenable ni es una necesidad básica.

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    Sentite segura

    No tener ganas a veces es una consecuencia del estrés, que es un gran freno. Y esto impacta mucho más en la sexualidad de las mujeres. Esto quiere decir que si tu nivel de estrés está muy alto, es probable que lo último que quieras sea tener una noche apasionada. Necesitamos contextos seguros para poner la intención en espacios de conexión con otra persona. 

    Por ejemplo, si llegás a tu casa después de un lío de tránsito, no hay chance de que tengas ganas de sexo. En cambio, si salís y los vecinos te sonríen, te van a estar ayudando a bajar las tensiones, a sentirte segura y a conectarte con tu deseo. Porque si tu mente comprende que el mundo es un lugar seguro, vas a poder tomarte un “descanso” para tener sexo, sabiendo que no te persigue ningún riesgo.  

    Una buena idea para lograr esta paz mental es tomarte un ritual de transición cuando llegues a tu casa. Bajá un cambio, dejá de consumir información que te mantiene en alerta, date un baño, sacate el día y dejá los pensamientos caóticos de la puerta para afuera. Despedite del estrés y dale la bienvenida al placer. 

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    Comunicá el deseo

    En las redes se ve y se habla de sexo, en las series y películas hay más escenas hot. Pasó de ser tabú a estar en cada charla cotidiana, pero, sorpresivamente, tenemos menos sexo. En una sociedad hipersexualizada, estamos cada vez más solas y desconectadas. El problema no tiene que ver con cuánto hablamos del tema, sino con el megaestrés, trastornos de depresión y ánimo (con toda la medicación que implica) que tenemos... 

    La comunicación siempre es fundamental, en todos los ámbitos. Y si hablamos de sexo, más todavía. Existen muchos frenos, mucha vergüenza a decir lo que sentimos, lo que queremos, lo que nos gustaría probar. La mayoría de las veces, este pensamiento viene anclado a qué le pasará al otro por su cabeza si yo le planteo que quiero experimentar tal o cual cosa, ¿se dañará el vínculo? La razón principal de por qué no nos animamos a plantear estas cuestiones, en realidad, es que nos da miedo quedar expuestas, pero es clave saber que lo único que nos acerca a un otro de una manera genuina es hablar.

    Empezá hablando de lo positivo, recordá situaciones que los hayan encendido o contá algo que te gustaría experimentar. Abordarlo de esta manera evita que largues todo en modo de queja, cuando ya estás saturada, y logren construir de a dos. El reclamo mata tanto el deseo como la autoestima. 

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    Tocate y fantaseá

    Si queremos conectarnos con el deseo, tenemos que preguntarnos qué tipo de sexo queremos desear, con quién, en qué contexto. Masturbación y fantasías es un primer paso para entrenar el deseo con una misma. Esto no es una receta obligada, no es un nuevo mandato. Son ideas, propuestas, herramientas. 

    Muchas veces, el sexo se transforma en un objetivo, un pendiente, en lugar de ocupar un espacio de placer y satisfacción con una misma. Tené presente que la meta de los encuentros no son los orgasmos, así como tampoco la penetración tiene que ser el único vehículo para llenar al clímax. Si buscás que el deseo sexual ocupe un lugar en tus días, preguntate qué haces en tu semana eróticamente relevante.

    Puede ser masturbarte, ponerte unas canciones y bailar desnuda, la lectura de un libro erótico... Es fundamental entender qué te pasa, qué te excita. Si querés tener un encuentro con alguien, agendá el deseo en algún momento de tu semana y ocupate de bajar el estrés y de encontrar prácticas sexualmente relevantes para que sean tus aliadas. Y siempre recordá que el deseo no tiene que ver con cuánto, sino con cómo.

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Ayelén Di Leva

Ayelén Di Leva Licenciada en Periodismo egresada en la Universidad del Salvador y apasionada por la redacción y el universo de las palabras. Sus primeros pasos fueron en el Diario Muy (Clarín) a sus 20 años y desde entonces se dedica 100% a hacer periodismo gráfico.


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