
Violencia laboral: cómo identificar red flags en el trabajo y qué hacer si las vivís
¿Qué pasa cuando te sentís incómoda en tu entorno laboral? Aunque a veces lo naturalicemos, el acoso y la violencia en el trabajo existen. Estate atenta a estas señales.
28 de julio de 2025

Violencia laboral: cómo identificar red flags en el trabajo y qué hacer si las vivís - Créditos: Getty
"Me asignaban tareas adicionales porque las mujeres somos multitasking”, “mi jefe hacía comentarios sobre mi cuerpo”, “me mandaban mensajes a las 12 de la noche y pretendían que respondiera enseguida”, “hablaban mal de mí en los grupos de WhatsApp del equipo”. Muchas veces vivimos situaciones en el trabajo que naturalizamos o que, aun sabiendo que no están bien, las callamos por miedo a ser despedidas. Ya sea que las suframos en carne propia o que veamos cómo maltratan a un compañero o compañera, la realidad es que la violencia laboral existe y afecta tanto a hombres como a mujeres. Y el gran problema es que muchas veces ni siquiera se la reconoce como tal.
Según un estudio de Grow - Género y Trabajo, 8 de cada 10 personas vivieron una situación de violencia laboral. Los resultados muestran que está tan naturalizada que muchas no reconocen inicialmente estas situaciones, pero sí lo hacen cuando se describen ejemplos concretos. Si te sentís agobiada, sin ganas de ir al trabajo, si te estresa de sobremanera tu ambiente laboral o bien tenés una mala intuición sobre una nueva oferta de empleo, puede que existan algunas red flags a las que tenés que prestar atención.
5 claves ante la violencia laboral
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“Mi superior me grita y/o denigra en las reuniones”
¿Te pasó alguna vez de estar en alguna reunión en donde algún jefe o jefa te haya gritado delante de todo tu equipo? ¿O que termines de presentar un proyecto laboral en el que trabajaste durante meses y que el único comentario sea un simple “bueno, te podrías haber puesto un poco más las pilas” o un “para mí les gustó a los clientes porque ese escote les vendió la idea”? Eso es maltrato. Puede ser esporádico o sistemático, pero si te afecta en tu dignidad, autoestima o integridad, hay que encender una alarma. Puede ser algo más sutil –como una broma dicha al pasar entre risas en un almuerzo– o más grave –algún insulto o comentario despectivo hacia vos o tu trabajo–, que puede terminar en acoso o mobbing, que es un tipo de violencia más grave porque se refiere a comportamientos reiterados y sostenidos en el tiempo.
Qué hacer: lo más importante es que no te calles y puedas hablar con alguien; podés incluso charlarlo con tu superior y expresarlo con respeto, contándole cómo te sentiste ante su comentario y/o actitud. Si notás que es más sistemático o se repite con frecuencia, podés hablar con alguien de RR. HH. de la empresa y pedirles que intervengan.
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“Me hacen trabajar de más porque ‘somos una gran familia’”
¿Sentís que te exigen más de la cuenta con la excusa de que hay que ponerse la camiseta? ¿O te hicieron quedarte después de hora porque sos “el alma de la empresa” (y, por supuesto, nunca te lo compensaron)? ¿O, con la idea de que el equipo es como una familia, te piden cosas hasta los fines de semana? Al principio puede sonar lindo, hasta reconfortante, sentirse parte de un equipo que se considera una familia. Pero ¡ojo!, cuando ese supuesto vínculo cercano se usa para justificar la sobrecarga, los límites se desdibujan y una frase que aparentemente es positiva puede generar presión y poner en riesgo tu salud física y emocional. Que haya buen clima laboral no significa que tengas que quedarte horas extras, responder mensajes fuera de horario o dejar tu vida personal de lado. La cultura laboral debe basarse en el respeto mutuo y en la consideración de que las personas tienen una vida fuera del trabajo; el respeto del equilibrio entre la vida laboral y la vida personal es fundamental en una organización responsable que cuida el tiempo de sus integrantes.
Qué hacer: está bien querer dar lo mejor, pero también está bien decir “hasta acá”. Identificar este tipo de manipulaciones disfrazadas de cariño es el primer paso para defender tu tiempo, tu energía y tu bienestar. Aprendé a poner límites sin culpa: cuidar de vos también es parte del trabajo.
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“Me cambiaron de función sin previo aviso”
Un día llegás y tu jefe te llama a su oficina. A partir de ahora, vas a pasar a trabajar con otro equipo, porque “hay que reconvertirse”. Así, sin preguntarte, sin anticiparte. De la noche a la mañana. O, peor aún, llegaste y en tu escritorio ¡había otra persona! Aunque al principio puede parecer solo una “decisión de la empresa”, este tipo de situaciones son una alerta roja. No, no estás exagerando. Que te reubiquen sin consultarte, sin explicarte el por qué, ni darte tiempo para adaptarte, no solo es una falta de respeto profesional, sino también una señal clara de un ambiente laboral tóxico. En estos espacios, el bienestar suele quedar en segundo plano, la comunicación brilla por su ausencia y las personas se sienten desvalorizadas, confundidas o incluso culpables por no poder “agradecer” el cambio. Es habitual sentirte aislada o invisible y tener miedo de expresarte tal cual sos. Si te está pasando esto, no lo minimices.
Qué hacer: primero, buscá apoyo. Hablá con una persona de confianza dentro o fuera del trabajo. Segundo, pedí explicaciones formales y dejá por escrito tu posición, de manera respetuosa pero clara. Y si el ambiente sigue sin mejorar, evaluá alternativas que prioricen tu salud mental. Desde la empresa, se pueden implementar nuevas políticas organizacionales que promuevan el respeto y el bienestar, hasta la formación en liderazgo responsable, y la creación de espacios seguros para que las personas expresen sus preocupaciones.
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“Me empezaron a tratar distinto desde que fui mamá”
Seguro escuchaste esto más de una vez o incluso lo viviste en carne propia. Cambios sutiles —como quedar fuera de proyectos, no ser tenida en cuenta para promociones o recibir comentarios como “ay, es que ahora siempre tenés la excusa de tu hijo”, incluso de compañeras mujeres— pueden parecer “normales”, pero esconden un sesgo de género que es necesario visibilizar. Muchas veces, ya desde la entrevista de trabajo debemos prender la alarma cuando preguntan: “¿Tenés pensado tener hijos pronto?”. La maternidad no debería ser vista como una limitación profesional. Sin embargo, muchas mujeres experimentan un trato desigual desde el embarazo o incluso antes, durante entrevistas en las que se hacen preguntas invasivas que jamás se le harían a un varón. Esto no es solo injusto, es una forma de violencia económica y simbólica que impacta en la autoestima, el desarrollo profesional y la independencia financiera.
Qué hacer: identificá y registrá las situaciones (sí, incluso las “pequeñas”). Documentar estos cambios puede ayudarte si decidís hacer un reclamo. Hablá con RR. HH. o buscá redes de apoyo (incluso fuera de tu empresa) que puedan orientarte. Y lo más importante: no minimices lo que sentís. Ser mamá no te resta valor como profesional. Si tu entorno laboral no lo entiende, el problema no sos vos: es el sistema que hay que cambiar.
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“Me piden cosas a cualquier hora y esperan que responda”
Es viernes, son las 20 h y vos estás cenando con amigas, cuando te llega un mensaje de tu jefe: “Te mandé un mail con las correcciones del proyecto”. ¿El deadline? El lunes a las 8. El trabajo online generó grandes desafíos en relación con los límites entre la vida laboral y personal. El uso constante de herramientas de comunicación ha llevado en muchos casos a que las personas se sientan obligadas o presionadas a estar disponibles por fuera de sus horarios laborales. El problema no es solo que te llegue un mensaje fuera de horario: es que exista la expectativa (implícita o directa) de que lo respondas ya, como si tu vida personal no existiera. Y lo que empieza como “una urgencia” puede transformarse en una rutina de disponibilidad constante que te drena, te desgasta y termina afectando tu salud mental, pudiendo provocar estrés, ansiedad, depresión e incluso burnout. La violencia digital en el ámbito laboral es un fenómeno cada vez más frecuente que impacta muchísimo en el bienestar de las personas trabajadoras.
Qué hacer: silenciar notificaciones, establecer horarios claros de respuesta y usar funciones como mensajes programados puede ayudarte a empezar a marcar tu espacio. Si te sentís cómoda, hablalo con tu equipo o líder directo: muchas veces ni siquiera se dan cuenta del impacto que genera este tipo de dinámica. Y si no hay escucha, buscá apoyo: nadie debería vivir pendiente del celular las 24 horas para “cumplir”. Tu tiempo libre también es sagrado.
¿Y entonces qué hago?
La decisión de quedarse o irse de un entorno laboral que nos hace daño es difícil y muy personal. Depende de los recursos emocionales y profesionales de cada persona y el tipo de impacto que está teniendo sobre ella (lo que es tolerable para una persona puede no serlo para otra). Pero también influyen profundamente la situación económica familiar y el contexto socioeconómico. No es lo mismo dejar un trabajo si sos el único o principal sostén que si no lo sos, tampoco es lo mismo un contexto con alta desocupación que uno con mayor empleo.
Estos factores pueden hacer que trabajadores que estén viviendo situaciones de violencia permanezcan en los empleos por miedo a no encontrar otro o no tener los recursos para sustentar a sus familias. También influye si la organización es una organización comprometida con los ambientes libres de violencia y tiene una escucha ante estas situaciones o no.
Muchas veces se cree que las denuncias no sirven porque implican procesos largos, tediosos, se reciben represalias o “no se hace nada”. Pero las denuncias son importantes no solo para que se aborde el caso concreto y tomen medidas específicas, sino también para visibilizar estos problemas y prevenir futuros casos.
Lo ideal sería que pudiéramos pelear desde adentro por construir espacios libres de violencia, pero si no hay disposición de parte de las organizaciones para eso, puede implicar una mayor exposición e impacto a la persona que pelea en solitario. Por eso, es importante que se concientice a las empresas sobre la importancia de prevenir la violencia y tener los recursos para abordarla. Mientras tanto, lo fundamental es que la decisión se tome en libertad y no por miedo o falta.
Violencia laboral, en números
- 8 de cada 10 personas indicaron haber vivido una situación de violencia laboral.
- 82% de ellas son mujeres.
- 97% de las mujeres cis reconoce haber vivido situaciones de violencia, cuando se le presentan ejemplos concretos.
- 89% reporta haber sufrido acoso psicológico en América Latina y 72% reporta haber atestiguado situaciones de este tipo.
- 45% de las mujeres vivió acoso sexual en su entorno de trabajo.
- 4 de cada 10 personas encuestadas afirmaron haber vivido situaciones de violencia digital.
- 50% indica el impacto sufrido en su salud tras estas situaciones.
- 27,5% de las mujeres en roles de liderazgo experimentaron algún tipo de acoso laboral, según un estudio de la Universidad Siglo 21.
Fuente: informe “Inclusión en alerta. Barreras al bienestar laboral en América Latina”, de Grow - Género y Trabajo y MundoSur.
LA ESPIRAL DEL SILENCIO
Por Sofía Quilici
Cofundadora de CoffeeNet y marketing manager de The Flock.
@sofiquilici.
En muchos espacios profesionales, el silencio no es casual. Se calla por miedo a incomodar o a parecer poco estratégica. A “quemar contactos”. A decir algo que no esté alineado con la tribu. El término “espiral del silencio” fue propuesto por Elisabeth Noelle-Neumann para explicar cómo las personas tienden a silenciar su opinión cuando perciben que están en minoría. Ella lo desarrolló desde la política. Pero, creo yo, también aplica –y mucho– al mundo del trabajo.
Porque si no podés decir lo que pensás, ¿qué vínculo estás construyendo? ¿Uno basado en lo que sos, o en lo que creés que el otro quiere escuchar? La espiral del silencio también opera cuando evitás opinar por conservar una relación. Cuando no preguntás por miedo a parecer poco preparada.
Cuando no marcás límites porque “n‘unca se sabe quién te puede servir”’. Pero una red que solo se sostiene si callás no es una red. Es una jaula. Y te invito a pensar qué espacios se están convirtiendo en jaula. Salí de ahí. ¿Sabés por qué? Una voz que se apaga para “encajar”’no está conectando: está sobreviviendo.
¿Dónde podés denunciar?
El Ministerio de Capital Humano es el encargado de brindar asesoramiento en casos de violencia laboral, ya sea agresión física, acoso sexual o violencia psicológica. Está dirigido tanto al trabajador y la trabajadora que vive la situación de violencia o es testigo de esta. ¿Cómo funciona? Realizan un diagnóstico de la situación y te asesoran en relación con alternativas y derechos que te asisten.
Si lo considerás, luego de asesorarte, también te orientan en el proceso de denuncia. Comunicate por correo electrónico o por teléfono para acordar un día y horario de entrevista:
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Si trabajás en CABA, con la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral al 4310-5525; también podés escribir a: violencialaboral@trabajo.gob.ar
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Si trabajás en alguna provincia del país, comunicate por correo con la Red Territorial contra la Violencia Laboral: red-violencialaboral@trabajo.gob.ar. También podés recurrir por asesoramiento a la Agencia Territorial del Ministerio que corresponda según el ámbito geográfico.
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Si trabajás en un organismo público comprendido en el Convenio Colectivo de Trabajo General para la Administración Pública Nacional (Decreto 214/2006), tenés que presentar tu denuncia ante la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Trato (CIOT).
Experta consultada: Azul Picón, Coordinadora del área de violencias de Grow - Género y Trabajo. @generoytrabajo.
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