Estamos en plena mejoría. Claramente, Benjamín se recupera mucho más rápido que su madre. Casi podríamos decir que está curado. A mí, en cambio, todavía me cuelgan los mocos y todavía se me escucha toser. Pero lo dicho: estamos saliendo a paso firme y rápido. Vuestros buenos deseos, ya ven, han sido de lo más eficaces.
En otro orden de cosas, y ya pensando en un nuevo cumplemés del niño Bemjamín, a mí se me ocurrió pensar ayer qué vamos a hacer con su hermanito/a, que cuándo lo vamos a encargar. Y que nos diéramos prisa. Eso le dije al hombre de la casa, quien inmediatamente, de lo más sorprendio, puso su mano en mi frente y preguntó: ¿¿pero es que también te dio fiebre???
Tres meses cumple Benjamín el domingo y a mí, que los números redondos me gustan pero los mágicos (como el 3) me gustan más, se me dio por empezar a hacer cálculos. La cosa es que el médico recomendó esperar. Por la cesárea. Recomendó esperar, para empezar a buscar, al menos un año. ¿No será mucho?
Otro cálculo que arranca el domingo es la mudanza de nuestro hijito. Se supone que a partir de los 3 meses hay que llevarlo ya al lugar que será su cuarto. Y no demorar, porque después de los 6 meses se dan cuenta y es peor (?). Mudanza, pobre. Pobre de nosotros, especialmente, que de hecho andamos involucionando: estos días, sin ir más lejos, durmió en nuestra mismísima cama.