Nunca llegamos a escaparnos temprano, siempre queda algo más por hacer. Salimos a la tarde y llegamos a Rosario cuando ya era de noche. Buscamos la llave en lo del tío de Pedro y nos quedamos a comer y dormir en lo de su hermana mayor, casada con dos hijos y la versión femenina de Pedro. Son increíbles esos aires de familia; mientras la escuchaba hablar reconocía gestos, expresiones, miradas que me eran conocidísimas. Los padres de Pedro no estaban así que las visitas familiares se limitaron a ella y su marido, dos divinos. En la cocina, ayudando con los platos nos quedamos charlando un rato largo mientras Pedro hablaba con su cuñado de Central.
-"El Peto" siempre habla de vos cuando viene. Son muy amigos, no?
Primero me río por el apodo insólito (un detalle más que no sabía) y después me quedo pensando en su pregunta milisegundos.
-Muy, sí, re. Son un montón de años de laburar juntos...
-Te compraste un depto, me dijo contenta.
-Sí, sí, aclimatándome al cambio y eso pero sí.
-¿Y estás saliendo con alguien ahora?
Contesté que no, que con nadie y entraron los chicos a la cocina así que se terminó la charla ahí nomás. Dormimos en la casa de ellos y hoy ya llegamos al campo que no es San Pedro finalmente, es Baradero, y no puede ser más increíble. Entrada con galería de eucaliptus, un casco viejísimo y una chimenea que si el tiempo sigue así no creo que vayamos a prender. Escribo desde mi teléfono, ni Internet ni tele ni nada. Justo lo que andaba necesitando. ¡Buen finde!