NUEVA YORK (The New York Times).- Relájense. La mayoría de los maratónicos acontecimientos artísticos veraniegos que, periódicamente, hacen correr a las multitudes por toda Europa cual ratones encerrados en un laberinto -Documenta, la Bienal de Venecia- sucedió el año último. Esta temporada es más apacible: predominan las solemnes retrospectivas en museos y esas pequeñas exquisiteces que hacen tan sedantes y, a la vez, sorprendentes los viajes al exterior.
Londres ofrece ambas alternativas. La Tate Gallery se jacta de exponer (hasta el 17 de mayo) la mayor colección de pinturas de Pierre Bonnard reunida hasta el presente. Sus mesas de desayuno inundadas de sol y sus desnudos en bañeras suelen considerarse reflejos de un paraíso terrenal burgués. Sin embargo, por debajo vibra la sensación perturbadora de un mundo que se escurre entre los dedos, una sombría corriente subterránea revelada, quizá, por esta muestra retrospectiva.
Inglaterra es la meta para los amantes del arte que deseen sentir, en profundidad, las esculturas tan macizas de Henry Moore en el año de su centenario. Diversas instituciones -desde el Museo Británico hasta la Tate, en Londres, y entidades más pequeñas del interior- expondrán sus obras. La Henry Moore Foundation de Hertfordshire, fax (44-1279) 84-3647, da información completa.
Londres honra también al fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, que cumple 90 años en plena actividad. La Hayward Gallery abrió el fuego con una selección que abarcaba cuatro décadas (cerró el 5 del actual). La National Portrait Gallery expone 120 retratos, desde Matisse hasta Marilyn Monroe y Lucien Freud (hasta el 7 de junio).
Si Cartier-Bresson es un maestro contemporáneo de la luz ambiental, lo mismo cabría decir -aunque hayan utilizado otro medio- de los artistas agrupados en la exposición Maestros de la luz: pintura holandesa de Utrecht en la Edad de Oro , venida de la Walters Art Gallery de Baltimore a la National Gallery de Londres ( del 7 de mayo al 2 de agosto). Las escenas religiosas a lo Caravaggio de estos artistas del siglo XVII, así como sus exquisitas naturalezas muertas con flores, proyectan una visión moral de excepcional intensidad.
En la zona de Flandes
Desde luego, para paladear un banquete pantagruélico de estética holandesa hay que ir al Rijksmuseum de Amsterdam. Su muestra Dibujos de la Edad de Oro (hasta el 12 de julio) convoca a todas las figuras importantes del arte holandés de 1580-1600, desde paisajistas como Jan van Goyen y Hendrick Avercamp -famoso por sus escenas con patinadores y toboganes-, que nunca salieron de su país, hasta Cornelis van Poelenburch, que viajó a Italia, o Pieter Saenredam, cuyos interiores de iglesias irradian luz y constituyen un universo propio.
Ya que están en Amsterdam, no querrán perderse la exposición inaugural de la nueva ala de la famosa Casa de Rembrandt, dedicada a grabados, acuarelas y pinturas de Adriaen van Ostade (1610-1685). Este pintor de género, que trabajó en Haarlem, acusa el influjo de Rembrandt en su estilo, aunque no en su espíritu: en vez de imágenes compasivas de la pobreza urbana, Van Ostade pintó a campesinos disolutos riñendo en tabernas rurales.
Si hacen una escapada a Bruselas podrán echar un vistazo al discreto encanto de la burguesía, estilo nórdico, en una retrospectiva de René Magritte (hasta el 28 de junio).
Antes de dejar esta parte del mundo, querrán ver las pinturas y obras sobre papel de los hermanos Bruegel -Pieter el Joven (1564-1638) y Jan el Viejo (1568-1625)- en los Museos Reales de Bellas Artes de Amberes (3 de mayo al 26 de julio). La exhibición tiene por mira rehabilitar a Pieter, considerado a veces un mercenario habilísimo, mostrando materiales para que el público saque sus conclusiones.
Francia también ha tenido sus edades de oro, y muchas. Los amantes del arte que califican así la época romántica querrán abrevar en Delacroix: los últimos años , en el Grand Palais de París (hasta el 20 de julio). Quienes sitúan el momento culminante un poco después, enderezarán hacia el Musée d´Orsay y su Monet, Manet: La Gare St.-Lazare (cierra el 17 de mayo). Esta muestra de pinturas sobre una estación ferroviaria, montada en otra estación reciclada, se ha propuesto unir la poesía y la tecnología en una textura pictórica sin costuras.
Lo mismo hará, aunque de otro modo, la retrospectiva del innovador fotógrafo dadá Man Ray (1890-1977), famoso por sus rayografías o fotogramas, en el Grand Palais (hasta el 30 de junio). Idéntica temática se prolonga en una exposición del interesante y joven artista mexicano Gabriel Orozco, que hace travesuras con autos y ascensores (Musée National d´Art Moderne, hasta el 21 de junio).
En Italia hay varias exhibiciones atractivas, entre ellas la de Lorenzo Lotto, traída desde Washington a la Accademia Carrara de Bérgamo (cierra el 28 de junio). Lotto (c. 1480-1556) era un hombre irascible; muchas de sus obras son acabadas, pero extrañamente blandas. No obstante, cuando estaba inspirado reelaboraba con sorprendente frescura temas religiosos tradicionales. Quienes visiten a Bérgamo tendrán la ventaja inapreciable de verlas in situ en sus iglesias.
Venecia, anfitriona de la enésima retrospectiva mundial de Picasso, esta vez en el Palazzo Grasso (hasta el 28 de junio), parece reservar sus energías para un gran festín otoñal en honor -si puede decirse- de uno de sus astros más notorios: Giovanni Giàcomo Casanova.
Por su parte, Roma ofrece atracciones estivales de extraordinario interés. Es un museo viviente del escultor y arquitecto barroco Gianlorenzo Bernini, de cuyo nacimiento se cumple este año el cuarto centenario. A esto se añade la muestra El nacimiento de la cultura figurativa barroca y la obra juvenil de Bernini , organizada por la Galleria Borghese (7 de mayo al 20 de septiembre).
En el Palazzo delle Esposizioni hay una buena retrospectiva de uno de los artistas modernos italianos más influyentes: Lucio Fontana, nacido en la Argentina pero criado en Milán.
Más conocido por sus pinturas tajeadas, exploró, empero, muchos otros medios.
La exposición, que incluye reconstrucciones de sus ambientes con luz negra, debería ser uno de los acontecimientos de la temporada (cierra el 22 de junio). Vale la pena curiosear otras exhibiciones de artistas del siglo XX, entre ellas la futurista en la Fondazione Mazzotta de Milán (hasta el 29 de junio), con más de 400 obras de Carlo Carrà, Gino Severini, Giàcomo Balla, etcétera.
En la del Palazzo Corsini, en Florencia, volvemos a Bonnard y el grupo francés los Nabis, integrado, entre otros, por Vuillard, Vallotton y Maurice Denis, que ejerció una breve influencia a fines del siglo pasado (cierra el 28 de junio).
En España prevalecerá lo grande.
En julio, el Museo Guggenheim de Bilbao acaparará la atención con la gigantesca y problemática muestra China: 5000 años , una maraña frustrante de objetos hermosos y promesas truncas.
De yapa, en el madrileño Palacio de Velázquez habrá una exposición unipersonal de Anselm Kiefer, un artista que suele confundir tamaño con ambición (21 de mayo al 9 de agosto).
Si llegan a Praga antes del 10 de mayo, podrán visitar la muestra itinerante del modernista checo Frantisek Kupka (1871-1975), longevo pionero del arte abstracto que alimentó innumerables ideas expansivas: por ejemplo, no establecía diferencias rígidas entre las artes plásticas y la música, la espiritualidad y la ciencia.
El título mismo de la exposición, Pintando el universo , da una idea de su visión.
El espíritu que transmite, intenso pero contenido, armoniza con el actual escenario artístico europeo.
Holland Cotter
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)
(Traducción de Zoraida J. Valcárcel)