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Adolescentes: caprichos de moda

Son los que marcan qué se hace y qué no en la noche esteña. Chicas y varones intercambian pocas palabras y gestos cuando se juntan, pero hay una pre-producción infaltable, que incluye ritos, accesorios, tragos, palabras y predilección por los paradores top




Punta del Este.- Arrancan después de las dos de la tarde y la única arena que pisan es la de la playa Montoya. Ellas, con algún bolso; ellos, sólo con un par de pesos en el bolsillo del traje de baño.
Al rato se los suele ver tomando un licuado de frutas o un helado, en ronditas de conversaciones playeras que recuerdan la noche anterior, o con los chicos jugando partidos de fútbol y las chicas mirando interesadas en otras cosas, menos en el ir y venir de la pelota.
Así comienza una típica jornada adolescente en Punta del Este: con poco mar, no tantos bikinis y muchos pareos y shorts: "Si, ahora las chicas se bañan menos y no muestran tanto el cuerpo. Para mí que es por las exigencias físicas que impone la sociedad", analiza como una adulta Virginia Prieto, que tiene 15 años y que además es divina.
Cada rondita tiene su música. Ellos llegan más tarde y a eso de las 19.30 comienza el éxodo, principalmente hacia la esquina de Medialunas calentitas (La Barra). Una medialuna, un churro en Manolo, una Colet (chocolatada), una caminata, dedo o la combi y a casa.
Ellas desarmarán su bolso playero: pareo, peine, cepillo y crema para el pelo. Dormirán un poco, se producirán: algo de rimel, la planchita para el pelo y uñas pintadas de un riguroso colorado, algo que a esa edad no existía en el pasado. Ellos, directamente, a apoliyar.
A la una y media de la mañana arranca la noche, aunque la oscuridad haya caído varias horas antes. Otra vez la combi, la caminata o el dedo, así fue durante todo enero.
Y Surfomix fue uno de los boliches de enero, con mesas al aire libre, más bien en la vereda. Cerveza y daikiris y después, a Eme Club, a una cuadra de Surfo, como dicen ellos, o a Tercer tiempo, todo muy cerca de la estación de servicio Ancap.
En Ryu bailan frente a la Brava y en Doors, donde pagan entrada, los chicos suelen ocupar toda la esquina, es decir, la vereda, como si la entrada no existiera, más vale una cerveza del quiosco y quedarse por afuera.
Dicen que la hora más divertida es a partir de las tres, aunque tengas 14 o 16. Dicen que entre ellos y ellas hay más conexión a la noche y a esas horas.
"En vacaciones, cero noviazgo, todas las noches es cambio. ¿Besos?, sí, pero en esta época muchísimos chicos cambian de gustos de un día para el otro", cuenta, seria, Lucía Pasqualini (15) y su comentario nos hace recordar un tango a los más grandes: Hoy un juramento/ mañana un traición/amores de estudiantes/flores de un día son . Aunque aquí no hay ni siquiera juramentos.
"Si se te da, hay que aprovechar con todo: ¡es verano viejo!", va directamente al grano Mateo Merlin (17). "Eso sí -aclara- es lo de siempre, hay pibes que ganamos más -hace una mueca de agrandado y como confesando la exageración- y minitas que no te dan ni bola. ¿Siempre fue así?", le pregunta al cronista. Siempre, le contestan.
Se empieza a ir la noche. A las chicas se les va como a las cuatro, a veces a las cinoc. A ellos, cuando les avisan el sol, al que volverán a aver sólo por un rato, al otro día.

¿Cómo era?

“Si se te dá, hay que aprovechar con todo: ¡es verano viejo!”, va directamente al grano Mateo Merlin (17). “Eso sí, aclara– es lo de siempre, hay pibes que ganamos más. ¿Siempre fue así?”, le pregunta al cronista. Siempre, le contestan.
Por Mariano Wullich
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