Aeropuertos, lugares de amores y odios

Los viajeros destacaron, entre lo más molesto de los aeropuertos, lo siguiente: cuando dice boarding en las pantallas y uno corre a la puerta para encontrar que no empezó a embarcar; cuando la gente llega al puesto de seguridad sin prepararse (sacarse los zapatos, vaciar sus bolsillos en las bandejas, etcétera); cuando se embarca sin orden y sin límite para el equipaje de mano, lo que entorpece el ingreso; el costo del estacionamiento de los autos; la gente que entorpece la salida de los pasajeros buscando a las personas que espera, y el olor a cigarrillo en las puertas.

El post de Encarnación le abrió el juego a sus lectores para que hicieran sus propios aportes. Entre lo más destacado, publicaron:

Odio la mala atención del personal hacia el pasajero. Te atiende de lástima, como si nos estuvieran haciendo un favor.

Amo a las minas que se ponen un gorro y anteojos negros para asemejarse a celebrities disfrazadas (a veces son celebrities). También, las minifaldas y shorts, inexplicables para un vuelo, y, sobre todo, de los aeropuertos amo ¡despegar!

Me gustan todos lo aeropuertos de madrugada. Y agregaría que no hay una vez que pise un aeropuerto y no me venga a la cabeza la canción Pasajera en trance , de Charly.

Lo que más odio es cuando se hace transferencia internacional y hay que pasar por los controles de seguridad de nuevo. Si me acabo de bajar de un avión y voy a subir a otro, ¿para qué tengo que pasar de nuevo por seguridad, si no salí del aeropuerto?

Me gusta la buena onda de los que hacen el check-in cuando vas con chicos y cuando hay Wi-Fi libre, con buena señal (aunque no me acuerdo dónde).

Una cosa que no está bien: llegar y enterarte de que tu equipaje no viajó contigo. Debería ser un delito, pues se está manipulando propiedad privada. Y si encuentras que tu equipaje no irá contigo, tener derecho de reclamar un cambio de vuelo.

De los grandes hubs del mundo, amo sus pantallas, llenas de destinos remotos, conectados por aerolíneas exóticas. Me da ganas de conocer más. También disfruto de su infraestructura: restaurantes, trenes, shuttles, rental, todo.

De los aeropuertos chicos, muy chicos, me gusta esa atmósfera de evento que se vive antes y después de cada despegue y aterrizaje. Sobre todo, en los que son tan chiquitos que conectan con un único destino.

Lo que realmente me molesta de los aeropuertos es que todo es increíblemente caro. La última vez que volé fue a Iguazú, donde un tostado en el bar salía ¡35 pesos! Por Dios. ¿Existe alguna explicación sensata para esto?

Codicia.