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Aires de mar en la Patagonia

La costa norte sorprende con aguas templadas y luminosas, playas vírgenes y clima familiar




En pocos años, Las Grutas se convirtió en el balneario más frecuentado de la Patagonia, y en un mito del verano argentino. Fue durante añares un secreto bien guardado, una playa adonde llegaban esencialmente familias del valle del Río Negro y el norte de la Patagonia.
Hoy día, su fama desbordó los límites regionales y los veraneantes llegan de todas partes para gozar de sus tan mentadas "aguas calientes", de su toque mediterráneo y de los azules intensos del cielo y el mar. Además, el balneario se está convirtiendo en la locomotora turística de toda la región, punto de partida para conocer nuevas playas aún desconocidas y otros lugares del norte de la Patagonia costera. Desde Viedma hasta el fondo del golfo San Matías, el litoral atlántico guarda muchas sorpresas.

Miles de loros y un cóndor

Nada de cóndores en El Cóndor Pero sí una colonia de loros barranqueros que, según se dice, es la más importante del mundo. Hay más de 35.000 nidos a lo largo de 12 km de costa, en los acantilados que bordean las playas. El nombre del balneario deriva, por su parte, del mascarón de proa de un barco que encalló en esta playa, originariamente llamada Balneario Massini. A vuelo de pájaro -de cóndor o de loro- está a unos 30 km de Viedma, la capital de Río Negro, y a poca distancia de la desembocadura del río en el Mar Argentino. No tiene la convocatoria de Las Grutas, pero no le faltan motivos para convertirse tarde o temprano en un destino atractivo más allá de su región.
Las playas están protegidas por los primeros acantilados que luego bordean, sobre cientos de kilómetros, todo el litoral patagónico. Las aguas son templadas gracias a una corriente que llega desde el Norte hasta el golfo San Matías. Este es también uno de los motivos de la fama de Las Grutas: por supuesto, no hay que esperar temperaturas tropicales en esta latitud, pero la diferencia es real y se siente. El toque tropical lo ponen los loros que durante el verano anidan y cuidan de sus pichones. En los acantilados también se puede descubrir fósiles y ver cómo se formó la meseta patagónica, estrato por estrato, como en un libro de geología a cielo abierto.
Para los más curiosos, hay más aún para descubrir en El Cóndor: en un punto de la costa están un monumento y una capilla dedicados a Ceferino Namuncurá, un "vecino" que fue inhumado en Villa Luro, en la provincia de Buenos Aires. También hay un faro, el de la Barra del Río Negro, el más antiguo en servicio en las costas argentinas (funciona desde 1887). El lugar cuenta con servicios de hoteles, restaurantes y hasta un casino. Es además un buen pesquero, en la desembocadura del Río Negro, y los vientos permiten practicar deportes de aventura como parapente, windsurf, kitesurf, carrovelismo y kitebuggy.
Desde El Cóndor, los que sigan la tácita invitación al viaje continuarán más hacia el Sudoeste, siguiendo la Ruta de los Acantilados (la RP 1), que bordea el contorno de la costa y es, sin duda, una de las más hermosas del país, hasta San Antonio. Además, permite acceder a algunos balnearios y reservas faunísticas: Playa Bonita, con aguas claras y arenas blancas; La Lobería, que tiene piletones naturales cavados por las olas, descubiertos en la bajamar; Bahía Rosas, un buen pesquero para tiburones; Bahía Creek, con una pequeña villa de casas de fin de semana de familias de Viedma y Carmen de Patagones, y Punta Mejillón, también con un caserío que forma un incipiente balneario. Hay dos reservas en este camino: la Reserva Provincial Punta Bermeja, protectora de una colonia de lobos marinos de un pelo, y Caleta de los Loros, una zona de canales y marismas que está sobre la ruta de las aves migratorias.

Deme dos San Antonio

En la zona de la bahía de San Antonio, otra reserva natural protege las aves migratorias en busca de un eterno verano. Las playas están protegidas para preservar el hábitat de los chorlitos que vienen del Norte y de las palomas antárticas que vienen del Sur. Esta bahía se encuentra encerrada por dos penínsulas, sobre las cuales se levantan los dos San Antonio, el Este y el Oeste.
A pesar de compartir el mismo nombre y la misma bahía, ambas localidades son muy distintas. La oriental se concentra alrededor de las gigantescas y modernas instalaciones del puerto, el mayor puerto frutero del país. La occidental es, por el contrario, el centro poblacional, sobre una costa de poca profundidad cuyas aguas se retiran por completo con marea baja, y donde la historia dejó sus huellas en un barrio de casas de madera.
Las playas también son muy distintas. En San Antonio Este forman como una banda blanca e infinita, cubierta por un colchón de millones y millones de fragmentos de caracoles. Totalmente despobladas, sólo las visita un puñado de personas que busca apreciar lo que más ofrecen: la sensación de un mundo virgen. Punta Perdices, sobre la vertiente interior de la península este, es uno de los más lindos rincones de la región: cuando la marea sube, forma un laberinto de aguas de matices azules y verdes. Hay poca gente allí también y muchas aves.
En los mapas, los dos San Antonio parecen mirarse uno al otro, pero hay más de 50 km de ruta para bordear toda la bahía y viajar de uno a otro. En San Antonio Oeste, la costa que bordea el centro histórico es como una playa "campestre", jalonada de sombrillas y quinchos de paja. Durante la bajamar, las aguas se retiran tanto que dejan apenas un filete de agua y el muelle pesquero vecino se seca totalmente. Con la marea alta, los lugareños gozan de la calma de esta costanera que contrasta con el bullicio de Las Grutas.
En San Antonio, el interés reside más bien en el recuerdo de su pasado y en el legado de su barrio ferroviario, con típicas casas de madera. En su época de esplendor, San Antonio Oeste era el mayor puerto lanero del país, y su importancia era tal que mereció la visita de quien sería años más tarde coronado rey de Inglaterra como Eduardo VIII.
A poca distancia de San Antonio Oeste, el recorrido finaliza en la populosa (durante el verano) y efervescente playa de Las Grutas. No sólo es el mayor balneario de todo el norte de la Patagonia, sino que es uno de los destinos de moda desde hace unos años. Un solo dato basta para comprobar su éxito: durante el invierno apenas 3000 vecinos enfrentan los vientos en el pueblo, mientras que en el verano es casi imposible encontrar una sola habitación en los más de 50 hoteles, residenciales y complejos de departamentos sin haber hecho una reserva previa.
Una de las claves de la popularidad de Las Grutas es la afirmación de que tiene aguas más cálidas que en el resto de las costas argentinas. Lo cierto es que hay dos niveles de playas separadas por una gran explanada rocosa, y cuando la marea sube y cubre esta capa de rocas expuesta durante largas horas al sol, el agua se siente por un rato más caliente. También es cierto que los piletones cavados en esta plataforma rocosa gozan de largas horas de sol para calentar las aguas: así, las piletas son una alternativa excelente a las olas, siempre con agua de mar. Lo más lindo es sumergirse para observar los pececitos atrapados en estas aguas hasta la siguiente marea. Un vaivén intenso que cubre y descubre la playa sucesivamente, y se puede observar desde el bulevar costero, sobre los acantilados y bordeado por una pared blanca que le da a Las Grutas un aspecto típicamente mediterráneo. Por si hacía falta algo más, las aguas del mar son de un azul intenso hasta donde se las mire.
Las pocas cuadras del balneario rebosan de vida durante todo el verano. Atracciones y negocios tientan a grandes y chicos, y una vez agotados todos estos recursos, queda todavía más: hay que salir del balneario hacia el Sur para llegar hasta Piedras Coloradas, una playa de arena y dunas ideales para el sandboard. Piedras Coloradas es una playa más concurrida al atardecer, e invita a explorar los desiertos alrededores, ricos en fósiles. Más al Sur, la aventura continúa. Una empresa de turismo propone explorar la costa por tierra y por mar hasta Fuerte Argentino, un mirador natural sobre la costa donde se dice que llegaron los Templarios y escondieron un tesoro
Por Pierre Dumas
Para LA NACION

Datos útiles

El condor

Informes en Viedma: Avda. Francisco de Viedma Nº 51, 02920- 427171, turismoviedma@yahoo. com.ar y turismo@viedma.gov.ar Informes en el balneario: Avda. Costanera y Calle 69; 02920- 15621170.

San antonio Oeste y Este

San Antonio Oeste y Este: informes turísticos en la Dirección de Cultura y Turismo: sao.turismo@canaldig.com.ar ; 02934 497463. www.viedma.gov.ar

Las grutas

Informes: Secretaría Municipal de Turismo, Avda. Río Negro 715. Teléfono: (02934) 497463. Dirección de Turismo, Avda. Costanera y Catriel, Teléfono: (02934) 497468. Más en: www.lasgrutasrn.com.ar y www.lasgrutas.com.ar .
El aeropuerto Saint Exupery (Teléfono: 421329) está entre Las Grutas y San Antonio Oeste. Otra opción es viajar hasta Viedma, con mayor frecuencia de vuelos. Y luego en tren o micro.

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