De la semana de la moda de Nueva York, volé directo a Marruecos para estar en el casamiento de unos amigos en Marrakech. En realidad, la celebración era de tres días, pero el trabajo me permitió estar sólo en el último. De todas maneras, fue una alegría enorme llegar (después de una escala larguita en Casa Blanca sin internet), y verlos dar este paso tan importante, ¡los vi tan felices! ¡Congrats Elke & Hamza!
Ella es mexicana y el es marroquí, así que el festejo fue multicultural, con dos tipos de ceremonias religiosas, 1.400 invitados, catering directo de diferentes partes del mundo y, lo mejor de lo mejor, para la ambientación. Además de exquisitos platos, danzas y músicos autóctonos, había flores de París y mariachis de México. Trajeron al famoso Dj Jackie de Saint Tropez y a Dj Luciano de Ibiza (para que pinchara como en casa, se armó una escenografía idéntica a la del impresionante Hotel Ushuaia, de Ibiza). El sushi era de Planet Sushi, la pizza de Nápoles, la paella de España... Todo impecablemente montado en el hotel Amanyena.
Durante los dos primeros días, los invitados acompañaron a los novios en diferentes almuerzos y comidas, reuniones íntimas y actividades diseñadas especialmente para ellos (me las perdí, grrrr!), porque fue mucha la gente que llegó desde diferentes países. Eso sí, todos bajo el mismo dress code, traje marroquí, y bajo el cielo siemrpre estrellado de Marrakech, ciudad mágica si las hay.
Elegí un vestido de YDE, un diseñador danés que me conmovió cuando conocí sus creaciones y géneros en la semana de la moda en Copenaghen. Este modelo me pareció ideal para la fiesta: tiene toques árabes, pero sin abandonar un estilo occidental desde el corte, el escote y las mangas. Lo combiné con una cinta de piedras para sostener mi peinado sobre la frente. Me inspiré en Las mil y una noches:
Les dejo una galería de imágenes de los momentos más lindos de la ceremonia. También de algunos detalles interesantes, como los músicos marroquíes y regalos que dejaron a los novios, las pantallas por las que se podía mirar lo que pasaba en el altar (éramos 1.400, debía haber pantallas), la forma en que llega la novia para ser presentada al novio, la dama de honor marroquí... Y, por supuesto, imágenes de los outfits de las invitadas: mucha seda, bordados, pedrería, cristales, maquillaje para acentuar las facciones y tacos altísimos. Una fiesta glamorosa que pareció durar más de tres días, pero también entrañable. ¡Que vivan los novios!
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