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Australia: destino de otra naturaleza

El regreso de los vuelos directos Buenos Aires-Sydney invita a redescubrir un país de paisajes incomparables, exótica fauna y ciudades modelo




SYDNEY.- Son las 2 de la tarde de un martes. El avión está por aterrizar casi sobre las olas del Pacífico. La azafata da la bienvenida a Sydney por el micrófono. El vuelo desde Buenos Aires duró 13 horas, pero salió hace más de un día, el lunes por la mañana. En otras palabras, se voló todo un día, que duró en realidad una jornada y media. Una experiencia a lo Julio Verne, un espejismo temporal por la combinación de las horas de vuelo con la abismal diferencia de huso horario entre punto de partida y destino: nada menos que 13 horas.
Esto es lo que les toca a quienes se suben al nuevo vuelo directo de Aerolíneas Argentinas entre Buenos Aires y Sydney, versión 2.0 del histórico transpolar, que dio a la compañía argentina renombre mundial en los años 80: aquel vuelo hacía escalas en Ushuaia y en Auckland, Nueva Zelanda. Ahora llega directamente a Australia, aunque a veces requiere una escala técnica en Río Gallegos (el viento en contra sobre la Antártida lo obliga a reabastecerse de combustible antes de cruzar dos océanos, el Antártico y el Pacífico).
Detrás de las ventanillas, el jet lag no impide admirar la combinación de mar, tierra, islas y ríos que conforman la bahía de Sydney, una de las más grandes del mundo. Apenas pasaron las 14 horas; bienvenidos al País de Oz, como los australianos lo llaman; al Down Under, como lo popularizó un éxito de los años 80 de Men At Work; o a The Land of Plenty, la tierra de la abundancia, como se califica esta inmensa isla-continente.
¿Por qué país de Oz? Tara es vendedora en un negocio de recuerdos del centro comercial de Darling Harbour y dice que es una abreviatura de Australia, de la misma forma que los australianos se llaman a sí mismos aussies u ozzies. Duncan, guía de turismo, tiene otra opinión: "Este país es tan distinto que se lo comparó con la novela de Frank Baum cuando salió, en 1900, y tuvo mucho éxito en todos los países de habla inglesa".
Seguramente pensaron lo mismo los primeros navegantes holandeses la primera vez que llegaron a sus costas. Nunca se había visto una tierra donde los patos tienen pelo, los osos duermen todo el día sobre las ramas de los árboles, las ratas pueden dar saltos olímpicos y donde se arrojan pedazos de madera que vuelan de vuelta hacia la mano como por arte de magia? Si no es la tierra del Mago de Oz, no anda muy lejos.
Sydney es la puerta de entrada a Australia, por lo menos desde la Argentina. Es una ciudad fantástica que necesita varios días de visita y se extiende a lo largo de la costa, recostada sobre una de las más hermosas bahías del mundo. Pasadas las últimas casas de sus suburbios, que se extienden y ramifican a lo largo de ríos y autopistas hasta perderse en los bosques de eucaliptos, empieza el outback, la inmensidad.
Sydney, Melbourne y Adelaida son las tres grandes ciudades del sur australiano, la parte más verde de un continente principalmente ocre, rojizo y amarillo. Son metrópolis a la vez muy british y multiculturales, con un pie en Oriente y la mirada definitivamente anclada hacia el futuro y el modernismo. Pero no por eso dejan de ser tres lugares desde donde conocer la Australia que realmente se busca en un viaje, con su fabulosa naturaleza y asombrosa fauna.
Las montañas azules
Las cuevas del Parque Nacional Blue Mountains

Las cuevas del Parque Nacional Blue Mountains

El sol apenas sobresale por encima de los eucaliptos. El camino se fue internando a lo largo de un valle tallado por un arroyo entre las rocas sedimentarias. Y de pronto, en un claro que recibe los rayos del primer sol de la mañana, ¡ahí están! Son los primeros canguros que podemos ver en un entorno natural de Australia, y por lo tanto las estrellas del día. Las excursiones de Sydney a las Montañas Azules paran generalmente para desayunar al aire libre en esta región, alejada de las rutas, al final de un camino que cruza una pequeña porción del Parque Nacional Blue Mountains. Son canguros grises orientales, una de las variedades de mayor tamaño entre las numerosas subespecies australianas. Suelen estar en grupo y algún joey -como los australianos llaman a los cachorros- corre para refugiarse en la bolsa marsupial de su madre apenas ve acercarse algún visitante humano. No se alejan tanto, sin embargo, como para quedar fuera del alcance de las fotos.
En este mismo valle se pueden ver muchos otros habitantes de los bosques de eucaliptos del parque. Sobre todo aves. Los kookaburras se hacen escuchar primero: su canto parece más bien una risa. También se ven cacatúas galerita, hermosas aves de plumas blancas y penacho amarillo. Vuelan en bandadas por la copa de los grandes eucaliptos y avisan a los demás sobre la presencia de visitantes.
La visita sigue para ver el emblema de las Montañas Azules, las Tres Hermanas, formación rocosa de tres conos que sobresalen sobre un barranco, en el costado de un gran valle abierto en una meseta de rocas sedimentarias. El Parque Nacional Blue Mountains tiene límites muy irregulares, debido a las rutas, los pueblos y las propiedades que lo rodean. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad desde 2000 y es la excursión más popular desde Sydney, apenas a 80 kilómetros. Los pueblitos de Katoomba y Leura concentran las actividades, como el Scenic Railway, el ferrocarril más empinado del mundo (¡baja un desnivel casi en vertical!) y el Scenic Cableway, un teleférico con inmejorables vistas sobre las Tres Hermanas. Las Montañas Azules son rojizas, pero tienen ese nombre por el color azulado de sus bosques en verano: cuando hace mucho calor, el aceite de las hojas se evapora y da la impresión de teñir el horizonte de esa tonalidad.
Generalmente se pasa el día entero en el parque, aunque algunos optan por estadas más largas. Sobre todo en invierno, cuando los pueblos y hoteles de la región festejan el Yulefest, una especie de Navidad en pleno julio. Se adornan las casas con luces, como si fuera diciembre, para evocar el encanto invernal de esta fiesta: porque en Australia, como en la Argentina, la Navidad de diciembre es con calor y se suele celebrar sobre la playa.
En las Montañas Azules no llega a nevar como en las cumbres más altas de la Gran Cordillera Divisoria que cruza todo el sudeste de Australia. Pero eso no impide a Randall, que trabaja en turismo en el pueblo de Lithgow, uno de los epicentros de esta fiesta, asegurar: "El Yulefest es un momento mágico y transforma nuestros paisajes en una maravilla invernal".
Espectaculares escenarios, en un tour ideal para espíritus aventureros

Espectaculares escenarios, en un tour ideal para espíritus aventureros - Créditos: Corbis

La excursión a las Montañas Azules siempre hace un alto, a la ida o a la vuelta, en el parque de Featherdale. Es un zoo interactivo, con algunos animales sueltos, donde se ve por fin ese animal discreto que tiene a todos con el cuello levantado al pasar bajo un eucalipto: el koala. De hecho es posible tocar y sacarse fotos con algunos de los ositos, que los empleados del zoo ubican en un lugar especial. Su pelaje es increíblemente suave, como si fuese un peluche. Por lo general los koalas ni se inmutan con este contacto con humanos, porque duermen, como hacen gran parte del día. Su alimentación, exclusivamente basada en hojas de eucaliptos, los adormece 20 de cada 24 horas. El parque Featherdale permite también sacarse fotos en primer plano, acariciar y alimentar wallabies (pequeños canguros) que viven sueltos entre los recintos de los demás animales.
De regreso en Sydney hay una oportunidad más para ver fauna. Es en el corazón mismo de la ciudad, un oasis de outback sobre los muelles de Darling Harbour, el puerto más hermoso del mundo, coronado por la torre de Sydney Eye, los rieles del tren aéreo y los edificios del skyline urbano. Ahí están el acuario y el zoo Wildlife. En el acuario las estrellas son los grandes tiburones, pero están muchos de los peces que inspiraron los personajes de Buscando a Nemo , película de Pixar que termina en las aguas de la bahía de Sydney. Y están también los curiosos platypus, ornitorrincos en criollo, animal extremadamente difícil de ver en su entorno silvestre. Wildlife Sydney es un paseo para ver de cerca wallabies, koalas, cocodrilos, wombats y lagartos y reptiles del desierto.
Justo al lado está el Museo de Cera de Madame Tussaud, con todos los australianos más famosos y algunos personajes de la actualidad mundial. Pero ese es otro tipo de fauna...
El Santuario de Healesville
Melbourne es la gran ciudad del sur australiano. La más inglesa en su arquitectura, pero también uno de los polos más cosmopolitas del país (y la mejor ciudad del mundo para vivir, según el ranking difundido este año, que ubicó en el top ten también a Sydney y Adelaida). Una vez más la naturaleza y la fauna están muy cerca, al cabo de medio día de excursión en Healesville o de un día entero en Phillip Island.
El valle del río Yarra es un lugar famoso en toda Australia por sus viñedos. Es un paseo idílico de fin de semana, con rutas que cruzan pueblos prolijos mientras suben y bajan por las colinas de una campiña muy a la inglesa. El itinerario ofrece paradas en bodegas para degustaciones y visitas, en una encantadora Ruta del Vino. Allí mismo se levanta uno de los mejores lugares para ver animales en todo el estado de Victoria: el Santuario de Healesville. Nacido hace mucho tiempo como refugio y centro de cuidado para animales atropellados en las rutas, últimamente se completó con un hermoso parque para ver aves y animales en sus entornos naturales, recreados sobre varias hectáreas. Como en el acuario de Sydney, una de las grandes estrellas es el ornitorrinco, improbable hijo de los amores de una nutria y un pato...
A lo más alto del Puente de la Bahía de Sydney

A lo más alto del Puente de la Bahía de Sydney - Créditos: Corbis

Cada día se hace también en Healesville un show de destreza de aves rapaces. Los cuidadores hacen lucir las extremas habilidades de estas aves para cazar sus presas en vuelo, haciéndolos sobrevolar la cabeza de la gente a una velocidad que hace casi imposible seguirles el ritmo con la mirada. Además del río encauzado en acuarios donde viven los ornitorrincos, hay espacios para canguros (se puede participar de una opción de visita para alimentarlos), equidnas, koalas, pelícanos, murciélagos, emúes, dingos y muchos otros, y aves. Mientras tanto, en el estacionamiento, grandes ibis de cuello negro se instalan sobre los autos a la espera de que algún visitante generoso les ofrezca comida.
La otra gran opción para ver fauna desde Melbourne es una excursión a la Phillip Island, un destino muy popular entre los habitantes de la ciudad, que está a unos cien kilómetros. El Koala Conservation Centre es un lugar ideal para ver a estos animales. Y hay tantos, que por una vez algunos están despiertos? Luego de haberlos tenido en brazos o de haberse sacado fotos en Sydney y en Healesville, se los ve en su entorno natural gracias a pasarelas de madera a la altura de la copa de los eucaliptos.
Phillip Island es también el lugar para ver a los pingüinos azules. Esta variedad es la más chica que existe (miden apenas 35 centímetros) y vive únicamente en colonias sobre la costa sur de Australia. La mayor está en Phillip Island. Tradicionalmente se los llamó fairy penguins, pero el nombre se cambió por el actual con intención de ser más políticamente correctos hacia la comunidad gay, como explica Trevor, el guía que acompaña obligatoriamente a los visitantes hacia la playa al atardecer. Es el momento de verlos regresar a sus nidos, luego de un día de pesca en el mar. El guía cuida celosamente que nadie saque fotos con flash a pesar de la poca luz y que nadie obstaculice tampoco el camino de cada uno de estos pequeños pingüinos.
Desde Melbourne, la otra excursión imperdible es la Great Ocean Road, una carretera espectacular que bordea literalmente la costa alternando playas con acantilados. Una sucesión de puntos panorámicos donde detenerse para admirar el paisaje. En Kenett River, uno de los pueblitos perdidos a lo largo de la costa, se puede parar en el bien nombrado Koalas Cove: un restaurante pegado a algunos caminos vecinales, cuyos bosques de eucaliptos garantizan ver koalas silvestres. Un poco más lejos está el objetivo final de la Great Ocean Road, los Doce Apóstoles: rocas que emergen del mar frente a un acantilado y forman una de las postales más conocidas de Australia.

EN LA ISLA DE LOS CANGUROS

Créditos: Corbis

Adelaida, ciudad moderna, pero con el espíritu de los pioneros, es el punto de partida para una de las excursiones más simpáticas que ofrece Australia: Kangaroo Island. Es una de las mayores islas del país continente, de 155 kilómetros de largo por 55 de ancho, y una suerte de mundo en miniatura con 18 especies de marsupiales, 250 de aves y 900 especies vegetales de las cuales 60 son endémicas. La isla está poco poblada y conserva en parte el aspecto que tenía cuando arribaron los exploradores ingleses y franceses a partir de 1802.
Un ferry de Sealink sale de Cape Jarvis, puerto a unos 100 kilómetros de Adelaida. El viaje dura tres cuartos de hora y es muy agradable con buen tiempo (si hay viento, el barco se mueve mucho). Otra opción es una avioneta desde Adelaida que llega en media hora a Kingscote.
La isla se visita en excursiones de uno o varios días, con la posibilidad de dormir en hostales, bed & breakfast y lodges de lujo. Lo esencial para conocer en la isla se concentra en su costa sur y sudoeste. Lo menos exótico para quienes lleguen de la Argentina es la colonia de lobos marinos, aunque se permita llegar en ese caso hasta la playa, bastante cerca de los lobos y sus cachorros. El Koala Walk de Hanson Bay, en cambio, es más exótico. Allí se pueden ver koalas en una doble hilera de eucaliptos (de los que comen estos osos).
La visita sigue por el Parque Nacional Flinders Chase hasta los Remarkable Rocks, formación rocosa de granito pulido por el viento y las olas, al borde de un precipicio sobre el mar. Es bastante peligroso los días de viento, pero uno de los más fotogénicos cuando el clima acompaña. Más abajo, sobre el acantilado, está Admirals Arch, un arco de roca creado por la erosión marina donde vive una colonia de lobos marinos de Nueva Zelanda. Justo al lado del estacionamiento está el faro del Coüedic, de 1906, que parece plantado para la foto. En toda la isla se pueden ver muchos animales cruzando la ruta: canguros por supuesto, wallabies, equidnas y possums.

DATOS UTILES

Cómo llegar
Por Aerolíneas Argentinas, los lunes, miércoles y viernes, desde US$ 1530. Se puede pagar con tarjeta y cuotas de acuerdo a los bancos. El horario de salida es a las 20.30, llegando al día siguiente a las 13.20 hs.
Cambio y precios
El dólar australiano equivale casi a un dólar de Estados Unidos (1 US$ = 0,95 AUD). Los precios en Australia son mucho más elevados que en Estados Unidos para la comida, el alojamiento, los recuerdos, etcétera. No es un destino de compras como Miami.
Excursiones
Algunos precios de excursiones (temporada baja): día completo en las Montañas Azules desde Sydney. En una combi 4x4 con hasta unas 15 personas, con guía en inglés, entradas a los parques (sin tickets para el Scenic Railway o Scenic Cableway), desayuno en el Parque Nacional y almuerzo al mediodía: unos 250 AUD.
Día completo en Kangaroo Island: con traslados entre Adelaida hasta Port Jarvis, ida y vuelta en ferry, visita guiada en micro durante todo el día en la isla, almuerzo al mediodía: 277 AUD por persona.
Visa
Se necesita visa para ingresar a Australia. Con pasaporte argentino cuesta 130 dólares. Con pasaporte de la Unión Europea la visa es gratuita. Se tramita electrónicamente.
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