La idea era representar una historia sobre la admiración y la pasión que despierta una cartera en una mujer. En este caso, una cartera Louis Vuitton.
El escenario: un barco. La travesía: partir en un ferry desde la ciudad de Nueva York hasta la Estatua de la Libertad. El objetivo de mi participación: transmitir una incógnita, el nerviosismo por un encuentro misterioso, la tensión de concretar una misión fundamental.
Participar en este video terminó siendo una experiencia por demás desafiante porque, antes que nada, como profesional soy modelo, no actriz, ni tampoco estuvo en mis planes cambiar estos roles o jugar a actuar por un día. Tampoco era esta la idea del director Noam Griegst, sino que fuera yo misma expresando sentimientos y actitudes.
Me acuerdo que la producción arrancó caminando por las calles del barrio chino de Nueva York, lugar en donde siempre cientos de personas vienen y van moviéndose de un lado a otro. El tránsito es caótico y el ruido, de todo, hacen imposible que uno pueda trabajar con tranquilidad. Pero, para mi sorpresa, este clima alocado me llenó de adrenalina y permitió sentir el nerviosismo que me pedía Griegst y que tenía que ver con que me quitaban la cartera, lo más preciado.
Sin dudas, este barrio también es perfecto para despertar en el espectador todas estas sensaciones que cuento más arriba, sumado a la bruma y a un cielo gris que hace todo más misterioso.
Mirando hace poco el video de la nueva colección de Miu Miu by "Miuccia Prada", dirigido por Lucrecia Martel, me fue inevitable pensar en el video que hice para Louis Vuitton. Más allá de que ambas historias transcurren en un barco, noto en común esa melancolía y el enigma que flota en las escenas. Me perece brillante la forma en que lo tramado por Martel se va desencadenando, los movimientos de la cámara, la fotografía, los planos. Un excelente ejemplo de cómo la moda y el cine de culto se vinculan para lograr una obra que va más allá de las pasarelas. Sin desperdicio.
En esta nota: