SAN JUAN.- A cierta altura de la cordillera de los Andes cuyanos, el terreno se transforma en una extensa altiplanicie, que semeja un llano a nivel del mar.
Pero el aire es distinto, es más liviano, más fresco y seco, como esos que soplan lejos del océano. Y el cuerpo se mueve de otra manera, casi sin resistencia gravitatoria, en un paisaje que tampoco hace oposición para su despliegue más que el que la fisonomía del terreno puede impedirle.
El camino que va hacia el Norte, desde Uspallata por la ruta 39 y la 412 (ya en territorio sanjuanino), atraviesa la pampa Ureta y el Barreal de Leoncito, una extensa superficie aplanada cubierta de sedimento liviano, asentado allí por efecto de los barriales y que conforma una especie de autopista que les sirve a los carroveleros.
En el caso del Barreal de Leoncito, se trata de una superficie apenas cóncava que posee un núcleo inundable en su centro y que facilita la acumulación de fino limo sobre el suelo.
Paisajes espectaculares
La zona suele ser ventosa y algo lluviosa en el verano.
Los alrededores de Barreal poseen vistas magníficas y una variedad de minerales que da todo tipo de colorido a los cerros: las laderas montañosas que presentan un tono amarillento o verdoso hay que relacionarlas con la presencia de cobre reducido (sedimento de origen marino); las rojizas tienen que ver con hierro oxidado (sedimento fluvial), las blancuzcas contienen evaporitas (yesos), las que poseen una tonalidad negruzca están compuestas de basalto y las más grisáceas reciben aquel color por su origen volcánico.
Si la extensión de las laderas hacia arriba adquiere una tonalidad azul, más bien añil, hay que asociarla indudablemente con las jornada típicas de Barreal, cielo límpido y de un azul oscuro, que se presenta así durante 300 días al año.
Esta característica fue el factor fundamental para haber instalado, 34 kilómetros al sudeste de Barreal, el Complejo Astronómico El Leoncito, a 2552 metros sobre el nivel del mar, que ostenta un telescopio de 215 centímetros de diámetro y 40 toneladas de peso.
Paisaje en mejoría.
Económicamente, el área de Barreal conoció mayor actividad en el pasado.
Las 72.000 hectáreas que hoy forman la Reserva Natural Estricta El Leoncito -área actualmente protegida por la Administración de Parques Nacionales- antes constituían uno de los establecimientos ganaderos más acaudalados de la zona, contando casi con diez mil cabezas de ganado, que tenían su veranada en el valle Hermoso, junto al límite fronterizo, vaguada por la que San Martín comandó su columna para cruzar los Andes.
Por efecto de la historia de las relaciones con Chile, las normas del gobierno militar argentino impedían que un chileno, y el dueño de la estancia El Leoncito lo era, poseyera propiedades cerca de la frontera, por lo que el predio fue expropiado.
El origen del nombre.
Si se dejara que un geólogo definiese la zona de Barreal, enseguida diría que en la región abunda lo que se conoce como roca friable (podrida), una arcilla reseca: composición rocosa que no es dura y que cuando llueve se desprende y forma aludes finísimos de un centímetro de alto, pero que ocupan una superficie generosa.
Eso es lo que favorece los barriales, fenómeno que determinó el nombre de Barreal. A lo largo de decenas de kilómetros casi no hay pobladores. Tan grandes son las extensiones de tierra entre Barreal y el límite con Chile, que es muy difícil cruzarse con alguien.
En ese sector se recorre el itinerario que San Martín efectuó desde Las Hornillas y el valle de Los Patos, pero también está la mina El Pachón y el cerro Mercedario, de 6770 metros.
La soledad persiste entre Barreal y las poblaciones hacia el Oriente.
Algunos ingenieros que se dirigen a la mina El Pachón, baqueanos que arrían la caballada de vuelta de las veranadas, gendarmes que regresan del refugio cordillerano Ingeniero Sardinas y unos pocos turistas no logran disminuir la sensación de soledad del extremo sudoeste de San Juan.
Cabalgatas y pesca.
Barreal ha crecido en los últimos años como centro de turismo. Es una villa sencilla, que posee hostería y servicios básicos para los viajeros.
Su situación en el mapa es inmejorable ya que está próximo a varios cerros atractivos para montañistas y es el acceso para recorridos de aventura.
Al remontar el río de Los Patos unos 60 kilómetros hacia el Sudoeste se arriba a Las Hornillas, donde la Universidad de San Juan administra un sencillo puesto a corta de distancia del río Blanco, con buena pesca de truchas y punto de partida de los que desean recrear la ruta sanmartiniana, ya sea a pie o a caballo.
Un poco más adelante yace, en armonía con la naturaleza, la utopía del centro de esquí Manantiales, que nunca llegó a desarrollarse y del cual hoy queda, intacto, un refugio de montaña con materiales de primera, al pie oriental del cordón de la Ramada y con vistas de la cordillera del Tigre.
Ante mínimos descuidos, los guanacos vigilan los movimientos desde los filos de los cerros.
Si el terreno lo exige, realizan maniobras con su cuerpo en laderas de más de 60 grados de inclinación.
Las dolinas.
Las maravillas geológicas del lugar no se agotan en la presencia de minerales de distinto color, sino con la existencia de fósiles, señales de la añeja condición de fondo marino que esta región de montañas de más de 6000 metros tuvo antes de sufrir inesperados sacudones terciarios que modificaron un tanto su topografía.
Entre los fósiles aparecen bivalvos y amonites, generalmente en las estribaciones de vetas de cobre.
Otra curiosidad son las dolinas, que eventualmente se forman en este suelo cuyano y que constituyen una capa de yeso cubierta por arena.
Cuando llueve, el agua hace una grieta en la arena, pasa al yeso y lo disuelve, dando pie a un extraño fenómeno: se producen retumbos cuando se pasa por encima.
Bajo protección
Dentro de la Reserva Natural. Estricta El Leoncito, se hallan representadas tres provincias biogeográficas.
Se preservan arbustos del monte, estepas y coironales clásicos de paisajes altoandinos, además de estepas riparias y vegas del distrito cuyano.
También se cuida el suri cordillerano, el zorro colorado y el guanaco, perseguido por los pobladores como componente de la alimentación cotidiana y que es muy buscado arriba en la cordillera cuando se mueve en manadas. Sin duda, es uno de los símbolos más queribles de este extremo sanjuanino.
Andrés Pérez Moreno
Accesos y servicios
Barreal dista 39 kilómetros de la localidad de Calingasta (por la ruta 412), importante centro turístico de San Juan. Barreal cuenta con hostería, cabañas, estación de servicio, sala de primeros auxilios, teléfono y restaurante.
Desde allí se pueden hacer paseos a Las Hornillas, donde en ciertos días de invierno se forma una extensa capa de hielo o se cubre de nieve. Allí se halla el primer mojón recordatorio de la campaña de San Martín, en enero de 1817.
Algunos paseos del lugar: los cerros Pintados; las ruinas de las fundiciones de Hilario (una de las más importantes del país, que se instaló en 1864 para trabajar los cargamentos de mineral de plata de la sierra del Tontal o de los yacimientos de Fierro o del Salado, situados a más de 200 km de Hilario); los manzanares; El Alcázar (formación rocosa en una falla morfológica); Tamberías (con parcelas cultivadas, alineadas con álamos, espectadores del arribo en otoño de las bandadas de piuquenes que permanecen en el río Los Patos).
Fotos: Andrés Pérez Moreno
Información
Para más información, la Casa de la Provincia de San Juan atiende consultas en los teléfonos 382-5580/9241, o en las oficinas ubicadas en Sarmiento 1251, Capital.