Como buena densa que soy, llamo a mis hijos, tipo 3 veces por día. La verdad, la están pasando genial. Sólo una noche me llamó Nicolás porque Lucas quería hablar conmigo y cuando cortó se puso a llorar pero enseguida se le pasó.
La verdad sea dicha (y marita, ya sé que es un disparate y que estoy siendo egoísta), creí que me iba a pegar mal que los chicos estuvieran bien sin mí, pero no. Estoy feliz por ellos y me encanta este tiempo de soledad.
Ayer fui a terapia. Estuve hablando como una cotorra y llegué a la conclusión de que claramente aún no caí en la situación.
Siento que Nicolás está en un viaje de laburo y que en breve vuelve a casa.
No es que lo desee, porque no, la verdad no pasa por ese plano, pero es como que no me doy cuenta. Estoy en una especie de stand by. Como si la "cosa" fuera a estabilizarse y volver a la normalidad en algún momento.
Como si la normalidad fuera estar con Nicolás y ya.
Es eso. Es que no asumo que lo normal sea estar sola. Sin él.
En algún momento caeré. Y quizá haga mucho ruido.
Qué bueno que, entre otros, vayan a estar ustedes, para hacerme de colchoneta.