TANDIL.- El aire fresco de las sierras se mezcla con el olor penetrante de los caballos atados a la empalizada. Gabriel, guía y baquiano tandilense que los ha criado desde chicos, les conoce todas las mañas.
Con trato suave pero firme, el plantel de más de 30 animales responde a la más mínima señal. Mientras un ayudante ceba el mate y todos se sirven de la especialidad de la chacra, pan de miel perfumado por las hierbas lugareñas, se explica cómo es cada caballo, los nombres, el pelaje, las distintas razas; hay buenos pura sangre, árabes, criollos y silla argentina de diferente tamaño.
Están entrenados para moverse por el terreno quebradizo de las sierras, trepando laderas y metiéndose por lugares a los que sólo ellos pueden acceder.
El grupo de jinetes se ha reunido en la chacra Apiario Sierra del Tigre, a 5 kilómetros de la ciudad de Tandil. Llevan una mochila, un abrigo, calzado cómodo y agua.
Gabriel cuenta en su haber numerosas aventuras y anécdotas. En una travesía de más de 700 kilómetros, unió varias localidades de la costa atlántica en diez días. Acompañado por sus caballos, que son sus mejores ayudantes, participó en la filmación de escenas para una serie de televisión ambientada en tierras tandilenses.
Se ha hecho más profunda la simbiosis hombre-caballo, sentimiento que busca transmitir al grupo de jinetes en el camino a la reserva natural Sierra del Tigre. Aprendió a respetar los miedos que puede tener un inexperto, a quien acompaña y ayuda.
Esta reserva de 140 hectáreas fue creada con el objeto de resguardar su naturaleza. Tiene un sector para moverse en vehículos y un zoológico con especies autóctonas y exóticas, y otro natural donde se conservan zonas vírgenes.
Paisajes campestres
Mientras los cascos se hunden en los pedreros que se deslizan por las laderas, antes de la trepada más fuerte se espera a los rezagados para llegar todos juntos a la cima de uno de los sistemas serranos más antiguos del país y del planeta.
Por los costados se ven dispersas pequeñas futuras piedras movedizas, rocas de granito que por la erosión quedan con cierta inestabilidad. Aquí se reproduce en escala reducida la génesis de la famosa roca que se balanceaba hasta que cayó, en 1912.
El costo de la cabalgata de medio día de duración es, individual de 40 pesos; en grupo de diez, 5 pesos por persona; hay que sumar 10 pesos por el asado. Informes por el 0293-27725.
Alicia Terradas
Montados en una travesía
Uno de los momentos más agradables se produce al atravesar el pajonal, cuando parte del cuerpo de los caballos queda cubierto por estas gramíneas que alcanzan dos metros de altura.
Un alto en un manantial se presta para descansar al lado de unos arbustos y que los caballos beban del agua fresca. Más adelante, se desciende hacia un pequeño valle con vestigios de asentamiento aborigen.
Unos senderos y restos de viviendas son las ruinas que han quedado de la explotación de cantera que se hizo en la primera década del siglo por parte de obreros italianos y yugoslavos.
Nada mejor que culminar esta cabalgata con un asado a tenedor libre, surtido de carne y ensalada. En un claro del monte se han instalados troncos que sirven de asiento y una mesa rústica donde el grupo se acomoda para participar de una guitarreada para recibir el atardecer serrano.