CACHI.- No está guardado bajo llave ni nada que se le parezca. Todo lo contrario: la manera de preservar el encanto cacheño es el resultado de leyes, ordenanzas y sanciones establecidas en defensa del patrimonio cultural y natural de la región. Pero también la preocupación legítima de los habitantes del pueblo que no quieren perder su identidad. Así, con el fin de prepararse para la ola migratoria de gente que, en lo últimos años, está cada vez más interesada en vivir en esta zona, se celebró aquí un Encuentro de Miradas en el Día Nacional del Patrimonio.
Pero la preocupación es más antigua aún. Fanny Flores de Guitián, la intendente de Cachi, recuerda que ya su antecesor -también oriundo de la zona- se había interesado por mantener la identidad intacta. Y en enero de 1992 fue ella misma quien, mediante una ordenanza, dispuso proteger la altura de las casas, las fachadas, las molduras, la disposición de puertas y ventanas, los colores, las veredas de lajas. "Cuando empezamos con la aplicación -dice- vinieron los problemas. Gente que llegó a Cachi con la idea lógica de hacer casas con mucha vidriera, con mostrar lo que iban a vender, tiendas, carteles luminosos, y no se permitió. Pensé si me había equivocado, pero parece que no. Esto que es historia, esta construcción típica en Cachi, es el mayor atractivo para la gente que nos visita."
La variedad de expositores fue el resultado del trabajo de la Comisión Patrimonio Cachi, presidida por Guadalupe Noble, que incluyó a un grupo de arquitectos y fundaciones especializadas en la preservación de lugares históricos y recursos naturales de Buenos Aires y locales- se declaró de interés cultural la arquitectura en adobe. También participaron comunidades originarias diaguitas calchaquíes, y una importante presencia de artistas representativos de Salta. Así se conocieron los trabajos realizados en telares por artesanos y niños de 8 a 13 años de la zona de Molinos (con algunas obras de Néstor Rubén Quiroga sobre cuadros del también salteño Mariano Cornejo) y el Libro grande de Fincha Chica , una recopilación de relatos ilustrados de los chicos de la Escuela de las Arcas, de Cachi Adentro, resultado del trabajo en formato taller que llevaron adelante la artista plástica Silvia Katz -una maestra en el trabajo con pequeños- y el registro fotográfico de Keko Ferro.
La música tuvo dos escenarios principales -cabe destacar que en las cenas no era nada difícil encontrar a espontáneos cantantes con sus guitarras y bombos listos para entonar un variado repertorio- en la iglesia de San José de Cachi, con buena acústica y una noche de música de cámara. Y en la plaza, para el cierre de las jornadas, la peña La Casona del Molino, donde se destacó la presencia de la coplera Eulogia Tapia, la famosa habitante pomeña. Tres días completos en esta sección norte de los Valles Calchaquíes que fueron una fiesta ciento por ciento cacheña.