"Nena, estás en Lago Puelo", me dijo una señora en la puerta del mercado mientras yo intentaba atar con un candado la bicicleta a un poste. Como buena porteña, me daba miedo dejar la bicicleta sola, pero más vergüenza me dio lo que me había dicho la señora, así que la dejé. Cuando salí de comprar, la bicicleta no se había ido. A partir de ese momento fue que comencé a disfrutar mi estada en ese lugar.
En el norte de Chubut, a sólo 16 kilómetros de El Bolsón, Lago Puelo es un pequeño pueblo inmerso en una naturaleza que fascina por su belleza. El río Azul que desemboca en el lago del mismo nombre, miles de hectáreas de los bosques más húmedos y frondosos de la Patagonia, especies vegetales únicas y las montañas de fondo son los elementos que, con armonía, presentan al lugar como la postal de un paraíso.
Con la mochila a cuestas llegué con tres amigas a Rey Sol, hostel a pocos metros de la entrada al Parque Nacional Lago Puelo. Buenas camas, lindas duchas y muy rica comida encontramos en un lugar que se destacó por la hospitalidad de sus dueños.
La rutina fue simple: levantarse con un día soleado (en verano llueve muy poco), cargar provisiones, protector solar y un libro, e ir a la orilla del río a refrescarnos y disfrutar de una de mis actividades favoritas: escuchar sólo el sonido de la naturaleza.
Pero Lago Puelo también ofrece un montón de actividades para el que lo desee. En el hostel conocí a varias personas que iban exclusivamente a realizar turismo aventura. Lo más practicado es trekking: hay marcados varios senderos de distinta dificultad. Para los más atrevidos, en un vértice del lago se levanta una pared vertical de unos 30 metros que es utilizada para practicar rappel.
Si no te animás a tanto y preferís algo tranqui, lo mejor es la playita que se encuentra dentro del Parque Nacional Lago Puelo, el parque nacional andino más pequeño. El nombre Puelo significa agua del este, y en tiempos pasados los primitivos pobladores de Chile pasaban el verano en las laderas de las montañas de este lado de la Cordillera para luego volver a sus confines.
Lago Puelo tiene características muy particulares. Habitantes del lugar afirman que sus paisajes se encuentran en evolución constante. Hace 10.000 años allí había un glaciar. Hoy, en cambio, las costas poseen un singular microclima. En invierno, a diferencia de la mayoría de los paisajes del Sur, pocas veces nieva en el pueblo. Y en verano, la temperatura alcanza los 30ºC, lo que convierte al espacio en un balneario con características excepcionales para estas altitudes. Por eso, al igual que nosotras, muchos turistas se toman el colectivo desde el pueblo para ir hasta la playita, que se llena cuando brilla el sol.
El pueblo es pequeño y muy tranquilo, ideal para quienes anhelan los lugares donde reina la calma.
Es uno de esos sitios que hay que recorrer en silencio para apreciar su grandeza. Estuve cuatro días, pero no fueron suficientes.