—¿Cómo te definirías como viajero?
Claudio Tolcachir - Créditos: Daniel Jayo
—Depende del tipo de viaje. Si es de gira con algún espectáculo siempre intento aprovechar el conocimiento real de la gente que vive en cada ciudad, técnicos, actores, y tratar de descubrir la vida de cada lugar. Cuando el viaje es de turismo me gusta improvisar e intentar que lo inesperado le gane a lo planificado.
—¿Cuál es la ciudad más exótica que hayas conocido?
—Sin duda Sarajevo. Viajé en 2009 para participar de un festival de teatro. Fueron pocos días pero realmente sentía que la cultura, los colores, los aromas eran tan extraños y bellos. Me hubiera quedado mucho más tiempo. La historia late en esa ciudad. En cada rincón. Y eso es fascinante. La obra se representó con tres subtítulos a la vez. Todo era inesperado y maravilloso, hasta las reacciones del público.
–¿Un buen disco para escuchar en la ruta?
—El jazz y la música clásica nunca fallan. Se fusionan los sonidos con los paisajes y se alimentan entre sí. Me gusta, en ese punto también, dejar que el azar opere.
—¿Un destino pendiente?
—Espero ir algún día a Egipto.
–¿El mayor pecado y la mayor virtud de un turista?
–El pecado, la falta de curiosidad. El desprecio por las costumbres del lugar. ¡Arrancar un régimen al comenzar el viaje! La virtud, la flexibilidad. El deseo de sorprenderse. La capacidad de comunicarse más allá del lenguaje. En mi caso particular, las virtudes son la capacidad de adaptación y la intuición para buscar joyitas escondidas. Defectos, la pereza en la planificación y la limitación idiomática.
—¿Un viaje en tren que recuerdes especialmente?
—Un tren que tomamos desde Barcelona hasta París junto con mis compañeros de La omisión de la familia Coleman, en camarotes. Un grupete de amigos. ¿Qué más se puede pedir?
—¿Alguna anécdota curiosa en viaje?
—En una cabaña pequeñita en medio de la nada, en Ilha do Mel, en Brasil, entrada la noche empezamos a sentir pasos y ruidos alrededor de la cabaña. Cada vez más cerca, rodeándonos. En determinado momento la luz titiló y se cortó. Acto seguido una mano empezó a tironear de la puerta fuertemente. Lo más llamativo es que parece ser que yo giré y le dije a mi compañero de viaje: Esto no puede estar pasando. Cerré los ojos y me dormí profundamente. Digo aparentemente porque en realidad yo no recuerdo nada de aquel episodio. Lo tengo totalmente borrado. Sí recuerdo que al despertar estaban los bolsos hechos y mi amigo dispuesto a partir de allí lo más rápidamente posible.
—¿Cómo sería tu día de vacaciones perfecto?
—Idealmente siempre dividiría las vacaciones entre el descanso absoluto y desconectado con otra parte de recorrida y descubrimiento. Amo las termas y busco siempre si hay alguna cerca de donde estoy. Pero sin duda el mayor placer de viajar es perderse, comenzar un recorrido y dejar que alguna esquina o cualquier imprevisto modifique mi plan. Los mejores recuerdos son de situaciones insólitas, de esas que generalmente te encuentran solo y son tan difíciles de transmitir. Sobrenaturales y bellas.
PARA MÁS DATOS
Claudio Tolcachir es dramaturgo y director de teatro. Por estos días pueden verse las siguiente obras de su autoría y dirección: Próximo (Teatro Sarmiento); Dínamo (Timbre 4); Tercer cuerpo (Timbre 4); La omisión de la familia Coleman (teatro Metropolitan) y Ay, amor divino (Maipo).