Comer hasta decir basta en Escalada

Lo curioso de Don Enrique es que abrió sus puertas hace tan sólo cinco años. Mientras las estaciones de servicio copaban las rutas y Escalada se apagaba como una velita, Alicia y Alberto Chelini apostaron por este emprendimiento que funciona viernes y sábado, por la noche, y domingo, al mediodía.

En la semana, Alberto se ocupa de cuidar a los animales de la Escuela Agraria de El Tatú, un paraje cercano. Y Alicia trabaja en la escuela de Escalada, una de las pocas instituciones que aún no ha bajado las persianas en el pueblo. Porque si bien Escalada forma parte del programa Pueblos turísticos, impulsado por la Secretaría de Turismo de la provincia, la verdad es que del pueblito pintoresco que alguna vez supo ser, no queda ni el recuerdo. A 95 km de Capital, Escalada nació junto a la estación de ferrocarril bajo la sombra de cipreses, con calles de tierra, casonas coloniales y aires de domingo.

Hoy, la antigua panadería de la familia Tuculet, donde durante más de 150 años se elaboró el pan en horno de leña, está comida por la vegetación. El Almacén de Rolo, boliche de ramos generales, mostrador de madera, salamandra y más de un siglo de historias, está cerrado sin aviso. También la pulpería El Renegado dijo adiós.

Así y todo, llega el fin de semana y Don Enrique es una fiesta. Hasta esta construcción de fachada rosa, mesas de madera bajo los manteles amarillos y panera de mimbre vienen comensales de otras localidades cercanas. A comer hasta decir basta, animarse a algunos pasos de baile (los sábados suele haber shows) y salir con el corazón contento.

Precio. Por persona, 140 pesos; incluye parrilla libre, buffet froid libre, ensaladas, una bebida por persona y postres. Ruta 193, sobre la entrada de Escalada. Informes, 03487-450049.